Flaminio Bonilla

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Flaminio Bonilla Valdizón
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… Es importante el enfoque axiológico de lo que entendemos por democracia, pero resulta una tarea problemática situar el marco teórico en que debemos conceptualizarla. Pero cuando la entendemos como una forma de vida que se afianza y halla su base en la comprensión, la solidaridad y la cooperación que debe privar en los hombres que pretenden realizar su destino dentro de esta forma política de ser, es que nos hemos aproximado a entender que es una filosofía general de la vida humana y de la vida política un estado de espíritu como decía Maritain. Por ello la idea de persona y de dignidad humana es un elemento fundamental de la democracia, pero de la democracia concebida dentro de un esquema de libertad y de un verdadero estado de derecho, dentro de esa situación de legalidad en que se encuentra asentada la comunidad nacional. Pero no basta tener el marco conceptual de la democracia, no basta la implementación jurídica y política de un estado de derecho, no basta el axioma teorizante de la libertad. Debe hacerse un enfoque serio, honesto y realista de la democracia como sistema de vida, de los derechos y deberes que la democracia trae anejos, hacer la evaluación del ejercicio de esos derechos, localizar los errores que pudieron cometerse, identificar las motivaciones de la transgresión, para luego con un sincero propósito de enmienda, acometer todo aquello que tenga un claro significado y objetivo de dar firmeza y primacía a los valores y derechos de la persona humana, reconociendo que la democracia es también un sistema político en que el hombre es el eje del mundo y la razón primaria de toda elaboración doctrinal y de construcción del ordenamiento jurídico.

En este país, es absolutamente deficiente la administración de justicia porque completamente la corrupción está impartida por los tribunales de la República; y están cooptados todos los tres organismos del estado: Organismo Judicial, Organismo Legislativo, Organismo Ejecutivo y el Ministerio Público, la Corte de Constitucionalidad (CC), la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH), Tribunal Supremo Electoral (TSE) y la Contraloría General de Cuentas, se han involucrado en el tema de justicia, equidad, rectitud, imparcialidad y derecho, una virtud que nos ha sido enseñada, como el dar a cada uno lo que le pertenece; pero que como virtud y como ideal, es lamentable que se haya quedado en los textos de estudio, en el campo doctrinario y en la fría letra de los códigos, no teniendo una dinámica correcta, consciente y honesta, en su aplicación por parte de algunos juzgadores.

…En Guatemala, no tenemos ni paciencia para soportar a esta camada de rufianes, ladrones, saqueadores y ladrones de Alejandro Giammattei y su Gobierno. Tenemos un Estado fallido, un fracaso social, político y económico; un gobierno ineficaz y débil, los culpables de estas crisis son los gobiernos. Porque recriminar no se la podemos endilgar únicamente a los poseedores del gran capital los Caciques y la oligarquía y el mercantilismo empresarial, ni solo a los militares protectores y comparsas del pasado y ahora. La mayor culpa la tienen los políticos compadres del saqueo, la corrupción y la expoliación de nuestro país. Hay hombres que empuerca las instituciones democráticas, que debieran ser la más valiosa conquista del hombre social. Pareciera que en Guatemala NO hay Estado, NO hay República, tenemos un Estado fallido, quebrado y estamos frustrados.

Es oportuno recordar las palabras del ex‑Decano del Colegio de Abogados de Madrid, el ilustre abogado don Ángel Osorio, cuando dijo que «el patrimonio principal del hombre es su dignidad y no hay dignidad segura sin justicia que la ampare».

