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La democracia no logra crecer en Guatemala, ni siquiera emerger. Las semillas democráticas de la revolución de 1944 no fueron suficientes, no echan raíces. La lucha de cientos, de miles de guatemaltecos antes de aquel hermoso octubre de 1944 no fue suficiente. De hecho, antes del dictador Jorge Ubico ya estaban las semillas de la revolución, antes del otro dictador Manuel Estrada Cabrera, ya existía la lucha en contra del autoritarismo. El Siglo XX para los guatemaltecos fue un siglo de luchas fallidas porque desde el inicio del siglo hasta el final, los guatemaltecos no han podido vivir en democracia, exceptuando una década de revolución democrática obstruida por los mismos intereses de siempre, los oligarcas.

Luego de la revolución vino la contrarrevolución: Una pesadilla. Nuestros hermanos conscientes de la importancia de la defensa de los logros revolucionarios, dieron su vida en la cruenta guerra civil guatemalteca. Dieron su vida por una Guatemala buena. Era la época de la Guerra Fría, el enfrentamiento entre Estados Unidos, EE. UU. y Rusia, URSS. Fueron momentos difíciles para la misma vida en el planeta Tierra debido a la amenaza latente de una guerra nuclear evitada por el presidente Kennedy con los misiles nucleares ubicados en Cuba, apuntando a los Estados Unidos. Nuestra incipiente revolución guatemalteca de 1944 fue vista como un movimiento comunista, cuando no lo era. Era apenas la transición entre el feudalismo esclavista de la oligarquía de finqueros chapines hacia un incipiente capitalismo, al que aún no llegamos.

Vinieron los Acuerdos de Paz llamados de Esquipulas y el inicio de gobiernos democráticos que no fueron democráticos. El cinismo se apoderó de los políticos convirtiéndolos en politiqueros. Después, el cinismo se apoderó del sistema de justicia para convertirlo en un sistema de injusticia. La doctrina neoliberal, cuya receta era privatizar todo lo público fue seguida al pie de la letra por Álvaro Arzú. Luego vino un exguerrillero, Alfonso Portillo quien hizo la alianza del siglo con Efraín Ríos Montt, sí. Usted no lo va a creer, pero Portillo era de una ideología contraria a la de Ríos Montt, el genocida. Pero ambos se unieron en un abrazo para iniciar una democracia más falsa que un billete de 500 quetzales. Ambos, el de izquierda, Portillo y el de derecha, Ríos Montt, eran coyotes de la misma loma. Ambos, Portillo y Ríos Montt son ejemplo de descaro, impunidad y malvad que ha socavado cualquier rasgo democrático guatemalteco.

Llegamos a los gobiernos populistas del Siglo XX, todos enfocados en su visión neoliberal que parieron una democracia deforme ya que su principal objetivo nunca fue mejorar la calidad de vida de todos los guatemaltecos, no. Creímos haber llegado al colmo del populismo corrupto cuando la Comisión Internacional Contra la Corrupción, CICIG, demostró en carne viva la naturaleza de la corrupción que empezaba con la cabeza del Estado: El presidente Otto Pérez y la vicepresidente Roxana Baldetti eran los jefes de la clica. Pero como si fuera una pesadilla que se repite, el movimiento social contra la corrupción fundamentado en la CICIG fue seguido del movimiento contra CICIG, una especie de contra revolución.

Tuvimos elecciones en el 2015, luego de un intenso movimiento ciudadano para sacar a Otto Pérez y a Roxana Baldetti. ¿Qué se logró? Bueno, Pérez y Baldetti fueron encarcelados, se ganó esa batalla, pero no se ganó la guerra. La salida de la CICIG fue más que un plan de Jimmy Morales y de Alejandro Giammattei. Fue la planificación minuciosa de los líderes autocráticos, antidemocráticos, nacionales que Thelma Aldana denominó el Pacto de Corruptos como si fuese un grupo nacional. Pero no era así, no es así. Es un Pacto de Corruptos de naturaleza internacional.

Luego de las luchas ciudadanas en la defensa del gobierno legal y legítimo del recién electo presidente Bernardo Arévalo a quien el Pacto de Corruptos quiso derrocar desde el mismísimo día en que Arévalo pasó a segunda vuelta. El diseño para sacar a la CICIG no era solamente un diseño de líderes de la derecha recalcitrante guatemalteca, no. Ese fue nuestro error, creer que el Pacto de Corruptos era un grupito de oligarcas guatemaltecos que añoraban el pasado dictatorial guatemalteco. Pero luego de detener al país por semanas para sacar a la fiscal general, luego de que decenas de países declararon no grata a Consuelo Porras y a su grupito de golpistas, luego de un movimiento nacional e internacional para pedir que saliera la fiscal general y no lograr que la señora se moviera siquiera un centímetro, uno debería preguntarse por qué: ¿Qué poderes nacionales e internacionales sostienen al Pacto de Corruptos?

La democracia tiene muchos enemigos, entre ellos aquellos que creen que un sistema autoritario dictatorial da mejores resultados. Estos mismos suelen ser los que creen que hay razas superiores, ya sean judías opuestas a la palestina, o criolla opuesta a la indígena. Es la supremacía racista la que busca gobiernos autoritarios porque claramente no creen que todos los seres humanos somos iguales en el sentido de los derechos humanos que nos deberían proteger a todos, todas, lo que quieran, pero a todos.

Estos racistas que añoran los tiempos de Ubico en Guatemala o de Hitler en Alemania o de Mussolini en Italia, estos no son todos los enemigos de la democracia. Los enemigos de la democracia son actores nacionales e internacionales capaces de financiar el servilismo del sistema de justicia cooptado hasta los dientes. El cinismo con que actúan los antidemocráticos del sistema de justicia, violando la Constitución a diestra y siniestra, la impunidad con que ejecutan sus acciones autoritarias, utilizando la ley para defender corruptos sin que se les mueva un músculo de la cara, eso debe tener una explicación en los apoyos de los movimientos internacionales contra la democracia.

Cuando vemos a un Organismo Judicial hacer lo que se le da la gana con la Constitución nombrando magistrados de la Corte de Apelaciones sin hacerlo a través del Congreso, cuando vemos a un Ministerio Público que inventa casos obedeciendo los lineamientos de sus amos dejando libres a los verdaderos criminales, cuando eso pasa hay de todo en un país, menos democracia. Realmente ni siquiera se puede decir que ha emergido un país, es como dice nuestra Carolina Escobar Sarti, es un paisaje. Es un paisaje donde un presidente o vive con miedo o realmente obedece órdenes de corruptos y solo aparenta ser democrático. Ojalá que yo me equivoque, pero este gobierno se ha ganado el premio a la INEPTITUD como dice Emilio Matta en su última columna aquí en La Hora.

En resumidas cuentas, no hay democracia porque aún no construimos un verdadero país. ¿Será que nos vamos a animar a construir un país que le dé oportunidades de desarrollo a todas, todos, los guatemaltecos? O ¿Seguiremos jugando a la democracia de la forma, de la etiqueta, de los discursitos vacíos en la ONU, de buenos modales, de cenas diplomáticas mientras los verdaderos defensores de la democracia están encarcelados? Vamos guatemaltecos, hagamos un país para todos. Hagámoslo ahora, porque si no es ahora, no será nunca.

Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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