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Sigo con otra parte. Como les dije, mi papá siempre tuvo memorias para leer cientos o miles de libros; su hábito era la lectura y desde joven con varios tópicos. Parte de su vida es el arte de la literatura, con episodios, relatos y sagas con su existencia de otros amigos y familia. Flaminio Bonilla Isaacs, mi padre, tuvo la retentiva y la remembranza colectiva del pueblo. Era un hombre vertical, con una conducta digna, siempre con su franqueza y sapiencia, con su coraje y paciencia, su templanza y también su ironía, de su chanza y humorismo.
En la Revolución de Guatemala del 20 Octubre de 1944, mi papá tenía sólo 18 años. Era un patojo en 1939 e ingresó al Instituto Nacional Central para Varones (INCV). En ese octubre se aconteció a toda la ciudadanía que sintiera la necesidad vital del cambio de Gobierno y de lograr una atmósfera de libertad política, a mi padre le generó un gran sentimiento de euforia. Mi papá lo primero que hizo fue entrar a la política con el Frente Popular Libertador, cuando se capitaliza la simpatía y respeto de todos los guatemaltecos; luego fue parte del Partido Revolucionario y por último del Partido Renovación Nacional. Todos estos partidos funcionaron con autorización de las leyes del país y de ningunos de ellos en sí, como entidad política, que pudieren hacerse tachas o señalamientos de partidos extremistas, al contrario partidos reformistas, revolucionarios y moderados, con propósitos de impulsar por natural evolución, cambios y reformas viables y necesarios. En la realidad nacional, con la idiosincrasia, sentimientos religiosos, las etnias, sus tradiciones culturales, históricas y familiares, etcétera. Como dije, estos tres partidos políticos mencionados, fueron entidades de composición heterogénea que inducían a su equilibrio y donde se agrupaban los diversos estratos sociales y económicos del país. También mi padre militó, por escaso tiempo, dentro de la organización juvenil denominada ALIANZA DE LA JUVENTUD, de lo que después pasó por un proceso para partidos políticos.
Otra disgregación que también es ineludible, con este paréntesis obligatorio, seguramente, ustedes han escuchado miles de veces en voz de los políticos la palabra “parteaguas”, o peor todavía, les gusta utilizarla. Mi padre siempre tuvo un antes y un después. Si usted busca “parteaguas” en el diccionario, no la encontrará, y mucho menos si desea localizar la definición de la manera en la que se usa como sinónimo de hito, es decir, como sentido figurado de un acontecimiento.
Y mi padre tuvo un antes y después, porque recuerdo a muchos amigos de mis padres: Francisco “Pancho” Villagrán Kramer, Adolfo “Fito” Mijangos López, Roberto Morales, Milton Zepeda, Ángel Valle, Hiram Sosa, Félix “Tabla” Castillo Milla, Miguel Ángel “Plátano” Ortega Mérida, Mario “Caulas” Guerra Roldán, Mario Aguirre Godoy, Carlos “el Huevo” Guzmán Böchler, Irvin “el Choco” Aguilar Fuentes, José “Chepito” Solís, Mario “la Cuca” López Larrave, Alfonso “Poncho” Bauer Paiz, René “el Choco” Búcaro Salaverria, Jorge Mario García Laguardia, René “el Choco” de León Schlotter, Gustavo “Colash” López Sandoval, Ramiro Aragón Ordóñez, Carlos Roque Muñoz, Oscar de León Aragón, José “Chepe” Barnoya García, Héctor “el Bimbo” Zachrisson Descamps, Carlos Alberto “Tarzán” Velásquez Calderón, Carlos Escobar Armas, Héctor “el Azuacuán” Ramos, Carlos “Quetzalito” Dávila Rangel, Guillermo “Willy” Matta Amado, Ernesto “Neto” Ruiz Sáenz de Tejada, Alfredo “el Canche” Bonatti Lazarri y su hermano Albino; los hermanos Rafael, Edmundo y Gonzalo “el Purrón” Zea Ruano, Ricardo Estrada Aguilar, Edmundo Vásquez Martínez, Marco Tulio Molina Abril, Julio Lowenthal Matheu, Fernando Van Der Henst Beteta, Rafael Gordillo Macías, Francisco “don Paco” Gularte Cojulún. Y también están los hermanos, llamativos Atilio y Flaminio Bonilla Isaacs y su primo hermano Plinio Grazioso Isaacs, quien era militar y economista, mi tío Plinio y fue mi padrino de graduación de abogado, él fue Gerente del Banco del Ejército, luego Presidente del Banco de los Trabajadores y de último Presidente del Banco de Guatemala.
Todos estos amigos tenían carisma, distinción y originalidad. Mi padre siempre los tuvo en su corazón, con su aprecio y afecto. Espero que ninguno se haya quedado con este olvido en el tintero de la historia y de nuestras vidas, de sus amigos “y sus cuates”. Muchos de esos compañeros “puros amigos” se matricularon en la Facultad de Derecho, para ser juristas. Fue en el Salón General Mayor de la Escuela de Derecho, ahora Salón “Adolfo Mijangos López” de la MUSAC zona 1. Mi padre entró en el año 1946 en primero (1°.) con los Prolegómenos al Estudio del Derecho con la obra clásica del Dr. Eduardo García Maynez, primera edición en 1940. Mi padre, con sus compañeros y varios maestros eran sus preceptistas, y esos “patojos” ya estaban listos para iniciar una etapa histórica de esos “muchachos” que querían ser abogados. Su introducción para prepararse para ser togados con jóvenes, éticos, rectos, íntegros con honestidad y honradez, con mucho coraje, brío, energía y firmeza. Para forjadores los nuevos abogados con un concepto moral de Dignidad, Justicia, Derecho y Solidaridad.
Otra época de mi padre y porque al tiempo quería ser jurisconsulto y tuvo la decisión de trabajar, cuando tenía un de 20 años, y empezó en la Administración pública, sólo trabajó en el Ministerio de Hacienda y Crédito Público (ahora Ministerio de Finanzas Públicas), primero como 1º. Oficial y después Secretario Ejecutivo del Departamento de Bienes Nacionales y Licitaciones.
Para Bonilla Isaacs, fue siempre indispensable el conocer la historia de Guatemala, en la vida de quienes especialmente eran influencia sobre los destinos de cualquier nación. Como dijo mi padre en otras anécdotas; la caída del gobierno democrático del coronel Jacobo Árbenz Guzmán, ese nefasto del 27 de junio de 1954, la intromisión extranjera que utilizando la bota de los milicos guatemaltecos y pagados gringos mercenarios con la intervención imperialista, con el “Ejercito de la Liberación”, ligado a “Movimiento de Liberación Nacional” –MLN– con el traidor al mando del coronel Carlos Castillo Armas; se nos terminó la Libertad de aquella nuestra “Diez años de Primavera”. Esa primavera se inició el 20 de Octubre de 1944 y después fue sepultada en 1954 por la contrarrevolución. Esta nuestra historia fue totalmente rota y sin esperanza, sin democracia y sin libertad. Esta verdad para mi Primavera, se interrumpió nuestra epopeya de nuestra revolución guatemalteca y que nunca se renueva. Mi padre fue amante de la libertad de expresión de todas las corrientes ideológicas y un revolucionario de corazón, siempre “recuerdo sus días en que pudo defender el derecho de nuestro pueblo a ser libre”. (Continuará)