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Mientras Bernardo Arévalo viaja al Vaticano a besarle la mano al Papa la fiscal general viaja a Polonia. ¿Por qué? Porque la fiscal general tiene asesores políticos funcionales que entienden la forma en que se construyen las autocracias, esto es, se destruyen las democracias, mientras que Bernardo Arévalo sostiene asesores y algunos ministros ineptos que solamente cavan la tumba política del mismo presidente y de la democracia guatemalteca. 

Polonia es un Estado autoritario, autocrático, que fue cooptado por el partido político Ley y Justicia, como lo ha documentado la brillante Anne Appleboum en su excelente libro El ocaso de la democracia. Es el equivalente del partido político Vamos de Guatemala, el de Alejandro Giammattei y su pareja amorosa y financiera Miguel Martínez. Aunque el sistema judicial polaco se basa teóricamente en el principio de separación de poderes, las reformas desarrolladas por Ley y Justicia han generado serias dudas y críticas a nivel nacional e internacional sobre el grado de su independencia real, como en Guatemala. Lo más dramático de la visita diplomática de la que de hecho parece gobernar Guatemala, Consuelo Porras, es que en Polonia el fiscal general es a la vez el ministro de Justicia:  El sueño del Pacto de Corruptos. 

Muchos países europeos han sancionado a Consuelo Porras por sus acciones antidemocráticas en Guatemala. Polonia y Rusia son de esos pocos que no lo han hecho. Realmente son coyotes de la misma loma, ella una coyota chapina que se especializa en destruir la poca democracia nuestra, ellos, Vladimir Putin, un perro viejo ruso que caza echado y Karol Nawrocki, el presidente polaco, un ex director de un museo de la Segunda Guerra Mundial, llevado como monigote del desastre democrático creado por Ley y Justicia de Polonia, el hermano político de Vamos, otros cuatreros y ahora asesinos de la democracia. 

Por eso he indicado en esta columna de La Hora que el ataque de la democracia es un fenómeno mundial de redes criminales asociadas para mantener el poder y sus privilegios. Esas redes criminales que a veces se visibilizan como el partido político polaco Ley y Justicia o el partido político guatemalteco Vamos, pero también el Partido Patriota, el FC-Nación que han funcionado como organizaciones internacionales para lavar dinero, fortalecer alianzas criminales, apoyar a narcotraficantes, apoyar los negocios sucios por y para lo que están en el poder. Tienen operadores políticos en países autocráticos, que, aunque formalmente se llaman democráticos en el fondo no lo son. Han capturado a las instituciones democráticas, particularmente al sistema de justicia.

La visita de Consuelo Porras a Polonia no es casualidad, refleja la existencia de un plan estratégico para consolidar el poder político de parte de los corruptos en Guatemala. Por eso es ridículo, ingenuo y hasta suicida no afrontar a estas redes criminales con toda la fuerza del poder que tiene Bernardo Arévalo, poder que le hemos delegado los guatemaltecos. Pero ni Arévalo, ni su apolítica vicepresidenta, ni muchos de sus ministros, ni los asesores parecen tener plan real y efectivo para sacar a la fiscal y menos defender la democracia. 

La planificación y ejecución del golpe de Estado en cámara lenta es un producto nacional de las élites depredadoras y de sus nuevos socios, los narcos y estructuras criminales que negocian con la migración y la trata de personas, con todo. Tampoco que los corruptos nacionales sean brillantes para atacar la democracia, realmente son estúpidos. Tienen el poder real, tienen recursos y planifican ataques ridículos a Arévalo. El más reciente juicio sobre la compra de medicina con Naciones Unidas, con UNOPS, refleja una novela melodramática.

Como si fuera una novela melodramática, trasladada a una serie televisiva repetitiva el Ministerio Público (MP) de nuevo enfoca su articulado ataque contra el presidente por haber firmado el convenio con UNOPS. ¡Ridículos! Deberían averiguar si existe o no dicho convenio macro con la ONU previo a Arévalo. Ese caso es ridículamente armado por el MP para crear mediáticamente una narrativa, falsa, de corrupción de Arévalo, una corrupción que no existe. Es un buen plan de los corruptos.  Quien escribe el guion de esta serie es una mente perversa y enferma y no dudo que tenga acento polaco. Ahora resulta que si el piloto del bus extraurbano, que de forma imprudente da un camionetazo y mata a un montón de gente es culpa del presidente. Resulta que, si no hay flores para las tumbas del 1 de noviembre, es culpa de la vicepresidenta. Resulta que, si la selección no clasifica para el mundial, es culpa de los ministros de Arévalo. Pero además todo esto lo tipifica Curruchiche como «delitos» del gobierno actual. ¡Vaya descaro! 

El ataque a la democracia es un fenómeno mundial apoyado por autocracias que se organizan en redes criminales con subsidiarias nacionales y mecanismos de mutuo apoyo internacional. Eso les permite transferir recursos, lavar capitales y compartir experiencias, caso en punto el viaje de Consuelo Porras a Polonia. Tampoco parece que nuestra diplomacia presidencial esté al día en su entendimiento de las relaciones internacionales. Los asesores presidenciales lo están menos. Creo que estos niños bien, como el comunicador Palomo y sus desarticuladas «rondas», no ubicarán a Polonia en un mapa geográfico sin ir a Google. 

Finalmente, la defensa de la democracia guatemalteca deberá hacerse por los propios guatemaltecos, por políticos inteligentes y honestos, competentes, que entiendan al país y al mundo moderno. Lo ideal sería presidente que usted entienda para qué lo elegimos: Para que afronte la corrupción. Todavía hay tiempo presidente. Aún tiene tiempo para cambiar a sus malos ministros, como al de Comunicaciones y consolidar a sus buenos ministros, como la de medio ambiente, el de salud, la de educación y el de desarrollo social, entre otros. Aún puede deshacerse de los ineptos asesores y buscar gente capaz que lo apoye para hacer un plan político y recuperar la justicia. Hagámoslo presidente Arévalo, pero hagámoslo ahora porque si no es ahora, no será nunca. 

Nota: Además del excelente libro El ocaso de la democracia de Anne Applebaum está su libro Autocracia S.A., ambos libros son referencias esenciales para entender cómo en el mundo los corruptos están destruyendo las democracias y cómo lo hacen en Guatemala también. Realmente hay que leer para entender, la IA no lo hará por nosotros.

Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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