Flaminio Bonilla

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En esta Navidad debemos tener amor, solidaridad, dignidad, justicia y democracia; poseer una ilusión con una chispa de dulzura, para que siempre permanezca en nuestros corazones, con la magia, el encanto y la fascinación que te acompaña. Hay una palabra que puede definir una de las fechas más especiales del año con la fantasía de compartir la alegría con la familia y los amigos.

En la fiesta de la Pascuas es propicia para trasladar la remembranza de las vivencias reconfortantes o las hirientes, de las penas y las alegrías, nuestras evocaciones cordiales y las que ni siquiera merecen ser recordadas por lo profundo que nos colaron y nos lastimaron, hay logros y sinsabores, de las luchas estériles y de aquellas que dieron buen fruto.

Mis logros del año dos mil veintitrés han sido muy pocos por la corrupción del gobierno. Debe recordarse las vivencias y formular recuerdos de todos aquellos amigos que se nos adelantaron y ya están en otros umbrales, rememorar su esencia de cuando estuvieron presentes y siempre muy activos, en los momentos preciosos de nuestra efímera y pasajera vida. Es necesario recordar a esos ausentes y la evocación, aquello que cayeron en la lucha de su insurrección en esta cruenta guerra, los que lucharon siempre con gran dosis de coraje, templanza, valor y osadía y siempre nos enseñaron, no estando tan equivocados, que aún en el camino insurrecto de la lucha armada, se pueden cambiar estructuras sociales y salir de estos estadios materiales y espirituales, tan groseros, lacerantes, agrestes y deprimentes, que ofenden a esta nuestra Guatemala, hace décadas burlada, tolerante y mancillada, por estos bestias, que han agraviado, agredido y pisoteado a esta Patria tan sufrida. Como hombre tengo aflicciones y congojas para calmar mis miedos, pero también soy una persona de siempre, que tengo un limpio arroyo de agua clara. El dos mil veintitrés fue una hoja tirada al viento, una huella que aunque dolorosa fue superada con entereza y valentía, con la ayuda de Dios, la familia, nuestros compinches, mis camaradas, que fueron y son parte de mi vida y aquellos que ya murieron, son una memoria que han quedado estampada en la ruta de la existencia y que es marcada por siempre.

Y sé que tengo “panas” valiosos, que en momentos oportunos me han tendido su mano franca y han servido de muleta para que me levante pronto de los tropiezos, obstáculos y caídas; me han apoyado en la victoria y en la derrota, también he compartido y gozado con sus logros, con sus brillos y sus conquistas. Siempre soy bendito, porque Dios está en mi camino y más factible darle el rostro al vendaval y salir siempre muy lúcido de cualesquiera inclemencia; le hice frente a los temporales, jamás cederle al fracaso y claudicar, sino darle ánimo de triunfadores, espíritu de conquista. Yo tuve de ejemplo a mi padre quien se fue en un frío enero hace casi diecinueve años. Mi papá se fue a vivir tranquilo, sosegado y muy paciente, él que fue un hombre noble, con un gran discernimiento, un ser humano increíble, vertical y muy bondadoso, de acendrada y enorme conciencia social.

Nos invade la morriña de tiempos ya idos que jamás volverán a nuestras vidas, pero nos llena un sosiego, paz y gozo; están mis amigos, sus valores y rebeldía, todos esos bandoleros, mis compañeros, con quienes luchamos en defensa del derecho, la equidad y la justicia, abanderando cruzadas contra los intolerantes, esos seres desgraciados que tenían a la muerte como compañera de vida; tuvimos sublevación y lucha, de revolución y praxis, por cambiar las estructuras oligárquicas, algo que nunca entenderlos esos rufianes vende-patrias, por la responsabilidad de este desastre que tiene la corrupción, la vanidad, la prepotencia, el cinismo, el abuso y la avidez insaciable de lucro y robo del régimen de esta banda de rufianes y atracadores, que es la pareja presidencial estos homosexuales despreciables, Alejandro Giammattei y su novio Miguel “Miguelito” “el Principito” Martínez Morales; los cien diputados corrompidos que no pueden ir a Disney. Y están muchos corruptos, podridos y perversos: Fiscal General, Jefe de la FECI, Jueces venales, Magistrados de la Corte de Constitucionalidad: la Fiscal María Consuelo Porras Argueta, el Jefe de la Fiscalía Especial contra la Impunidad (FECI) José Rafael Curruchiche Cucul, juez Fredy Orellana Martínez, Víctor Cruz Rivera; Magistrados de la Corte de Constitucionalidad titulares: Diana Josefina Ochoa Escriba, Leyla Susana Lemus Arriaga, Roberto Molina Barreto, Héctor Hugo Pérez Aguilera y Néster Mauricio Vásquez Pimentel y Suplentes: Claudia Elizabeth Paniagua Pérez, Juan José Samayoa Villatoro, Walter Jiménez Texaj, Rony Eulalio López Contreras y Luis Alfonso Rosales Marroquín; el Procurador de los Derechos Humanos, Alejandro Córdova Herrera y los Magistrados del Tribunal Supremo Electoral: Mynor Custodio Franco, Ranulfo Rafael Rojas Cetina, Blanca Odilia Alfaro Guerra, Irma Elizabeth Palencia Orellana y Gabriel Vladimir Aguilera Bolaños, los Titulares. Y mientras que Marco Antonio Cornejo Marroquín, Marlon Josué Barahona Catalán, Ervin Gabriel Gómez Méndez, Noé Adalberto Ventura Loyo y Álvaro Ricardo Cordón Paredes Magistrados Suplentes y los magistrados del Tribunal Supremo Electoral, que se quisiera lavarse la cara de su corrupción, como se dice al estilo de Karl von Clausewitz: “será una puta guerra, voy a acabar con toda esta puta justicia corrupta de mierda, será apocalíptico.”

