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De acuerdo con el informe de Latinobarómetro 2024: Los latinoamericanos, llamados así por los franceses a mediados del Siglo XIX y retomado por los actuales norteamericanos, aún creen en la democracia. A diferencia del 2023 donde menos del 50% creían en la democracia en América Latina (48%), en el 2024 ya es el 52%, una tímida mayoría, el que apoya a la democracia. Este indicador no debe tomarse como un fuerte apoyo a la democracia sino más bien como un indicador de la resiliencia de la democracia en la región, esto es, un «a pesar de». 

El «a pesar de» se interpreta en diferentes países de varias formas. En Guatemala, el gobierno de Bernardo Arévalo y Karin Herrera inicia el 2024 con una aceptación arriba del 80% pero decae casi inmediatamente. Lo que es interesante es ver cómo el apoyo a la democracia en Guatemala ha cambiado según informes anteriores, esto es, el 2023: «Guatemala registra la tasa de apoyo a la democracia más baja de toda la región (29%), con un retroceso de ocho puntos porcentuales desde 2020, cuando alcanzaba un 37% de apoyo», dice el informe de Latinobarómetro 2023. 

En términos generales, para los 17 países estudiados hay un leve crecimiento del apoyo a la democracia en el informe 2024, pero enormes retos que la misma democracia no parece resolver, dos principalmente: Economía y violencia. Los gobiernos democráticos, al no resolver los problemas cotidianos, económicos y la violencia reinante en varios países latinoamericanos abren las puertas al autoritarismo y al populismo, caso concreto el de El Salvador. 

Costa Rica, un país al que viajé varias veces durante el 2024 y 2025, otrora un país ejemplo positivo de una democracia funcional, en el 2023 ingresó a la lista de las democracias con problemas. Ciertamente, mis conversaciones con académicos «ticos» me dejó la sensación de preocupación del deterioro de su democracia. Según el informe 2023: Costa Rica: «Tiene una pérdida importante, de once puntos porcentuales de apoyo a la democracia, desde un 67% en 2020 a un 56% en 2023, un aumento de indiferentes al tipo de régimen de diez puntos porcentuales, del 12% en 2020 al 22% en 2023, y un crecimiento de cinco puntos porcentuales de quienes apoyan el autoritarismo, desde el 11% al 16% entre 2020 y 2023». Estos datos reflejan el problema estructural de la democracia en América Latina. 

Según el informe de Latinobarómetro indica que en Colombia: «hay un 48% de apoyo a la democracia, que aumentó cinco puntos porcentuales desde el 43% en 2020. La indiferencia al tipo de régimen disminuyó un punto porcentual, del 33% al 32% entre 2020 y 2023». Estos datos respaldan el gobierno democrático del presidente Gustavo Petro. Sin embargo, el país se ha polarizado conforme pasa el tiempo. Otros indicadores como el ranking Edelman Trust Barometer indica que Colombia aparece consistentemente en los rankings en los primeros puestos de los países polarizados de América Latina junto a Argentina. De hecho, los datos de los informes recientes, Latinobarómetros 2024 podrían interpretarse como que más que la resiliencia de la democracia lo que hay es una fuerte permanencia de la polarización. 

La democracia en América Latina es un proceso que no tiene ni medio siglo, 50 años, luego de aquella ola dictatorial que nos tuvo debajo de la bota militar desde Paraguay hasta Guatemala, desde Alfredo Stroessner hasta Efraín Ríos Montt. Nuestra democracia es incipiente, por lo que hay que fortalecerla. Para hacerlo hay que resaltar algunas de las conclusiones de Latinobarómetro, que aquí reúno, esto es, reúno posibles conclusiones de los informes 2023 y 2024, sus últimos dos informes, problemas que hay que afrontar:

 

  1. La cooptación de la élite por grupos de interés que son una barrera importante a la democratización. 
  2.  El voto no decide en demasiadas ocasiones, deciden tantas veces los grupos de interés, decide la corrupción, el poder económico a través de personeros no electos, deciden unos partidos políticos atomizados con poca organización y poder. 
  3. Hay enorme concentración de poder económico, y un Estado débil, a la democracia le cuesta mucho imponer la ley, porque los que tienen el poder económico tienen demasiados instrumentos para hacer su voluntad, no la del pueblo. 

El camino a la democracia no es fácil, pero sí queremos mejorar las condiciones de vida de todos los latinoamericanos, debemos fortalecer nuestras instituciones, eliminar la corrupción y mejorar la eficiencia de nuestras débiles democracias, eso urge. Hagámoslo ya latinoamericanos, porque si no es ahora, no será nunca. 

Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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