El presidente Bernardo Arévalo denunció este domingo en cadena nacional, que Consuelo Porras y el juez Fredy Orellana son enemigos de Guatemala. Fue un discurso profundo donde el presidente, literalmente «somató la mesa». Quizás los guatemaltecos estábamos esperando ese discurso, el día de la toma de posesión aquel 14 de enero de 2023. Pero no lo dio entonces. Ahora el discurso del presidente llega un poco tarde, cuando ya los guatemaltecos están desilusionados de su gobierno. Es como dice el dicho aquel norteamericano “too little, too late”, muy poquito, muy tarde.
Lo que pasa con la democracia en Guatemala es parte de un fenómeno mundial de un ataque sistemático a la democracia. Los gobiernos autoritarios, cuyo objetivo es la riqueza individual, ya no tienen ideología alguna, son simples ladrones mundiales. Aquí a la par observamos cómo El Salvador se vuelve cada vez más autoritario, igual Centroamérica. El Norte no se queda atrás con su autoritarismo. Por eso es que las presiones diplomáticas de países democráticos no son suficientes. Consuelo Porras es parte de un sistema mundial de autocracias que la protegen por lo que poco le importa estar sancionada por 42 países. Se sienten poderosos estos corruptos porque se han organizado para seguir robando.
El discurso del presidente es importante, aunque sea a destiempo. Pero más que somatar la mesa debería tener un plan, una estrategia para proteger nuestra débil democracia. Ese es el plan de la defensa de la democracia. Hay que cuidar la democracia como el agua porque se nos escapa entre las manos, la perdemos. Yo espero que el presidente Arévalo pueda tener mejores asesores que le permitan visualizar una estrategia de defensa de la democracia. Se trata de crear un movimiento nacional capaz de hacer cambios profundos, inclusive llevarnos a una nueva constituyente.
Ciertamente tenemos enormes retos. El primero, la urgencia de una estrategia de defensa de la democracia, pero se requiere que el presidente entienda que estamos al borde de un Golpe de Estado. Por eso urge que el presidente le dé seguimiento a sus acusaciones. Si en efecto, Consuelo Porras y Fredy Orellana son parte de una estructura criminal, el presidente debe declararlos terroristas y actuar consecuentemente. Este problema no se resuelve en las cortes guatemaltecas porque están cooptadas. Las cortes están cooptadas. Este problema se resuelve retomando el control del sistema de justicia, del congreso y de las instituciones cooptadas.
Hemos entendido mal la democracia y pareciera que un presidente democrático tiene que ser bonachón, tierno y hasta ingenuo, no. Así no recuperaremos la democracia. El presidente tiene una Constitución que defender y la Constitución no le pide que le entregue el país a unas mafias. Estamos invadidos por corruptos que dirigen al sistema de justicia y el mismo congreso, o sea, dirigen al Estado, a las cortes, a las leyes. Ante la invasión de los corruptos el presidente debe sacarlos, debe reducirlos al orden. Por eso, más que somatar la mesa, requerimos de acciones concretas de recuperación de nuestras instituciones.
Pero la recuperación de la democracia no solamente es tarea de Arévalo, más bien es tarea de todos. No lo haremos desde la comodidad de nuestros hogares viendo televisión o desde nuestra plataforma favorita, sea X, Instagram o Facebook, no. Requerirá acción. Requerirá toma de conciencia. Requerirá participación. Requerirá la profunda convicción de querer un país que respete las leyes y se deshaga de corruptos en todas las instituciones. Así que luego de somatar la mesa, luego del discurso presidencial, nos toca a nosotros y al presidente actuar. Vamos guatemaltecos, actuemos, porque sino es ahora, no será nunca.