…En fin, en un país tercermundista como el nuestro, se conjugan una serie de factores que constituyen escollos en el sendero de la justicia. De esa sensación de satisfacción que experimenta el ciudadano cuando un Juez reconoce un derecho, porque es un letrado honrado y honesto, un funcionario judicial diligente y capaz. Entre juzgadores y fiscales, debe privar la aceptación de los errores, desterrar esas posiciones de un academicismo rígido y prepotente y tener como propósito reencaminar procedimientos, con el fin de lograr una pronta y cumplida justicia. La implementación en las instituciones de criterios autoritarios y despreciativos, las hizo perder credibilidad en el pasado y por ello deben revisarse sus acciones con un profundo espíritu de seriedad, solidaridad y responsabilidad, a fin de que su continuidad histórica sea la más correcta y adecuada. Ello lo hemos repetido infinidad de veces y seguiremos velando por una institucionalidad eficiente, sin aberraciones y sin vulneraciones. No es aceptable que con más de treinta y ocho años de haber escogido e iniciado como sistema de vida una democracia, aunque incipiente y la ciudadanía honrada y decente ya se está colmando, y un día podría ser el pueblo, quién arme un tumulto social de graves e insospechadas consecuencias y no serán solamente piedras, sino tetuntes y balas, los que lamentablemente atentan contra las instituciones.

Como un ciudadano que espera vivir en libertad dentro de un estado de derecho, como hombre que le ha concedido un valor supremo a la justicia, no puedo sentir más qué asco y decepción cuando conozco fallos y actuaciones judiciales, en los que no se observa la idea y la severidad de la justicia: dar a cada uno lo que le pertenece. Quienes acatamos y cumplimos las leyes, aceptando los ordenamientos jurídicos como la única forma de convivencia social, quienes propugnamos por mantener el diario convivir dentro de un esquema de derecho, nos sentimos defraudados, golpeados moralmente y desatendidos en nuestras justas reclamaciones, cuando nos encontramos ante funcionarios que no valorizan la justicia, que obran en contra de la razón y conculca el derecho.

Seamos honestos, realistas y correctos. Nuestra jus­ticia tiene una inclinación tremenda. Esa balanza, le quebrarán el día un brazo a la diosa Temis, porque su equi­librio no es justo, favorece al poderoso y al delincuente de cuello blanco y atropella al débil y al indefenso. Estimo que las instituciones tienen una estructura, debemos reformar el Estado con leyes importantes totalmente humanas; los hombres con su accionar los que han desprestigiado al sistema, a un sistema naciente que no merece ser atropellado, a un sistema democrático, republicano y representativo, que debe ser fortalecido con una convivencia libre y espontánea, que conduzca a los hombres a vivir con leyes y disposiciones que regulen adecuadamente el comportamiento social.

