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Mientras tanto en el Congreso de la República se reforma la Ley de Protección y Mejoramiento del Medio Ambiente (decreto 68-86) a través del nuevo decreto 09-2025 que exceptúa a iglesias, asociaciones benéficas y locales informales de realizar estudios ambientales. ¿Por qué? Sin duda algunos diputados están pagando favores a iglesias y asociaciones benéficas, posibles financistas ocultos en nobles instituciones o capturando votos disciplinados de iglesias para su reelección. Este es un retroceso para la protección del medio ambiente. Al mismo tiempo, las municipalidades siguen como si nada, mal recogiendo la basura, sin orden alguno, sin separación alguna y con tratamiento cero. Por lo menos la municipalidad de Quetzaltenango ha entendido plenamente que los residuos sólidos son un problema cultural. Ahora le ponen música de marimba local a todos sus camiones recolectores. ¡Vaya concepción de cultura, una cultura vacía!

Como si no fuera suficiente ver los ríos totalmente contaminados y convertidos en basureros o ver a los mismos basureros que los tienen las municipalidades a cielo abierto, sin control alguno, como si esto no fuera suficiente las municipalidades siguen mal manejando los residuos. La ley para la separación de residuos fue activada por la ministra Patricia Orantes. Los alcaldes se fueron a quejar rápidamente a la Corte de Constitucionalidad, CC, la que les dio la razón. La CC valoró más la autonomía municipal que la salud del pueblo. Debe ser un problema cultural también, esto es, los alcaldes dicen que está en su naturaleza cultural tirar la basura a la calle, no separarla, no tratarla. ¡Vaya cultura edil!

 

El Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN) recientemente realizó una inspección a hoteles en la cuenca del lago Atitlán. La muestra de la inspección fue aleatoria y revisaron 42 hoteles. ¿Sabe el lector cuántos hoteles tiran sus aguas residuales al lago con heces, con sólidos suspendidos, con nitrógeno? Cuarenta y dos de cuarenta y cinco: Si, el 95%, casi todos. ¡Qué barbaridad! Son hoteles, son negocios lucrativos que pudieran tener la capacidad de tener un sistema de tratamiento, pero no. Esa cultura de autodestrucción, de creer que son vivos y que pueden evadir las normas ambientales es lo que yo he llamado cultura vacía. Eso sí, venden los paseos al Atitlán como una actividad cultural, ponen hermosas fotos del lago en sus sitios web mientras literalmente envían sus heces y basuras al lago llevándolo a niveles de nitrificación capaces de matar la vida en el lago, eso es, de llevarlo a la eutrofización, ponerle tantos nutrientes, condición perfecta para la emergencia de cianobacteria. Esto es el producto de la cultura vacía.

El tráfico vehicular en las ciudades guatemaltecas es de locos. En la Ciudad de la Ermita, la Guatemala de la Asunción, los capitalinos y quienes viven en los alrededores, pero trabajan en la capital se pasan cuatro horas o más en sus autos o en los buses, para moverse unos cuantos kilómetros y llegar a sus trabajos. Los motoristas se mueven en esta jungla a su sabor y antojo, sin respeto de nada ni de nadie, mientras los gobiernos municipales y el gobierno nacional solamente parecen observar una carrera de motos. La municipalidad de Guatemala no intenta siquiera resolver el problema. El gobierno municipal ha sido cooptado por un mismo partido político donde los capitalinos votan y votan por tener a los mismos. A esta actitud autodestructiva le llamo yo cultura vacía.

En Quetzaltenango, a las horas pico, es imposible moverse en automóvil, o en alguno de los destartalados buses o las chatarras de microbuses que dan el «servicio» del transporte «público». La municipalidad de Quetzaltenango entendió la naturaleza cultural del transporte público y por eso tiene un simulacro de un vagón del Ferrocarril de los Altos, un triste pseudo tren montado en la estructura de un camión viejo, que le da un ridículo paseo a propios y extraños, haciéndolos sentir que están en el lejano Ferrocarril de los Altos. ¡Vaya cultura de la añoranza vacía!

Nuestros abuelos nos dejaron ríos limpios, montañas con árboles, con animales, con la diversidad de la naturaleza de inicios del Siglo XX. Para entonces apenas había un reducido número de motores de combustión interna de tal forma que no habíamos incrementado la temperatura del Planeta, no habíamos intensificado la explotación de petróleo, ni era necesario el craqueo (cracking), esto es, la descomposición de moléculas grandes de hidrocarburos para disponer de moléculas más pequeñas capaces de ser usadas más rápidamente. No habíamos dejado a los océanos como basureros de nuestros residuos, obligando a los peces a alimentarse de plástico. A eso llamo yo: Cultura vacía.

 

La democracia en el mundo está siendo atacada, pero lo hacen los corruptos, los autoritarios que no respetan ley alguna sino solo aquella que les conviene a ellos, a sus sicarios y a sus amos, los narco-empresarios modernos y los Estados autoritarios, porque no les gustan los pesos y contrapesos, ellos quieren ser reyes, reinas, como la reina de la impunidad guatemalteca: Consuelo Porras que ha llevado a todo un sistema de justicia a proteger corruptos y a atacar honestos. Esa es una cultura vacía.

 

Así que nos toca llenarnos de valor, de entender qué pasa en el mundo, en dónde hay experiencias exitosas con la democracia, dónde existen democracias funcionales que hayan reducido la pobreza, que den más oportunidades de desarrollo endógeno, que permitan vivir con mayor dignidad. Eso requiere honestidad, la honestidad de reconocer en dónde estamos mal para corregirlo, la honestidad de proponer soluciones, no solamente criticar, la honestidad que debe cimentarse en el hogar, porque no se puede, no se debe, ser candil de la calle y oscuridad de su casa. Eso es una cultura vacía.

 

La democracia no emerge en una cultura vacía. No emerge en medio de corruptos, ladrones de cuello blanco que roban dentro y fuera de las instituciones cooptadas. Pero tampoco emergerá en un pueblo de indiferentes que debe quitarse el lastre de la corrupción y la incompetencia. A juzgar por el tiempo perdido estos tres años, debemos reorganizarnos de nuevo, buscar líderes de verdad, trabajar, trabajar.  Debemos hacerlo, porque es la única opción que tenemos. Hagámoslo ahora guatemaltecos, porque sino es ahora, no será nunca.

 

 

 

 

Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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