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La democracia guatemalteca vive la crisis de las democracias del mundo. Los ciudadanos se encuentran desencantados de los gobiernos llamados democráticos toda vez que no logran resolver sus problemas cotidianos. Hay una profunda desconexión entre nosotros, los ciudadanos, los gobernados y ustedes, los que no nos leen, los que no nos entienden, los que no funcionan: Los gobernantes. Lo que caracteriza a la democracia guatemalteca, y a muchas democracias del mundo, es la desarticulación entre gobernantes y gobernados, entre ustedes y nosotros.

Ustedes, los gobernantes, ya sea los del Poder Ejecutivo, no parecen ejecutar nada de nada. Lo de ser «Poder» ejecutivo parece una broma, no tiene poder alguno, no parece que les interese el poder. El presidente del poder ejecutivo parece hacer de todo, menos ejecutar. Tiene miedo de todo y de todos. Para vetar un decreto se tarda una eternidad y ya los gobernados no sabemos si es que realmente vetó el decreto 7-2025 o si quería quedar bien con dios y con el diablo. ¡Qué indecisión por Dios Santo!

Presidente Arévalo, usted tuvo el apoyo mayoritario a la hora de la toma de posesión, ahora pelea por el último lugar en la carrera por la impopularidad con figuras como Sandra Torres y Consuelo Porras. Así que a juzgar por la percepción popular suya, presidente, la gente preferiría un gobierno autoritario eficiente y no un democrático ineficiente. Ciertamente defendimos la democracia mucho más de lo que usted mismo presidente y su vicepresidente, Karin Herrera, la han defendido.

Sus ministros apenas ejecutan presidente. Aunque hay algunos excelentes, como la de medio ambiente, que viene desarrollando una agenda con dirección y sentido, la mayoría de sus ministros, presidente, no logran arrebatarles a los corruptos el poder. La corrupción está tan enraizada que recuperar las instituciones resulta una tarea titánica. Los gobiernos anteriores dejaron capturadas todas las instituciones. A eso hay que agregar que hay ministros que no logran siquiera ejecutar su presupuesto. Eso ya se percibe como incapacidad, vea a su ministro de comunicaciones, un señor enojado que se la pasa de equivocación en equivocación y mientras tanto la infraestructura se encuentra en la calle de la amargura. Usted puso en el ministerio de comunicaciones primero a una arquitecta que sacó antes que la conociéramos, luego a Félix el médico y ahora a un militar enojado e incompetente. No puede seguir así presidente.

En varias ocasiones he tocado el urgente problema del kilómetro 189 de la carretera Cito Zarco, que une a Quetzaltenango con Retalhuleu, un socavamiento que ya se llevó media carretera y que el fin de semana se socavó aun más rompiendo las tuberías que le dan agua a San Felipe Retalhuleu, a las comunidades cercanas y a muchos hoteles en las cercanías del IRTRA. Y así seguirá el problema, hasta que haya un colapso total o un desastre que ojalá no sean vidas humanas. Pero parece que Usted no nos lee, ni a mí ni a Emilio Matta que ha hecho excelentes aportes aquí mismo en La Hora ni a muchos analistas más. Presidente, el problema del kilómetro 189 se viene reportando desde mayo. Han pasado más de 130 días sin que se haga algo.

Ahora, el problema es que no es solamente el olvido del kilómetro 189, también lo es la incapacidad mostrada en medio de resolver el problema en el kilómetro 144 de la carretera Palín-Escuintla, también el nuevo deslave en la carretera de la salida al Salvador. Lo mismo pasa con la falta de mantenimiento de las carreteras principales, no digamos las secundarias. No hicieron mantenimiento en época seca, ahora quieren hacerla en medio de los aguaceros. Ya no es posible. Lo mismo pasa en los abandonados puertos presidente. Lo mismo con el abandonado aeropuerto La Aurora.

La salida de una democracia decadente a una democracia funcional requerirá de un profundo replanteamiento de nosotros, los gobernados. Nosotros, los gobernados, debemos reflexionar sí queremos o no ser democráticos. La democracia asume que todos los ciudadanos somos iguales ante la ley. La democracia requiere participación ciudadana y eso se debe modelar en los hogares, escuelas, universidades, en las instituciones. Sí nuestros hogares están patas arriba no digamos que vamos a resolver el complejo problema social guatemalteco.

Las instituciones que forman nuestro país deben ser recuperadas, lo que solamente se hace con participación real, la participación de nosotros, los gobernados. Eso requiere análisis científico de la realidad guatemalteca, que los académicos y universitarios deben hacer, desde el análisis hasta la acción. Eso no se resuelve desde Twitter, ahora X, no se resuelve con gobernantes incompetentes, diputados corruptos que se recetan a su sabor y antojo escandalosos sueldos y que se reeligen en listados anónimos cada cuatro años. Eso, y más, debemos cambiar, nosotros, los gobernados para tener mejores gobernantes. Aunque el problema es complejo y a veces se ve imposible de resolver, hay que recuperar el poder para tener una democracia real y funcional para todos. Hagámoslo ahora guatemaltecos, porque si no es ahora, no será nunca.

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