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A partir de los llamados por alfabetización científica de finales del Siglo XX iniciados en el seno de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, AAAS por sus siglas en inglés, y seguidos por el Consejo Nacional de Ciencia, NRC, por sus siglas en inglés, ambos en el corazón de la política educativa norteamericana, aparece la ingeniería en la educación obligatoria. Tenemos una larga historia de la matemática en la educación obligatoria. Desde el inicio de la Escuela Pública como institución social los alumnos han tenido que aprender matemática.

Primero, el conocimiento matemático escolar ha sido considerado de crucial importancia para los alumnos, tanto para sus capacidades individuales, sus capacidades laborales como para su participación social. Lo mismo sucede con lectura y escritura: Aprender a leer es esencial para la democracia, esto es, para la participación social informada y crítica, así como estudios sociales, historia y otras áreas cognitivas que son materias escolares en cualquier parte del mundo. Pero ingeniería, ingeniería no, porque se supone que es lo que se estudia en la universidad o en un tecnológico.

Entonces, como si no fuera suficiente que los alumnos tengan que aprender matemática, lectura y escritura, estudios sociales y un largo número de materias ahora los llamados son para que aprendan ingeniería. Y ¿por qué?

Es claro que la ingeniería profesional se enseña en las facultades de ingeniería y en los tecnológicos superiores, pero la ingeniería escolar es un producto de los llamados de alfabetización científica. La lógica detrás de este llamado es que la ingeniería es fundamental para la sociedad y aunque no todos tienen que ser ingenieros hay elementos de la ingeniería que sirven para construir ciudadanía, capacidades críticas de la población. Explico.

Desde que nacemos hasta que morimos, todo lo que nos rodea es obra de artesanos, diseñadores, constructores, arquitectos o ingenieros. Los autos donde nos movemos, los aviones que tomamos, el teléfono que usamos, etc. Pero los productos de la ingeniería no son éticamente neutrales. Tienen un efecto positivo o negativo en la sociedad. Un sistema de distribución de agua tiene en el mejor de los casos un efecto positivo, pero pudiera también dejar a ciertos sectores sin agua. Todo diseño de ingeniería tiene efectos positivos, negativos, efectos colaterales no intencionales, efectos desconocidos que son impredecibles. Una planta hidroeléctrica pudiera producir electricidad limpia para una comunidad, pero tiene posibles efectos secundarios que los ciudadanos o habitantes de comunidades rurales deben conocer previo a que se haga. Las minas a cielo abierto en Guatemala en general tienen efectos negativos que los ciudadanos y comunitarios deberían conocer para aceptarlas o no.

Así que la lógica detrás de la introducción de la ingeniería a los sistemas escolares obligatorios no es para convertirlos en ingenieros ni mucho menos, no. Es para tener un conocimiento básico de la naturaleza de las ingenierías y las tecnologías, así como de sus efectos positivos y negativos, colaterales, anticipados o no, para que nosotros los ciudadanos participemos en decir que es lo que como sociedad nos conviene.

Los enormes problemas del tráfico en ciudad capital de Guatemala son una ausencia total de un entendimiento científico y tecnológico del transporte público y una ausencia de alternativas de transporte, asociado a la necesidad de tener ciudades satélites donde las personas se ven obligadas a dormir mientras pasan cuatro horas de tráfico cada día. Es una incapacidad total de alfabetización tecnológica. La crisis del agua que se genera en ciertas zonas de la ciudad de Guatemala y en Mixco y en otros lugares alrededor de la capital es el resultado de una enorme indiferencia e incapacidad en la gestión de agua: Ausencia de entendimiento de la ingeniería con funciones sociales.

Estos son problemas de ingeniería que deben ser entendidos por los concejos municipales y por los ciudadanos para poder participar en planes coherentes y realistas para mejorar la eficiencia del transporte público y mejorar la gestión del agua, ambos problemas de ingeniería con enormes repercusiones sociales. Estos solamente son dos ejemplos, pero hay muchos problemas más que afrontar. Por eso, los y las ciudadanas deben conocer elementos clave de la ingeniería para opinar, mejorar la calidad de vida en sus comunidades.

Ojalá el Ministerio de Educación reconozca lo fundamental que es la introducción de la ingeniería en los sistemas escolares como parte de la mejora del pensamiento crítico de los futuros ciudadanos y de los actuales estudiantes. Ya hay algunos ejemplos concretos de esto a través de lo que se llama STEM, ciencia, tecnología, ingeniería y matemática como el dirigido por Waleska Aldana. La apertura de más de 500 institutos de educación media también abre una ventana de oportunidad para la introducción de elementos de la ingeniería en el currículo de la educación obligatoria guatemalteca.

Para eso hay que revisar los ejemplos de otros países. En Australia la ingeniería y el «design thinking» son parte del currículo nacional desde 2015; en Estonia los niños de primaria aprenden robótica básica y análisis de sistemas. En México, desde donde escribo, hay un intenso movimiento STEM. En Finlandia, Canadá, Alemania, Inglaterra, Colombia también hay ejemplos exitosos de la inclusión STEM en el currículo.

Es hora de que en Guatemala incluyamos a la ingeniería en el currículo de la educación obligatoria para mejorar el pensamiento crítico de nuestros estudiantes. Hagámoslo ahora, porque si no es ahora, no será nunca.

Nota: Fernando Cajas fue investigador asociado de la American Association for the Advancement of Science (AAAS) en Washington DC, de 1998-2001, donde estudió el conocimiento de la ingeniería como conocimiento escolar y organizó el primer congreso de la AAAS-Project 2061 de aprendizaje de la tecnología en 1999.

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