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Este martes 18 de noviembre se aprobó una enmienda a la Ley de Alianzas para el Desarrollo de Infraestructura Económica, ley de «Anadie», donde se integra al CACIF, Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras en el concejo de aprobación de proyectos, el directorio. La ley busca que el Estado tenga mayor agilidad para aprobar proyectos para el desarrollo de infraestructura en alianza con el sector privado. El directorio de aprobación de proyectos quedó integrado así: ministro de Finanzas, director ejecutivo del Programa Nacional de Competitividad – PRONACOM, presidente del CACIF, presidente de la Cámara de la Construcción. Esta discusión nos recuerda el papel de la iniciativa privada en un país. 

Una sociedad humana está integrada al menos por tres subsistemas; El económico, esto es el que produce bienes y servicios, el político, que maneja el poder y el cultural, el que construye identidades. El subsistema económico de producción de bienes y servicios ha sido visto como el fundamental y de hecho lo es toda vez que las necesidades básicas de una sociedad son los alimentos, el vestido, la vivienda, el transporte, todo esto desarrollado en general como empresas privadas. Pero atrás de esta aparente simplicidad hay una tensión entre lo público y lo privado junto a tergiversaciones sobre la primacía de lo privado sobre lo público. 

En Guatemala el CACIF ha generado la narrativa de que son: «el sector productivo del país», algo difícil de creer cuando el país realmente depende de la gente trabajadora, no de empresarios que heredaron de sus padres megaherencias mal habidas, muchas veces. Esa narrativa es: «El CACIF es motor del desarrollo de Guatemala». Eso es falso, solamente las remesas representan el 20% del Producto Interno Bruto, PIB. En el 2024 las remesas alcanzaron 22,000 millones de dólares, que no genera el CACIF, a menos que estén en el negocio de la migración ilegal. 

En Guatemala la economía informal, no calcífera, es de aproximadamente el 22% del PIB. Ya solamente entre el aporte de los migrantes en los Estados Unidos y la economía informal hacen casi el 50% de la economía guatemalteca. Nada de eso toca el CACIF. 

A eso hay que agregar las pequeñas y medianas empresas guatemaltecas, aquellas empresas innovadoras que se encuentran en lugares como San Francisco El Alto, Momostenango y muchos municipios y aldeas en todo el territorio guatemalteco no cacifero. De hecho, la pequeña y mediana empresa aporta casi el 40% del PIB, un 70% de los empleos en Guatemala vienen de lo pequeño, de la mediana empresa, no de la mega empresa. Ciertamente, algunas empresas medianas integran al CACIF. Así que la narrativa de que el CACIF es el sector productivo no es tan cierta.  

Lo que sí es cierto es que el CACIF ha estado detrás de los golpes de Estado de Guatemala. El CACIF ha sido la parte más rancia de la derecha política guatemalteca que quiere tener privilegios porque muchas de sus empresas realmente no son tan eficientes ni innovadoras como dicen. El CACIF es el principal responsable de la expulsión ilegal de la Comisión Contra la Impunidad, CICIG. Fueron ellos que luego de verse acorralados y obligados a salir a pedir perdón por sus fechorías, perdón que ya sabemos que fue del diente al labio, como hacen los hipócritas. Fue el CACIF el que financió realmente la candidatura letal de Jimmy Morales, un payaso que jamás hubieran contratado para ninguna de sus empresas, pero sí lo pusieron de presidente explícitamente para expulsar a la CICIG. 

A veces creo que el CACIF puso al rector Walter Mazariegos porque está metido en todo lo público corrupto, en más de 60 mesas directivas desde donde controlan todo. ¿Por qué? Porque son ellos los que se sienten dueños de este país. Por eso ahora quieren jugar a juez y parte en el consejo de la pobre ley «Anadie», que realmente así integrada no beneficiará a nadie.  

Los trabajadores, los empresarios honestos, quienes cada día se levantan para cumplir sus sueños a pesar de tanto obstáculo, tanta violencia, tanta trampa y tanta corrupción, no tienen que ver con el grupo politiquero del CACIF, a quienes hay que sacar de todos lados porque realmente son una peste. Estos rancios son tan descarados que recientemente felicitaron públicamente a Consuelo Porras, imagínese Usted. Ya con eso está dicho todo. 

Por esto y por muchísimo más, un futuro sin CACIF no solo es deseable, sino que debemos hacerlo posible. Hagámoslo guatemaltecos porque si no es ahora, no será nunca. 

Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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