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Está casi terminado en abril o mayo de 2025, otra aventura con un nuevo libro. Es un homenaje a mi padre. Estas andanzas como picapleitos, columnista, político y escritor. Esta pequeña obra con el ritmo de la prosa, hay anécdotas reales entre mi papá y yo, porque los dos somos letrados. Esta prosa tiene un estilo con individualidad y personalidad, con un lenguaje natural a través de la peculiaridad, tiene versatilidad de temas que presentan amplios relatos periodísticos, crónicas, ensayos, políticos, filosóficos etcétera. Este libro tiene el ingrediente con la prosa literaria real, jamás ficticia. Con esta prosa se pretende hacer una representación fiel de la realidad. El autor crea escenarios y situaciones a partir de su imaginación con el objetivo de entretener al lector. En este libro como un lenguaje cotidiano y preciso, centrado en datos concretos con personajes e historias auténticas. Mi estilo es claro con pasajes, revelaciones y novedades, en forma lógica y estructurada, con claridad y comprensión, enfocados con conceptos y mi pensamiento, que surgen cosas y personas que son intensos con energía, un estilo libre y fluido, esas palabras se expresan de un modo más natural. Parte de mi vida es ser columnista de prensa, porque mis publicaciones son continuas con interés para el público, destinado a la orientación social, a la política y la divulgación de la cultura.
En este libro hay resiliencia, porque se refiere a la capacidad de sobreponerse a momentos críticos y adaptarse, luego de experimentar alguna situación inusual e inesperada, y luego a la normalidad. Esto le paso a mi padre, en varias épocas muy dolorosas, severas y crueles. Esa resiliencia es una aptitud que adoptan algunos personajes que se caracterizan por su postura ante la superación de una adversidad y de mucho estrés. Por esto se denomina “resiliente” a aquella persona que, en medio de una situación particular, es asertiva. Se convierten en una virtud, sufrimientos como, por ejemplo, el padecimiento de una enfermedad, la pérdida de un ser querido, la pérdida de cualquier parte de su cuerpo, la resiliencia es un término que deriva del verbo en latín resilio, resilire, que significa «saltar hacia atrás, rebotar». En esas anécdotas con mi padre y yo, algunas personas tienen que poseen ciertas habilidades y se descubren cuando se encuentran en medio de una situación difícil, y que logran superar gracias a su ímpetu de lucha y de seguir adelante, continuar y persistir.
Esta nueva obra se desarrolla cuando la primera revisión y leer la lectura, y entonces me subí con los rieles para no desviarme de mi idea exacta. Esa percepción mantuve para la comprensión y procuré tener una secuencia que cumpliera con la sintaxis y la semántica. El libro está dividido en capítulos entre mi padre y yo; otros solo con mi papá y división con distintos episodios con el autor. Como padre e hijo, hemos compartido acontecimientos, sucesos, anécdotas y relatos y varios tomos de historias, primero el amor y el cariño, el afecto y siempre compartimos el sentido del humor, hay algo que nos une, no hemos abandonado la razón y que nos llevó a estudiar el derecho fundamental, la política, la libertad, la justicia social, la fraternidad, la igualdad, la participación, el respeto y la democracia. Tuvimos un interés auténtico y legítimo para comprender las condiciones materiales de los guatemaltecos quienes buscamos caminos de bienestar, de ventura y tranquilidad. Y también evidenciar la mediocridad, la corrupción, el abuso y las injusticias.
Escribir y crear un libro es complejo, pero a veces si es fácil cuando se mira la historia, con la semblanza de un hombre ecuánime, solidario, un hombre digno, recto y justo, con sed de justicia, como fue mi padre. En este libro tuve como tarea, realizar relatos de historias y memorias, narraciones vitales, en esta pequeña obra de este escritor y columnista de prensa. Yo siempre he sido un hombre transparente, de concepciones precisas y abiertas, sin rebuscamientos, sin oscuridades, sin ambigüedades, jamás sombrías. Mi padre y yo, hemos defendido la justicia y la verdad; jamás fuimos deshonestos y cobardes, miedosos y pusilánimes. En un libro es necesario mantener la atención y la narrativa está con estancias en espacios y tiempos entrecortados. Y, a la vez, entrelazados, desunidos y vueltos a reunir. No debe ser una reseña cronológica de vida ni de actividades rutinarias. Deber ser una especie de novela de la vida real, con un “realismo mágico” como dice Miguel Ángel Asturias o Gabriel García Márquez, porque para mí es estremecedor, que cale en lo profundo de mi padre y con el lector, teniendo y mantenga, con el alimento de esa avidez, con la continuidad de los relatos con mi papá, que están en las próximas páginas y capítulos de esta pequeña obra de familia y de amor, con historias ciertas, precisas, puntuales y veraces.
