La sociedad y sus instituciones sociales tales como la Familia, la Escuela, la Universidad, entre otras, se encuentran en una encrucijada existencial. Vivimos una crisis social profunda como producto de varios fenómenos, unos económicos, otros políticos, pero los más intensos han sido los culturales. La crisis económica se refleja en un sistema de producción y consumo sin razón humana donde un capitalismo existencial ha atrapado a la gran mayoría de países. La crisis democrática se refleja en ciudadanos que cada día creen menos en la democracia liberal a tal extremo que la confianza hacia los gobernantes la perdieron los gobernados. Pero nuestras identidades están ancladas en arenas movedizas de un cambio civilizatorio.

Ante esto la institución social llamada Escuela no parece responder, queda estática, queda en silencio. Tampoco responde la Universidad como institución social. La Escuela sigue respondiendo a un currículo obsoleto en el peor de los casos o desadaptado en el mejor de los casos. En Estados Unidos a finales del siglo pasado emerge un movimiento basado en competencias, esto es, objetivos de aprendizaje de ciertas capacidades que se piden para todos los estudiantes. Emerge un movimiento de Estándares en asociaciones de profesores de matemática, por ejemplo, los Estándares NCTM por sus siglas en inglés, National Council of Teachers of Mathematics. En ciencias también emergieron los estándares de educación científica, tanto de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, AAAS por sus siglas en inglés y los estándares del Consejo Nacional de Investigación Científica, National Research Council, NRC. Estos son estándares de educación científica y matemática.

Ciertamente la visión del Consejo Nacional de Profesores de Matemáticas, (NCTM, por sus siglas en inglés), sugiere una transformación profunda en el currículo de matemática escolar basado en cuatro Principios: 1) Matemática para la vida, 2) Matemática como patrimonio cultural, 3) Matemática para el trabajo, 4) Matemática para la comunidad científica y técnica. Estos cuatro principios guían los estándares norteamericanos. Paralelamente en Guatemala, como producto del mismo movimiento de Estándares, se genera el Currículo Nacional Base, un documento que da los lineamientos curriculares de la educación obligatoria.

Pero a pesar de estos hermosos documentos, la realidad en las aulas, norteamericanas y guatemaltecas, reflejan estudiantes que no aprenden matemática. Acá en Guatemala el problema es profundo porque apenas un 13% de los estudiantes graduandos superaron un examen sencillo de aritmética y álgebra en el 2024. Lo mismo pasa con lectura. En general los estudiantes no comprenden lo que leen. En la misma prueba apenas el 30% de los estudiantes entiende lo que leen, pero un 70% no entiende. Eso se repite en ciencias. Poco aprenden los estudiantes de ciencia. Y así, la Escuela como institución social no parece responder a nuestras demandas de aprendizaje.

Ese parece ser el problema esencial de la educación, esto es, no se enfoca en el aprendizaje y no se producen aprendizajes pertinentes para la sociedad. Pero cómo se van a producir aprendizajes pertinentes si la formación de profesores está en manos de universidades que no solamente no hacen investigación científica, sino que no estudian al aprendizaje desde el punto de vista científico. Las universidades guatemaltecas no forman, sino deforman a los futuros profesores y maestros.

El otro problema es que los formatos de la educación mantienen una visión de aprendizaje estática donde el profesor habla y los estudiantes escuchan pasivamente. Son espacios de control, son cárceles del pensamiento. A pesar de la emergencia de nuevas tecnologías que podrían liberar la educación, tales como simuladores, modeladores, instrumentos de toma de datos experimentales, aplicaciones para graficar, para el entendimiento de sistemas complejos, hasta la misma Inteligencia Artificial son muestra de las muchas de las herramientas existentes que podrían mover la educación de la enseñanza al aprendizaje. Pero eso no se da. En el fondo, lo que tenemos es realmente una crisis de aprendizaje.

Los salones de clases de las escuelas, públicas y privadas, en el país, son espacios para la repetición, no la comprensión. Puede existir un Currículo Nacional Base, pero no existe el currículo para los profesores toda vez que la formación en general es decadente. Se espera que cada aula atienda al estudiante promedio y no hay capacidad para entender la diversidad y las múltiples formas en que es posible aprender. Hay rituales escolares que se repiten día a día y que no permiten el aprendizaje y solamente le dejan espacio a la enseñanza, a la enseñanza repetitiva que mata la curiosidad, que destruye el pensamiento crítico.

Ciertamente los ministros de Educación corruptos que inventaron a Joviel Acevedo no entendían nada de aprendizaje, de enseñanza sabían poco, pero sabían, de historia mucho, porque se dedican a lo que ya pasó, pero de sistemas de investigación cognitiva y social que permitan crear programas de formación docente cuya unidad de análisis no sea el profesor individual sino la escuela, sistemas donde se formen los administrativos, pero también que se formen los directores para que apoyen la producción de aprendizaje escolar pertinente para la sociedad. No es solamente de remozar escuelitas rurales, aunque eso está bien. Hay que soltar, desatar el verdadero potencial de los profesores y maestros guatemaltecos por medio de liberarlos de un sindicato ilegal, pero a la vez darles herramientas modernas de construcción de capacidades para que se produzcan aprendizajes en las escuelas.

La tarea que como sociedad tenemos es volver a cultivar la curiosidad, la duda razonable, el pensamiento crítico, la capacidad de plantear alternativas posibles con datos y evidencia para construir explicaciones razonables y no solamente de repetir como loros. Urge entonces un sistema de investigación sobre aprendizaje, urge que las facultades de educación, que la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional, la de San Carlos, que la Escuela de Profesores de Enseñanza Media, diseñen y prueben sistemas de formación docente basados en evidencia y no solamente en creencia. Hay que mover la discusión de la educación de enseñanza a aprendizaje, de memorizar a comprender, de aceptar a criticar, del aislamiento a la participación social. Hagámoslo ahora, porque si no es ahora, no será nunca.

Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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