Flaminio Bonilla

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Flaminio Bonilla Valdizón
flamabonilla@gmail.com

Varias columnas una Saga con mi padre, sus anécdotas y relatos de sus amigos, que verdad es la añoranza vivencial de su educación en la Escuela de Derecho, la inquietante y rebelde juventud que estas décadas de los cuarenta y cincuenta, que fue su generación, quienes empezaron a formarse en sus aulas, que recordaron insignes y eminentes maestros, que fueron sus guías y ejemplo en la formación social y humana que pudimos alcanzar muchos de su formación. Estoy con narrativas de mi padre y yo; pero ahora esta digresión que resulta ineludible para situar las figuras del Héctor Horacio “el Bimbo” Zachrisson Descamps.

Uno de ellos muchachos “cuates” que fueron un enero de 1949 a América del Sur en un avión Douglas C-26 de la Fuerza Aérea Guatemalteca (FAG) y se los dio el Doctor Juan José Arévalo Bermejo, Presidente Constitucional de Guatemala. Veinticuatro (24) patojos que seguro en esa etapa de su vida tuvo un fuerte arraigo, una raigambre que estoy seguro fue muy positiva en formación como profesional, pero sobre todo en su actuar como hombres conscientes, que entiende la insuficiencia de nuestros sistemas, lo injusto de nuestros estamentos sociales, lo inhumano de nuestras posiciones y lo angustioso de nuestra situación como nación. Esos muchachos en su etapa universitaria que tuvieron la compulsión de seguir formándome y conociendo más y más de su aberrante y desviada realidad y destino social, de seguir tratando de buscar lo positivo de aquel entendible nihilismo en el que nos encontramos de esa generación. De esos veinticuatro muchachos están tres vivos, Mario “Caulas” Guerra Roldán, Mario Aguirre Godoy, aquí está Héctor Zachrisson Descamps de sus 100 años de vida, que tuvo su formación social, moral, un erudito de su generación. A mí me invade la morriña, antes con el papel, lápiz y por la computadora; empiezo a dibujar relatos y vivencias y no puedo dejar de recordar a los forjadores de esta generación de los 40ª. y 50ª. No puedo dejar de sentirme vivo al lado de todo ese grupo de abogados universitarios, que nos enseñaron a diferenciar entre la libertad y la opresión, entre la dignidad y el vasallaje, entre la justicia y la arbitrariedad, entre la decencia y la inmoralidad. Compañeros universitarios en quienes jamás tuvo asomo la antinomia y el desdoblés, la farsa y la irracionalidad; “el Bimbo” fue abogado y político siempre a lado de los correctos, acertado y respetuoso, fue magistrado y Presidente de la Corte de Constitucionalidad, con su defensa de la Constitución, libertad y democracia. Y siempre guardián del orden constitucional y la magistratura. Zachrisson y otros magistrados verdaderos, oportunos, legítimos e idóneos, estos abogados que sí significan sus togas, que tienen dignidad. Pero ahora están en esta presente Corte de Constitucionalidad, cínicos, indignos, ordinarios y corruptos; algunos como estos magistrados, que se pintan como leguleyos y chicaneros.

“El Bimbo” fue un filósofo del derecho y la sociología, un acucioso investigador científico de lo justo, sensato y honesto; pero en el aspecto humano de Zachrisson fue un hombre vertical, valiente, útil a la causa de lograr la justicia social y el bienestar para todos los hombres. No fui personalmente amigo de “el Bimbo” pero si fue camarada y compañero de mi padre, por ello le conocía y sabía de su hombría de bien, un hombre innovador rebelde una intelectualidad, un hombre pensante, justo, solidario, con su valor y templanza.

Esta crónica y reseña es pequeña pero grande en su vida. Por ello Héctor Zachrisson si «enlaza los principios filosóficomorales que sustenta en teoría con la conducta que tales principios le llevan a observar en la práctica». El “Bimbo” si es una «conducta moral». “Bimbo” es otro «De los de siempre» de Otto René Castillo; «de los que nunca incrustaron su cobardía en la carne del Pueblo. «El Bimbo” es hoy amigo de siempre y de muchos más, ahora con sus 100 años de vida.

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