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El gobierno revolucionario de 1944 inauguró en Guatemala las autonomías institucionales, legislando primero la autonomía de la Universidad de San Carlos de Guatemala, USAC. La declaración de la autonomía universitaria intenta resolver el enorme problema creado por los dictadores de finales del siglo XIX y de inicios del Siglo XX: Manuel Estrada Cabrera y Jorge Ubico, entre otros, quienes frecuentemente usurpaban funciones universitarias nombrando autoridades y controlando el currículo, controlando a la universidad, limitando la libertad de cátedra y reprimiendo a estudiantes. La capacidad de auto gobernarse era necesaria para el desarrollo académico, de tal forma que la universidad no fuera politizada ni utilizada por tirano alguno. 

Junto a la Universidad de San Carlos, el gobierno revolucionario declara autónomo al Banco de Guatemala y al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social IGSS. La autonomía municipal debió esperar hasta 1985 cuando se declara a las municipalidades autónomas, esto es, se les delega capacidades específicas en asuntos de competencia local. Con la emergencia de la democracia en 1944 las municipalidades habían quedado olvidadas. Pero la autonomía nunca fue conceptualizada como soberanía. Las instituciones autónomas gozan constitucionalmente de la atribución para decidir mediante sus procedimientos internos, pero deben estar sujetos a la autoridad del Estado por medio de la Constitución. 

Así, es importante evaluar las ventajas y desventajas que se han tenido a la fecha con la emergencia de la autonomía institucional. En lo que a la Universidad de San Carlos concierne, se evitó que la institución fuera controlada ya sea por el gobierno central, por el tirano de turno. Lo que era común a inicios del Siglo XX parcialmente se detuvo, ya que los profesores en general han gozado de libertad de cátedra, lo que no significa de que sean inmunes a las ideologías. 

A partir de la contra revolución en 1954, durante la guerra civil guatemalteca, la Universidad de San Carlos se alineó implícitamente, no de forma explícita, a los modelos políticos de la izquierda mundial, particularmente al marxismo. Eso explica porque los cursos de sociología y de humanidades de la San Carlos tenían una intensa carga social de la izquierda. Ciertamente, eso fue un error. Con el correr del tiempo el péndulo político osciló de tal forma que la otrora educación pública superior que era considerada como un bien público, se transformó en un bien privado, un bien particular. Los estudiantes asisten a la universidad no por razones sociales de tener una mejor sociedad, no. Asisten para tener un buen trabajo, para participar en el nuevo modelo económico que nos domina, el emergente capitalismo que en América Latina está pintado de neoliberalismo, que privatiza todo lo público que existe. 

Pero al final, la autonomía universitaria no ha servido para mejorar la calidad ni de la educación ni de la investigación científica, tecnológica y humanista de la San Carlos. Con la introducción de la Universidad Nacional en las comisiones de postulación en diferentes puestos políticos del Estado, pero particularmente de Altas Cortes, la universidad simplemente se politizó y se mercantilizó, se convirtió en una institución apetecible para los intereses de los politiqueros de turno. Junto a eso, la Constitución le da un porcentaje fijo del presupuesto nacional, lo que hace que emerja la mediocridad y no la meritocracia. ¿Por qué? 

Una institución que reciba un presupuesto seguro, de un porcentaje de los ingresos del Estado, siempre en crecimiento, puede ser buena o mala, muy buena sí sus miembros deciden trabajar para lograr sus objetivos o ineficiente porque lo mismo les da trabajar bien o trabajar mal, no hay meritocracia en la entrega de fondos y realmente no hay entrega de cuentas alrededor de los objetivos que le da la Constitución. Lo mismo da Juana que Chana. Bajo la figura de autonomía la Universidad Nacional se ha convertido en un monopolio ineficiente e impertinente que otrora temía de los dictadores de turno y ahora es capturada por rectores cuyo interés no es académico, es politiquero.  