Pero hoy, es necesario una disgregación y resulta ineludible, este paréntesis obligatorio, porque es parte de los Bonilla Valdizón en 1954 y 1955. Hay un dicho: “Dicen que detrás de un buen hombre, hay una gran mujer, eso no es cierto, ella va tres pasos adelante”, así fue mi madre. Margot Valdizón de Bonilla, con sus trabajos, sus desvelos, sentada frente a la máquina cosiendo algunos vestidos o pegada junto al horno esperando los pasteles, para entregarle a mi padre como abnegada compañera, el producto de su esfuerzo y ayudar con la comida, la renta, la luz y el agua, cuando mi revolucionario padre era un hombre perseguido por tiranos y asesinos, por simple y sencillamente ser un hombre de conciencia con ideas de avanzada, con rebeldía, y no tuvo jamás miedo a esos burdos “libertarios” ni a todos sus testaferros. Por ello me recuerdo, y llevo presente esa foto de familia que con usted y mi hermano nos tomaron algún día, en ese junio nefasto del año 54 y la porto cual testigo, “¡en forma tan infamante! adherida como afrenta en mi primer documento, un pasaporte imprevisto con el incierto destino del más desgraciado exilio”.
A mi amada madre, tengo en la cabeza y en mi corazón nuestros recuerdos de niños con mi hermano Sergio y yo, esos relatos que fueron muy claros y precisos, de tanto amor y vehemencia de solidaridad y afecto, de su siempre inseparable sostén y muleta presta para ayudar a mi padre. Esto me caló muy hondo tan profundo y tan recóndito en mi esencia siempre de hombre, que yo jamás pensaría que alguna otra señora hubiese sido mi Madre. Y me recuerdo de un relato en junio de 1983, que mi padre era un joven político que durante la violenta y nefasta intromisión de la Liberación en el 54, sufrió persecución y cárcel, me dijo: «En la política hay que avanzar siempre en el camino recto sin apartarse de él, superando obstáculos con fe y decisión, pero no debe darse un paso más y si es necesario retroceder, cuando la condición o el precio sean o signifiquen la distorsión de la verdad o el abatimiento de nuestras convicciones del más absoluto respeto a los permanentes e inmutables valores del hombre: Su vida, su honra, su dignidad, su seguridad, que desde luego y fundamentalmente son los grandes valores proclamados por el Cristianismo, del que debe nutrirse nuestro espíritu y que debe ser norte de nuestras actuaciones en todas las áreas del desempeño humano».
El libro está basado en hechos reales, con episodios y capítulos. Los padres de mi papá fueron Arcadio Bonilla Gómez, quien era peluquero y Trinidad Isaacs Barillas de Bonilla, ama de casa.
Hay muchos relatos, porque mi papá siempre tuvo el arte de contar anécdotas y muchas narrativas y esto pasó el 2 de enero de 1948 una ceremonia de gran vuelo, fue inaugurado el Instituto Guatemalteco de Seguridad de Social (IGSS), el Doctor Juan José Arévalo Bermejo, Presidente Constitucional de Guatemala -15 de marzo de 1945 al 15 de marzo de 1951-. En “la inmensa concentración de fuerzas populares en la Concha Acústica del Parque Central, hablaron los portavoces del proletariado: Manuel Pinto Usaga, Flaminio Bonilla, Víctor Manuel Gutiérrez, Hortensia Hernández Rojas, y todos ellos exaltaron la magnitud de la obra cumplida por guatemaltecos y extranjeros. César Meza, Salvador Saravia, Jorge Arias, José Rolz Bennet, Óscar Barahona Streber, Walter Dittel…” (un fragmento página 297 del Libro del doctor Juan José Arévalo Bermejo. “DESPACHO PRESIDENCIAL”). (Continuará)