Formulamos el anterior prolegómeno porque derecho, moral y libertad deben correr de la mano. La moral requiere rectitud de los propósitos, pero no solo se preocupa al decir de Giorgio del Vecchio, por el fuero interno del sujeto, ni el derecho considera únicamente la exterioridad de las actitudes; la moral asimismo demanda que actuemos con rec­titud y hagamos que cristalicen en actos nuestros propósitos y el derecho no busca de manera exclusiva la mera adecuación exterior, la simple legalidad, sino también atiende a los resortes de la conducta. Y la libertad ¿por qué hablar de ella? En el cotidiano vivir entendemos a la libertad como la ausencia de trabas, pero esto es relación con animales y cosas. Es ésta una acepción simplista. Debemos de con­siguiente distinguir la libertad como atributo de la voluntad del ser humano, de la libertad como derecho. Los romanos decían: «libertas est potestas faciendi id quod Jure licet» ‑la libertad es la facultad de hacer lo que el derecho permite‑. Por ello es que debemos encajar esa libertad en el ámbito jurídico, hablar de la libertad jurídica. Debe dis­tinguirse la libertad del querer, como hecho, de la libertad jurídica, que es una facultad que se deriva de una norma. Y si la libertad deriva de normas de conducta humana que el propio hombre se ha dado, la libertad tiene límites, tiene freno, trae implícita responsabilidad. Es una libertad realizada y vivida dentro de los límites de la moral y el derecho, una libertad ética, una conducta libre, pero sin libertinaje, sin abuso, sin coacción, sin infracción, sin quebrantamiento, sin violación. Entonces podemos afirmar que no puede existir un estado de derecho sin una firme sustentación moral, que la libertad del hombre debe cor­responder a la moralidad, que la democracia implica liber¬tades de índole diverso pero ejercidas y desarrolladas dentro de patrones éticos, dentro de un régimen legalista, dentro de un régimen de justicia. Solo un comportamiento humano que recoja esta forma de entender la democracia, la libertad, la moral y la justicia, podrá frenar la crisis valorativa en que se hallan inmersos muchos sistemas y sus instituciones. Podemos afirmar que nuestro país tiene creada la infraestruc­tura jurídica sobre la cual se sustenta un estado de derecho y un régimen de legalidad, pero es necesario enfrentarnos a la crisis moral que ha socavado los más profundos cimientos de nuestra sociedad. Las instituciones representan la más valiosa conquista de la vida del hombre en sociedad y en su accionar deben implementarse criterios y patrones que no sean autoritarios y despreciativos, para que se afirme su correcta y adecuada continuidad histórica. Es necesario pues, revisar las instituciones democráticas con un profundo espíritu de responsabilidad, honestidad y solidaridad. Recordemos que las instituciones por sí mismas no tienen una significación ética, sino es el hombre quién le inyecta y transmite el vigor de su catadura moral. No podemos negar que, en la sociedad guatemalteca, en las instancias políticas, en el ámbito público y privado se ha vulnerado el valor de las instituciones, se las ha atropellado y en nombre de la liber­tad y de la democracia, se han cometido tremendas ar¬bitrariedades y abultadas injusticias. Algunos miembros de la clase política han sido y son prepotentes, vanidosos, abusivos y han frenado el encauzamiento eficiente, adecuado, sin groseras vulneraciones, sin aberraciones jurídicas, de un régimen de legalidad que permita a Guatemala llegar a ser un día una Nación con un sistema de vida verdaderamente democrático. Bien dice Eduardo Valdovinos, que en algunos se despierta un apetito insaciable de lucro, un vicio por el placer material, un encumbramiento desmedido de algunas ac­tividades fútiles. Eso se dio en parte de la clase gober­nante se tomaron y se agarraron del árbol de la celebridad con una aureola de infalibles nacida de un fatuo prestigio. No se conformaron con una existencia austera, sino buscaron el lujo, el derroche, el despilfarro desmedido, y despreciaron a una clase de donde alguna vez muchos de ellos salieron cargados de ilusiones y proyectos, de sueños y aspiraciones, pero que pronto trocaron por la opulencia y hartazgo de ellos y la pobreza y miseria de otros.

De último es atinado para el candidato del domingo 20 de agosto, Arévalo ganará y será el Presidente del país y la candidata Sandra Torres perderá. Hace unos días en un mitin, esta señora habló como sirvienta una criada, abusiva y vulgar, “se le fue el cobre”, dijo esto: “Los dos, Movimiento Semilla todos son afeminados y un partido de huecos”, así se refirió a la presidenciable de la UNE, Sandra Torres a los integrantes de la agrupación política contra la cual compite por la Presidencia. Esta señora dijo hace diez días hizo como siempre una agresión cobarde.

Movimiento Semilla no necesita ataques, Torres tiene burlas grotescas y su barco se sigue hundiendo solo. Arévalo es un hombre culto, preparado, inteligente, un estadista, conocedor de la realidad nacional y se desenvuelve con educación y respeto. Su contrincante es una verdadera vulgar, grosera y ordinaria. Pero es increíble después de tanto ataque Semilla, lejos de perder popularidad cada momento sube y subirá aún más.

Sandra Torres una tipa mentirosa, falsa, llena de patrañas y calumnias. Torres es la eterna candidata siempre haciendo campaña negra, infinidades de menú y su repertorio de mentiras, embustes y sus farsas. Sandra Torres, una tipa sórdida, que quiere ser presidenta de este país, pero a ella No le toca ser presidenta y nunca. Y de último el 7 de lunes agosto NO fue al Debate en Prensa Libre, Guate visión y La Red Radio y la candidata de la (UNE). NO afrontar al debate porque es una pusilánime, miedosa, no tiene ni espíritu ni le gusta las situaciones arriesgadas, es medrosa y cobarde.

Y cierra la columna de hoy con el octavo mandamiento del Abogado, inspiración del maestro Eduardo Couture: «Ten fe en el derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la justicia como destino nor­mal del derecho; en la paz, como sustitutivo bondadoso de la justicia; y, sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual no hay derecho, ni justicia, ni paz».

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