Si el Estado requiere de educación pública superior de alta calidad hay que cambiar el modelo de autonomía universitaria. Urge la creación de un sistema de educación pública superior gobernado por un ministerio de educación superior que sea capaz de dar la dirección y el sentido de la formación universitaria para romper con el clientelismo existente en la USAC. De una forma tergiversada se ha pensado que la democracia debía guiar a la Universidad de San Carlos para que los docentes, los estudiantes y los graduados sean los que elijan a sus autoridades. Eso ha fallado rotundamente. Lo que ha emergido es la manipulación del voto y la exclusión de más de la mitad de la población universitaria que no tiene derecho a votar. 

A juzgar por los indicadores de calidad de la USAC, 10 % de eficiencia terminal en Derecho y así muchas facultades, larguísimos periodos de graduación y bajísima eficiencia terminal y nadie dice nada. Para graduarse en Derecho un alumno debe pasar en promedio 10 años en la universidad, lo que se repite en la mayoría de las carreras universitarias. De acuerdo con el QS University Ranking la USAC aparece en el puesto 191 de 200 (año 2023), casi de último. Compárelo con el puesto que ocupa la Universidad de Costa Rica, UCR, el 9 de 200. Pero lo peor es que la tendencia de la calidad académica es a la baja según el informe del QS University ranking. En el 2013 la USAC ocupaba el puesto 150, por lo que en 10 años bajó 41 puestos. ¡Qué barbaridad! La USAC está en caída libre en términos de su calidad a juzgar por indicadores confiables y nadie dice nada, ni el presidente, ni la vicepresidente, profesora de esa institución, pero quien se desentiende de la misma y se enfoca en sus clubes de ciencia. 

Pero lo peor de la educación pública superior guatemalteca es que no responde a las necesidades reales del desarrollo de los y las guatemaltecas. Es una institución autónoma cooptada por corruptos que se han enquistado en el Consejo Superior Universitario, con honrosas excepciones. Es el momento de crear un verdadero sistema de educación superior que incluya universidades públicas, varias, institutos tecnológicos de alto nivel, varios, escuelas superiores de arte, escuelas superiores de periodismo, de minas, de energía, de medio ambiente, de puertos, de tanto que necesitamos desarrollar. 

El desarrollo de la educación pública superior guatemalteca no requiere de autonomía, al contrario, requiere que la inversión que se hace en educación responda claramente a los lineamientos del Estado y que el Estado tenga los controles para dirigir a esas instituciones. La autonomía universitaria en este momento solamente es mal utilizada por los mismos captores organizados en redes criminales que mal usan una noble institución. El legado de la revolución de octubre de 1944 debe replantearse. Posiblemente, la autonomía del seguro social, IGSS, haya funcionado, o la autonomía del Banco de Guatemala fue una buena idea, o la autonomía del Deporte Federado esté funcionando, aunque lo dudo, pero la autonomía de la Universidad de San Carlos solamente es una palabra vacía de una cultura vacía. 

La autonomía puede ser útil o no, como todo invento humano. Aquí he presentado evidencia de que para la Universidad de San Carlos fue un mecanismo útil para evitar que tiranos siguieran controlando a la educación pública superior, reprimiendo y haciendo sus berrinches. Sin embargo, ya no es una forma de administración ni útil ni pertinente, toda vez que la institución ha sido cooptada y sus mecanismos de gobierno manipulados. Es el momento de cambiar esto a través de crear un nuevo sistema de educación pública superior. 

Presidente Bernardo Arévalo, vicepresidente Karin Herrera, ministra Anabella Giracca, diputados, incluyendo a Samuel Pérez, Raúl Barrera y José Chic, secretario de planificación, Carlos Mendoza, es función de ustedes hacer un replanteamiento de la educación pública superior para que esta no se esconda tras figuras trasnochadas como la autonomía para no dar cuentas académicas, para no ser pertinente, para ser usada con otros fines. El pueblo de Guatemala exige universidades públicas pertinentes, no manejadas por narcos ni por corruptos. Es tarea de Ustedes cambiarle la dirección a este barco universitario que se hunde. No evadan esta responsabilidad porque si no es ahora, no será nunca. 

Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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