La efectividad práctica del Estado guatemalteco, siempre ha sido muy deficiente y sumamente débil, porque quienes detentan el poder económico y político, no han sabido ni querido honestamente, implementar y encauzar las directrices y alcanzar los objetivos económicos, sociales y culturales más adecuados a la realidad de la comunidad nacional, olvidando intencionadamente a la población más pobre y marginada del país. A los desposeídos y a los condenados a la miseria, se les ha mantenido por años y décadas dentro del horror de las más escalofriantes estadísticas del subdesarrollo y del hambre. La corrompida clase política y ciertos círculos de poder han sido los únicos culpables de esta angustiosa situación, que ha mantenido y ahora orillado al país al borde del estallido social, con las desastrosas consecuencias de una nueva guerra civil que traería para todos el ente social.
Ante las crisis debe darse el cambio social entre todos sus órdenes, debe propiciarse y darse una metamorfosis de actitudes y de comportamientos. Y en esta coyuntura actual, que definitivamente esperamos marque el inicio de una nueva época, deben darse los pasos correctos, priorizando necesidades y problemas, haciendo frente a los más urgidos por la comunidad.
El país se ha estancado en su desarrollo y es inhumano el aspecto de la SALUD de la población; en el ámbito de la EDUCACIÓN, seguimos con iguales índices de analfabetismo, incultura y falta de escuelas y maestros; en INFRAESTRUCTURA de CAMINOS seguimos teniendo en aislamiento a la mayoría de las comunidades agrarias de la República; en SEGURIDAD la ciudadanía sigue a merced de la delincuencia con el flagelo del narcotráfico con un narcoestado, se ha enseñoreado y somos un país puente, un paraíso financiero del lavado de narcodólares y ahora un productor de droga en gran escala. Estas son prioridades sociales y económicas, primero del bien común, democracia, equidad, justicia, pluralidad etc., que serán parte del nuevo gobierno del Presidente Arévalo de León. Entendemos que todas son prioritarias, pero destinados a ellos los mejores esfuerzos e invirtiendo con honradez y con espíritu y solidaridad de Nación, podremos vislumbrar el inicio de este cambio social. Creemos que esto puede hoy lograrse porque si la honestidad de Arévalo, es también el principal atributo de sus colaboradores, Guatemala podrá por fin cambiar su rumbo.
En cuanto al cambio político, la INMORAL clase política debe depurarse. Se debe desterrar por siempre la participación en cargos públicos, de todo individuo perverso, deshonesto, ladrón y corrupto. De modo frontal y decidido se les debe negar el acceso a su participación en la conducción del Estado guatemalteco; afirmar y depurar a los Secretarios, los Comités Ejecutivos y los Consejos Políticos de los partidos. Debe iniciarse una urgente reforma a la legislación electoral y al funcionamiento de los Partidos, para hacer de los mismos cuerpos intermedios de efectiva participación en la toma de decisiones de su vida orgánica, dándole un poder real de convocatoria y resoluciones a sus comités municipales y departamentos, no solo en la elección de sus autoridades locales partidarias, sino en la escogencia de sus candidatos a cargos de elección popular, pero sin la presión de las cúpulas de mando y dirección centralizada, eliminar perennemente la figura de los delegados a las Asambleas Nacionales del Partido, porque ello se ha prestado siempre al manipuleo del Secretario General.
Debe crearse un cuerpo legal que regule el régimen de formación y funcionamiento de todo tipo de organizaciones políticas, creando dentro de las mismas, una real y verdadera democracia interna, una participación y consentimiento efectivo y respetado, en lo que no se dé el caudillismo ni el vasallaje a un personaje; crear mecanismos de control y acción totalmente independientes entre los diversos órganos internos de dichas organizaciones, aunque sin que por ello, se rompa el principio de autoridad y responsabilidad, pero que se desligue su accionar de la subordinación y sujeción a unos miles de pícaros constantemente que son la cúpula del liderazgo corrupto. Igualmente eliminar la elección indirecta que se realiza con el burdo mecanismo de listado nacional de diputados etc., etc. En fin, son diversos los aspectos que deben ser reformados en la Ley Electoral y de Partidos Políticos.
Debe impulsarse una legislación que reestructure a los partidos políticos, que los depure, que los oxigene. Propiciar la existencia de los partidos no solo como agrupaciones de ciudadanos organizados de forma permanente, para conquistar el poder público y legalmente, sino sobre todo, que su verdadera finalidad sea realizar un programa político social que alcance a las grandes mayorías. Porque a decir del sociólogo argentino, Alfredo Poviña, esos son los elementos fundamentales de los partidos.
Debemos comprender el rol nacional e histórico de los partidos políticos, verlos con enfoques democráticos, y siguiendo al escritor español Jorge Xifra Heras, entender que su caracterización sociológica los presenta como formaciones sociales integradas por un vínculo sociológico y un fin político. Porque debemos aceptar que los partidos son en nuestros días, una realidad sociológica de la cual no podemos prescindir. Por ello estamos con Semilla.