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Hay muchos tipos de crítica. Yo en general critico para poder mejorar las cosas, en principio, mis propias cosas. ¿De qué sirve criticar a medio mundo, si en mi vida no mejoro, no arreglo lo que critico en otros? Si critico a otros y no cambio mi vida, yo sería un cínico en el mejor de los casos. Pero criticar verbalmente es lo más sencillo e ineficiente. Cuando escribimos nos vemos obligados a ordenar nuestro razonamiento, a colocar argumentos, poner evidencia. Así que escribir, especialmente para un medio de comunicación, un periódico, una revista, un journal o un libro, nos obliga a sistematizar nuestra crítica, propuesta o sugerencia. 

Al fallecimiento de Víctor Ferrigno, un abogado y antropólogo, activista y profesor universitario cuyos escritos y trabajos dejaron un importante legado en la cultura y política nacional e internacional, a su muerte; he decidido reflexionar sobre por qué escribimos. Escribimos por la necesidad de participar, por la urgencia de impactar. Las doscientas diecisiete columnas, 217, que escribió Víctor en La Hora reflejan sus preocupaciones de un mundo en guerra que parece inentendible pero que él hacía entendible. Gracias Víctor por tu aporte.

Hace un par de meses platicamos sobre la importancia de establecer relaciones diplomáticas con China, una de sus constantes preocupaciones reflejadas en sus escritos. Su plan era hacer del Centro Universitario de Occidente, CUNOC, de Quetzaltenango, un espacio de prueba, un proyecto piloto para iniciar conversaciones con China para proyectos académicos. Excelente idea, le dije. Al regresar de vacaciones de junio, a principios de julio lo llamé para conocer los avances del proyecto con China. Me dijo, con su voz ronca, clara y profunda: «Esperáte Fernando, ya los contactaremos». Fue la última vez que escuché su voz. Será la última vez. Previamente Víctor Ferrigno dirigió la transformación curricular de la carrera de Derecho del Centro Universitario de Occidente, CUNOC, de la Universidad de San Carlos de Guatemala, USAC, una de las reformas más profundas de una carrera de Derecho en América Latina. Entonces yo era director del CUNOC y teníamos apoyo académico y financiamiento holandés. Dicha transformación se basó en la idea, la creencia, de que la injusticia parece nacer en las Escuelas de Derecho. Fueron años de intenso trabajo académico curricular en Quetzaltenango donde Víctor dejó una importante herencia jurídica en la educación en Derecho. Gracias Víctor por tu aporte. Así pasaron los años y volví a encontrar a Víctor Ferrigno en los pasillos del Paraninfo Universitario ahora en funciones de la Plataforma para la Reforma del Estado en un momento en que la Comisión Nacional Contra la Impunidad, CICIG, hacía público los resultados de sus investigaciones sobre la corrupción donde resaltan las renuncias del presidente y vicepresidente Otto Pérez y Roxana Baldetti. Yo acompañaba el rector Carlos Alvarado quien había propuesto la creación de dicha plataforma junto a colegas académicos universitarios deseosos de un mejor país. La Plataforma para la Reforma del Estado que coordinaba la USAC en el 2015 nos dio una enorme esperanza. Los aportes de Víctor Ferrigno en la plataforma fueron múltiples. Gracias Víctor por tus aportes. 

Quiero cerrar este homenaje a Víctor Ferrigno utilizando una cita de su hermoso escrito Adiós Francisco, papa de la esperanza, su columna de La Hora del 23 de abril del 2025 donde analiza el papel trascendental del papa Francisco. En dicha columna Víctor concluye: «El domingo pasado, durante su última homilía, el Papa Francisco insistía en que ser feliz no significa tener una vida perfecta, sino aprender a atravesar las tormentas con dignidad, a aceptar los fracasos como lecciones, a encontrar belleza en lo simple y en lo oculto.»

Con esas hermosas frases salidas de la pluma de un verdadero escritor guatemalteco, que siempre luchó por las causas justas, que siempre encontró tiempo para escribir y cuidar sus tomates del huerto que le daba vida o del taller de carpintería que le recordaba el humilde trabajo de aquel carpintero llamado Jesucristo, debo repetir, desde el fondo de mi corazón, con lagrimas de admiración, gracias Víctor por tu aporte. 

Quetzaltenango, 1 de agosto 2025. 

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