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Tenemos la sensación de que la educación se encuentra en crisis, esto es, un conjunto de problemas que aumenta. Se dice que: «Va de mal en peor». Esta percepción se da casi en todos los países del mundo. Los adultos recuerdan con nostalgia sus épocas escolares comentando que la educación de antes era mejor que la de ahora. Pero datos objetivos no se presentan, exceptuando el enorme descenso en indicadores de aprendizaje luego del COVID-19. Aquí sí que hubo un problema en los aprendizajes estudiantiles en todos los países del mundo, los que reportaron objetivamente una disminución de los aprendizajes.

Se estima que, en países como Guatemala, de ingreso medio y bajo, el impacto del COVID en la capacidad lectora puede afectar en un 10%, esto es, si antes el 50% tenía problemas con su capacidad lectora, luego del COVID ese número aumentaría en un 10% según informa UNICEF. Los datos muestran que luego del COVID, en Guatemala solamente el 22% de estudiantes graduandos que toman las pruebas de capacidad lectora pasaron la prueba, aprobaron. ¡Qué barbaridad, no saben leer los estudiantes graduandos! Pero los datos de aprendizaje de matemática son espeluznantes: 9%, comparado con pruebas más difíciles de matemática que se pasan en los países miembros de la OCDE, países desarrollados, pruebas denominadas PISA, donde la media es 80%, los aprendizajes de matemática en Guatemala son bajísimos.

Con estos datos tenemos una crisis casi existencial en educación. Es una crisis de aprendizaje. Qué tipo de sociedad tendremos si las personas no saben entender lo que leen, si los ciudadanos no saben sumar ni restar, menos multiplicar y menos dividir. Esta es la crisis real de la educación. Ciertamente, hay que mejorar las escuelas, hay que construir más escuelas, hay que equiparlas, hay que contratar más maestros, y está bien tomarse la foto en Antigua con el presidente, pero si los estudiantes no aprenden lo que deben aprender, es en vano que tengamos lindas escuelas, bellos laboratorios, más maestros. Lo que necesitamos son mejores maestros y punto.

La crisis en la educación guatemalteca no es que las escuelas tienen malas estructuras, sino que los niños no están aprendiendo. Aunque existe un Currículo Nacional Base, este debe revisarse porque los contenidos de este son enormes, demasiado extensos y no están enfocados en prioridades. En principio, se debe afrontar el problema de la falta de aprendizaje de matemática y de lectura. No se puede seguir así. Debe hacerse un plan de formación de docentes de matemática y de profesores de lectura, un programa basado en investigación científica, con datos, con una línea base, donde la unidad de análisis no sea el profesor particular, sino la escuela, donde el aprendizaje depende no solamente de profesores bien formados sino también de administradores, directores, capaces de apoyar el trabajo docente. La eficiencia del programa de formación docente no debe medirse por el número de profesores formados, sino por la mejora en los aprendizajes estudiantiles.

El programa de formación docente debe cambiar sustantivamente a los docentes para que tengan capacidad de facilitar aprendizajes de matemática y de lectura, con datos, como toda intervención social eficientemente documentada. No puede ser un programa de formación docente que venga de una facultad de humanidades con docentes que solamente hablan, bla, bla, bla, no. Debe ser diseñado por expertos con probada experiencia mundial. Los hay en Guatemala y si no desean contratarlos hay que traerlos, pero hay gente que sabe diseñar y ejecutar estos programas.

Pero los seres humanos no aprenden matemática por aprender matemática. Tenemos razones sociales para aprender. Tampoco leemos por leer. Tenemos objetivos reales. Las escuelas guatemaltecas siguen permeadas por el autoritarismo que socialmente nos condiciona. Los estudiantes memorizan, no piensan. Los estudiantes repiten, como loritos, pero no entienden y eso se refleja en el fracaso en las pruebas nacionales de matemática y lectura que hacen todos los estudiantes graduandos. Vaya que no se reportan los resultados de nuestra participación en PISA, porque estaremos tan bajo que mejor ni las hacen públicas.

Desde mi punto de vista, la matemática y la lectura deben incorporarse dentro de la educación técnica para todos. O sea, al hacer un plan para la educación técnica, desde parvulitos hasta la universidad, tendremos una ruta de aprendizaje de capacidades técnicas, no tecnocráticas, asociados a la ciencia, la matemática, la tecnología, la ingeniería y el arte, STEAM, por sus siglas en inglés. La nueva escuela guatemalteca debe diseñarse alrededor de una visión humanística de STEAM.  

Existe investigación sobre aprendizaje de ciencia, matemática, tecnología, ingeniería y arte. Esta investigación debe ser la base para el diseño de programas nacionales de mejora sustantiva de aprendizajes abandonados como los de matemática y lectura. Además, al diseñar programas STEAM nos permitirá tener una educación integral para que las niñas y los niños guatemaltecos tengan aprendizajes para la vida real, para la vida económica y tener mejores trabajos; para la vida política y tener ciudadanos que participan racionalmente en mejorar su país y para la vida cultural, lo que permitirá fortalecer identidades culturales capaces de hacernos crecer emocionalmente. Hagamos esto de urgencia porque si no es ahora, no será nunca.  

Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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