Guatemala, atraviesa la más grave crisis institucional de su vida republicana, que jamás había estado en tanto riesgo la institucionalidad del Estado y al borde de la anarquía, porque existe una total falta de autoridad moral y de legitimación por parte los Organismos, el Ministerio Público (MP), el presidente Alejandro Giammattei nos muestra lo que sabíamos, que el presidente ha sido un servidor y lacayo, como coautor y cómplice, de “un poder paralelo preexistente, que operando desde las sombras, es financiado por cuantiosos recursos obtenidos de acciones y omisiones ilegales y criminales. Esta situación ha operado durante décadas, paralelamente al funcionamiento del Estado, generando un clima de inmoralidad en la administración pública, de desasosiego popular y de malestar ciudadano, que finalmente deviene en un estado de indignación nacional.

Y ahora hay un liderazgo nacional que ha llegado para representarnos al electo presidente, Bernardo Arévalo de León, con la estructura de un equipo con la vicepresidente Karen Herrera Aguilar. Hoy debe colectivizar ese liderazgo, y quienes se incorporen a él y deben hacerlo “en cuerpo y alma”, y estar dispuestos a “jugársela” en esta contienda patriótica. Porque los liderazgos deberán poseer la doble cualidad de tener un horizonte definido hacia el cual caminar con firmeza, al mismo tiempo que tengan la flexibilidad necesaria para comprender la gradualidad de los procesos de transformación. Arévalo tiene las cualidades de honradez y capacidad para ser un buen presidente.

Arévalo es parte de mi generación, igual que nosotros tuvimos una vida voraginosa, turbulenta y precipitada, en aquella época vivida en los anhelados años 60, 70, y 80, lo que se despertó en muchos de nosotros, algo que traíamos dentro, esas nuestras inquietudes e ímpetus revolucionarios y nuestra visión utopista o pragmática de un futuro mejor para Guatemala, porque fuimos actores de una juventud rebelde, vanguardista y revolucionaria. Donde teníamos vivencias siempre emanados del alma, algunas reminiscencias recordando a esos rebeldes, siempre leales amigos, compañeros de escritorio y cercanos familiares de equilibrada conciencia de su opción hacia los pobres, que se fueron a las montañas a realizar su utopía aunque arriesgando la vida y por ello a muchos de ellos se los llevó a la muerte y llegaron hasta el Cielo, donde salió a recibirles ese grande hombre llamado “Jesús El Nazareno”, quien en su estancia en la tierra fue siempre “el primer rebelde”, un valeroso y osado tremendo gran guerrillero, quien llenó toda la historia con su ternura y pobreza, su apego a sus semejantes, ofrendando su bondad y su dulzura, con ilimitado amor y esperanza, cuando por todos los hombres de aquellos tiempos y de todos los tiempos, en algún lugar del Gólgota dio su vida por nosotros en forma muy despiadada, bárbaros, crueles e irracionales, con extrema saña le golpearon, torturaron, latigaron y clavado en una cruz se asfixió crucificado.

Algunas reflexiones del año que termina le hablo a la familia, mi mujer Diana, mis hijos: Andrés el soltero; Pablo y Javier y sus esposas, “la Gaby” y “la Regis” y mi hija mayor Cristina, mi nieta Marcela “la Marce”, nuestro nieto el pequeño Tadeo”; mi hermano, mi cuñada y mis sobrinos. Porque la casta que son el grupo como el sostén y guía, porque ellos han crecido fuertemente en cordura, prudencia y reflexión. Y de cuanto he aprendido y recibido consejo, orientación y sabiduría en mi vida, de quienes he asimilado verdaderas lecciones de vida. Para mis amigos, quienes me han animado y con quienes he compartido en la búsqueda de la excelencia. Y los de mi cofradía, todos aquellos que han reconocido mis victorias pero que también me han apoyado en la derrota.

Y termino mi columna con una deliberación para razonar y pensar en estas épocas de Navidad, que no pasan jamás desapercibidas en el devenir de nuestra existencia y por ello pensamos, meditamos e idealizamos en muchas cosas y aspectos de nuestra presencia terrena. Esto es positivo, porque como seres humanos, nos marcharemos para siempre algún día, ya que hemos nacido para vivir y para morir. En estas frías estancias y vientos decembrinos, debemos hacer un repaso sobre las metas alcanzadas, las que no logramos y los escollos que encontramos en el camino. Siempre es oportuno pensar en la cotidianeidad de nuestras vidas y lo que de ella hemos compartido con los seres maravillosos que nos rodean. Debemos pensar en la familia y en los amigos, en sus triunfos y sus tropiezos, sus victorias y sus reveses, sus hombros siempre afectuosos, su calidez humana y amistad solidaria, su mano siempre tendida enalteciendo la vida, su integridad, su sinceridad y su llaneza.

Bendiciones a todos ustedes y que el Niño Dios, esté con sus familias en estas fiestas de meditación; que no seamos esclavos de la dictadura del consumismo en Navidad, que es exorbitante, derrochador, exagerado y desmedido; que se torna en un trasiego mercantil dominante, que nada tiene que ver en absoluto con los reales y ciertos valores de solidaridad, paz, misericordia, piedad y amor que nos trajo el Niño Jesús cuando María alumbró en Belén, no en una cuna de reyes, sino en un humilde pesebre.

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