«Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron». Apocalipsis 21:4.
En su misa matutina, el Padre Toribio sorprendió a sus fieles, en el occidente del país, en San Marcos, cuando en ella extiende el significado del libro bíblico de Juan, Apocalipsis o Revelación, hacia las personas malas que están destruyendo a Guatemala. Como si ofreciera el paraíso, como lo hace el autor del texto original Juan mientras escribía en una cárcel en la isla de Patmos, en una cueva donde trasladaba sus visiones al manuscrito, el padre Toribio reescribía el Apocalipsis. Ese paraíso descrito por los cristianos primitivos ya encarcelados ofrecía un mundo sin dolor, sin injusticia.
El mensaje del párroco es enfático al ofrecer un paraíso donde «ya no habrá consuelos porras, gracias a Dios; ya no habrá rafaéles, curruchiches, gracias a Dios, y no habrá más cintyias monterrosos ni freddys orellanas, gracias a Dios». El mensaje del padre Toribio identifica con claridad a los que él llama los «malos», bíblicamente hablando, los malos que solamente piensan en ellos, son unos egoístas dice el padre.
Ciertamente el Padre Toribio identifica correctamente a esos seres egoístas, manipuladores de la ley, productores de injusticia en Guatemala, pero no identifica a los verdaderos causantes. Estos son marionetas de un grupo de pseudo guatemaltecos, escondidos algunos en cámaras empresariales. Otros son chafarotes, militaroides, exmilitares que se sienten traicionados porque ya no tenemos gobiernos dictatoriales, como ellos quisieran porque desde el autoritarismo fue que amasaron sus grandes fortunas cuando los genocidas militares dirigían al país obedeciendo al mismo grupito de dueños de la finca llamada Guatemala. Es lo que se llama una elite depredadora que utiliza sirvientes, como los que menciona el padre Toribio, pero detrás de ellos hay estructuras criminales internacionales de países antidemocráticos y algunos «democráticos» que les permiten lavar dinero, usar capacidades autocráticas construidas para doblegar a la democracia.
En fin, la democracia guatemalteca pelea contra una elite depredadora nacional, el narcotráfico nacional e internacional y países antidemocráticos que apoyan corruptos a cambios de cuidado y lavado de capitales. Son redes que se dedican a la migración ilegal, al trato de blancas y al trasiego de drogas. Es una pelea desigual. Si fuese solamente Consuelo Porras, la misma debió salir volando cuando los ciudadanos detuvieron el país por semanas. Pero no. La señora no se movió. Lo mismo con las decenas de sanciones hacia Porras. Eso no le importa a la señora porque esta nueva ola de sirvientes de los antidemocráticos, de los autocráticos, de los golpistas, son cínicos. Ni la fuerza de un país entero fue capaz de sacarla del puesto de fiscal general. Ni las sanciones de decenas de países le ha dado vergüenza alguna. No tienen vergüenza estos golpistas.
A diferencia de la contrarrevolución de 1954, cuando los movimientos sociales podían aún verse en términos de izquierda versus derecha, de comunistas versus capitalistas, donde existían dos grandes bloques que definían el poder mundial y donde se creía en la verdad, ahora no. Los movimientos mundiales ya no son bipolares sino multipolares, en donde países antidemocráticos (Rusia, China, Venezuela, El Salvador, Cuba, Nicaragua, Polonia y muchos más) han sido cooptados por grupos de delincuentes, cuyo único interés es hacerse rico, amasar fortunas y mantener sus privilegios. Ya no hay ideología alguna que defender. Eso sí, defienden la autocracia, atacan la democracia porque desde el autoritarismo pueden robar a sus anchas.
A las autocracias modernas, como la guatemalteca, les han capturado sus sistemas de justicia y juegan con sus valores democráticos como si fuesen un trapo sucio. Utilizan el sistema de justicia a su sabor y antojo como lo han demostrado sendos informes internacionales, desde los informes de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, CICIG, hasta los recientes informes de los relatores de Naciones Unidas. Tienen a su servicio una infraestructura de abogados del mal, que les indican cómo debe combatirse la democracia. Cuentan con fondos provenientes de sus múltiples atracos al erario público y también fondos de los mismísimos narcotraficantes que sostienen a un sistema de justicia cooptado para que sea posible seguir el robo, el uso del Estado para servicios de redes nacionales e internacionales. Son dueños de minerías, dueños de empresas, dueños de constructoras, dueños del capital. Son los que mandan.
En el caso de Guatemala, estas redes criminales no solamente tienen por objetivo traerse al suelo al gobierno democrático de Bernardo Arévalo, no. Quieren convencernos que la democracia no sirve: Que un gobierno democrático es débil, que es timorato, que no es eficiente. Pero son ellos los que lo debilitan, son ellos los que lo hacen timorato, son ellos los que lo hacen ineficiente. Tienen enorme capacidad para pagar cientos de netcenteros para crear una red social a favor de la autocracia, echándole la culpa a Arévalo. Dicen la mentira de que Arévalo no puede gobernar, pero no cuentan de que la verdad es que no lo dejan gobernar. Tienen comprado el Congreso, en su mayoría, son los cuatreros del Estado, son los protectores de narcos, mareros, redes criminales que les sirven para fortalecer su visón antidemocrática, oportunista.
Ahora vienen elecciones de instituciones democráticas, desde la elección de magistrados al Tribunal Supremo Electoral, TSE, hasta la mismísima elección de un nuevo fiscal general. Para la conformación del TSE el Congreso de la República aprobó el Acuerdo Legislativo 10-2025 que entrará en vigencia el miércoles de la próxima semana, 19 de noviembre. La comisión que postulará a los candidatos a magistrados del TSE será dirigida por el actual rector de la Universidad de San Carlos de Guatemala, un ser ampliamente conocido en el bajo mundo de las redes criminales como quien roba todo cuanto toca, desde su puesto actual hasta la misma dignidad universitaria.
Así las cosas, los corruptos, los golpistas, los antidemocráticos, se han encargado de ubicar a los esclavos, a sus sirvientes en puestos clave para sostener una democracia de juguete.
Nos encontramos, entonces, con una pseudodemocracia construida a la medida de los corruptos, nacionales e internacionales. Si bien el padre Toribio Pineda identifica con claridad a los actores visibles del Ministerio Público, los verdaderos dirigentes están en otros lados y otros países. Por lo que, si queremos defender la democracia, debemos entender las autocracias modernas. Debemos revisar las pocas investigaciones locales sobre la forma en que el llamado pacto de corruptos ha capturado al Estado. Debemos saber que los líderes de estos movimientos antidemocráticos poseen mansiones mal habidas, capitales mal habidos, todo mal habido. Pero lo que más poseen es la profunda convicción que es posible derrotar la democracia y con ello proteger sus capitales y eventualmente instaurar un orden autocrático, dictatorial, donde triunfen los caudillos, los dictadores, quienes nos retrocederán en el tiempo físico y político. Eso no debemos permitirlo.
Debemos proteger lo que queda de democracia en este lastimado país, para rescatar alguna esperanza. Debemos hacerlo ahora, porque si no es ahora, no será nunca.







