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La democracia es una forma de gobierno, un método, una invención relativamente reciente. Los griegos nunca tuvieron una sociedad democrática como tampoco nunca crearon la ciencia moderna, ni siquiera entendían los conceptos elementales del movimiento ni el de velocidad instantánea menos el de aceleración, nada. No tenían las herramientas matemáticas que inventaron Leibniz y Newton, por eso las paradojas de Zenón, el filósofo de Helea, quien no entendía el concepto de límite matemático y lo confundía con límite físico, límite material, confundido y confundiendo a sus alumnos.

Debimos esperar hasta Galileo, que, a diferencia de los griegos, hace experimentos reales, no solamente mentales. Fue el método de Galileo documentado en su hermoso libro: Diálogos Sobre Dos Nuevas Ciencias, el que le da origen a la ciencia moderna. Ya luego Leibniz y Newton crearon el andamiaje matemático para entender el movimiento, teorías que ahora se enseñan en las escuelas. Pareciera trivial, pero aun a la fecha, ni muchos de los profesores de ciencia de primaria y secundaria, menos los ciudadanos, aun no logran entender siquiera el concepto de aceleración. De hecho, la gran mayoría cree, erróneamente, que un objeto en reposo no puede estar acelerado.

Luego del nacimiento de la ciencia moderna nace la democracia moderna con la revolución francesa, sí, aquella de la Libertad, la Fraternidad, la Igualdad, pero esos bellos postulados tardaron siglos en llegar a una sociedad real. Las sociedades, francesa, inglesa y la emergente sociedad norteamericana, Estados Unidos, estaban profundamente dominadas por una visión esclavista del mundo, tenían esclavos. Apenas en la década de 1950, Estados Unidos era una sociedad que separaba a los negros de los blancos. Para los primeros, black, había escuelas segregadas, baños públicos segregados, barrios segregados, era y es, una sociedad profundamente racista, que debió esperar al caso Brown versus Board of Education, documentado por Karman en su hermoso libro, para iniciar el rompimiento del separatismo racista norteamericano.  Lo mismo Francia e Inglaterra que habían colonizado regiones enteras que a la fecha aún no terminan de liberarse.

En lo más profundo, parece que unos seres humanos se creen superiores que otros y actúan en consecuencia. Es en ese ambiente de inequidad donde debe sembrarse la democracia, donde debería crecer la democracia.  En ese sentido, la democracia como tal no ha emergido aún. Existen sociedades un tanto desarrolladas que respetan la libertad, la autonomía y que dan espacios de desarrollo integral, pero esas no están en Centroamérica, ni siquiera en Costa Rica, otrora un país democrático.  En Latinoamérica quizá queda Uruguay, pero no más.

La democracia guatemalteca sigue el mismo patrón de decaimiento de la democracia mundial. Ciertamente, creemos en la democracia y efectivamente vamos y votamos cada cuatro años para volvernos a decepcionar. Esto se repite una y otra vez. Estamos atrapados como el ratoncito aquel, hámster, que lo ponen en un anillo a dar vueltas y vueltas, sin fin. De momento tenemos un presidente democrático atrapado en un país autoritario donde el poder lo tiene un sistema de justicia cooptado por profesionales del derecho que han hecho de su vida cotidiana la trampa, la violación de la ley, la burla del Derecho.

El problema estriba en que los liderazgos han decaído de tal forma que nos encontramos atrapados por politiqueros que se han dedicado a tiempo completo a la politiquería, que se postulan una y otra vez sin decir de dónde vienen sus interminables fondos de campaña como Sandra Torres o Manuel Conde, para mencionar dos, pero casi todos son iguales: Son claramente miembros de un pacto que desea mantener el estado corrupto de cosas porque son ellos los que ganan financieramente. Ya no es asunto de ideología, pueden ser de izquierda (Ortega, Maduro) o de derecha (Bukele), pero da lo mismo. Así estos politiqueros atrapan al sistema de justicia, es su primer objetivo, aprovechando que estos cargos no se eligen, se compran con dinero o con lealtad.

Ya la democracia se ha convertido en un juego populista que no escoge liderazgos por capacidad si no por lealtad. Lo único que tienen para ofrecer estos incapaces es lealtad a sus amos porque son servidores, servidumbre o como lo dice el término peyorativo de cholero, son choleros del Pacto de Corruptos. Vivimos entonces en una democracia retorcida dirigida por demagogos, gente de papel que grita al cielo dando bendiciones divinas, gente pseudorreligiosa cuyo objetivo es cooptar instituciones democráticas para servir a sus amos y ofrecerles lealtad.

La democracia requiere capacidad no lealtad. ¿Será que algún día vamos a entender que lo que consolida el desarrollo es la meritocracia? Empecemos recuperando el sistema de justicia, sigamos luego con el Ejecutivo, pero por vida suya, presidente, vicepresidente, diputados, egresados, recuperemos a la Universidad Nacional ahora cooptada por populistas, manipuladores, gente leal pero incapaz. Hagámoslo porque si no es ahora, no será nunca.

 

 

Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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