Antes eran nuestros países del Sur los subdesarrollados y los dictatoriales. El Norte gritaba, casi vociferaba. que el único camino al desarrollo era lo que ellos llamaron el capitalismo democrático, de lo que no queda casi nada sino una mezcla economicista de bajo nivel teórico con una aleación rota de democracia. Ya no sabemos si el fracaso fue el del capitalismo crudo o del capitalismo maduro. Ya no sabemos. Parece ser que el tango aquel de Enrique Santos Disépalo también describe el Siglo XXI:

«Que el mundo fue y será una porquería
ya lo sé…
¡Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor!
¡Ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador!
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro
que un gran profesor!
No hay aplazaos
ni escalafón,
los inmorales
nos han igualao».

Y así vivimos en un mundo donde el Norte democrático de América, no las Américas, entra en una fase autocrática, racista, clasista, casi nazista, anti migración, dirigido por la imagen exacta, esto es, de libro de texto, de un populista, mentiroso, manipulador compulsivo. Pero esto no es solamente en el Norte, también en el Sur, también en el Este y también en el Oeste. Hoy los políticos, convertidos en una clase de trabajadores a tiempo completo para estafar, politiqueros, se las arreglan para convertirse en empresarios de la estafa y la mentira, de elegirse como diputados en listas anónimas donde se normaliza y hasta se admira a aquellas personas que roban, pero que «saben robar», a la Quijivix, a la Martínez, a la Giammattei, ese trio amoroso mediado por miles de millones de quetzales.

Pero al populismo barato no le basta con robar para ellos, también se aseguran que roben sus parientes, sus amigos, sus amantes. Tome el caso de Joviel Acevedo, posiblemente la persona más odiada en Guatemala luego de Consuelo Porras. Este vulgar pseudo dirigente magisterial fue hecho a la medida de gobiernos corruptos que le dieron poder, desde el timorato de Álvaro Colom, que dejó que su esposa Sandra Torres gobernara y robara en todo. Esta populista de Sandra Torres que ofreció hacer unos INTECAP (institutos técnicos) en Estados Unidos, es la campeona del populismo y con ello de la corrupción. Su ministro de educación, Bienvenido Argueta, volvió a la vida política a Joviel Acevedo, el que se fue consolidando de gobierno en gobierno hasta dominar, mandar, ser el jefe del Ministerio de Educación: Populistas rateros. 

Pero el populismo, que se finge democrático, ha roto el vínculo entre gobernantes y gobernados. Los primeros, gobernantes, ofrecen de todo para ser electos y cumplen nada o muy poco. Los segundos, gobernados, ya no creemos nada de nada, pero cada cuatro años volvemos a votar para arrepentirnos en cuestión de meses. Estos politiqueros ya empezaron su campaña para las próximas elecciones y andan buscando desastres para disque «ayudar». Ayudaría mucho con no presentarse a elecciones, ayudarían mucho con cambiar la ley de partidos políticos que está hecha para elegir mediocres o corruptos.  

Para salvar la democracia debemos asegurarnos que líderes corruptos no lleguen al poder, coopten el poder, ya sea en el Congreso, donde nacen muchos de los problemas sociales de nuestro país, en el Ejecutivo, donde se requiere capacidad de ejecución, pero principalmente debemos recuperar la justicia, la justicia que se ha perdido durante esta última década como una reacción a los avances logrados por la Comisión Internacional Contra la Impunidad, CICIG, que nos mostró el nivel de corrupción del gobierno de entonces con los empresarios de entonces que tenían capturado al Estado. Debemos luchar sabiendo que hay una cooptación casi total de las instituciones del Estado, debemos erradicar el populismo, debemos volver a reconstruir la democracia liberal, la democracia participativa, la democracia que defiende la verdad, a esa democracia debemos defenderla, de verdad, de verdad defenderla. Hagámoslo porque sino es ahora no será nunca. 

Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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