Los temblores, los terremotos me recuerdan aquel 4 de febrero de 1976, cuando a las 3 de la mañana un sismo nos despertó. Papá corrió a levantar a todos y a abrir las puertas. Vivíamos en un segundo nivel de una casa que durante el sismo parecía una hamaca, en la zona 2 de Quetzaltenango. Yo había pasado la noche enfermo. El Doctor Cifuentes había ido a la casa la noche anterior a verme y dictaminó una fiebre mal cuidada. Puede ser pulmonía dijo. El temblor seguía, era eterno. Papá sacó a mi mamá y a mis hermanos y aun le dio tiempo de irme a buscar a mi habitación, en el extremo sur occidental de la casa. La calle quedaba en el extremo opuesto. Me cargó, literalmente y me llevó a la calle. Yo no era pequeño. Era un adolescente de 16 años con 1.85 metros de altura.

El terremoto de entonces inició en Los Amates, cerca de Izabal. La culpable fue la falla del Motagua. El terremoto realmente inició a las 03:01:43 horas y en 39 segundos ya se sentía en la ciudad capital de Guatemala. O sea, tuvo una velocidad de 4.1 kilometro por cada segundo, 4.1 km/s. Eso equivale a una velocidad de 14,760 km/h, una velocidad enorme. A esa velocidad, sentiríamos el terremoto en Quetzaltenango en otros 30 segundos. El terremoto fue devastador. Un tercio de la ciudad de Guatemala quedó reducida a escombros no digamos el área de Chimaltenango, donde hubo miles y miles de muertos. En total el terremoto de 1976 dejó tristemente 23 mil muertos.

El día de hoy, 8 de julio del 2025, nuevamente se sintió un terrible temblor, realmente terremoto. Según el  Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología, Insivumeh, hubo un primer sismo a las 15:11, con una magnitud de 5.2. Luego ocurrió otro sismo media hora después, exactamente a las 15:39 con una magnitud de 3.5 y de nuevo a las 15:41 otro fuerte movimiento de 5.2 y así siguieron otras tres docenas de réplicas, 36 sismos. El epicentro lo detectan en Sacatepéquez, muy cerca de la ciudad de Guatemala.

Guatemala está sobre tres placas tectónicas: Norteamérica, Caribe y Cocos. Son los movimientos relativos entre esas tres placas las que determinan los terremotos, también determinan la misma topografía del país. Pero al interior de estas tres placas principales se producen desplazamientos secundarios conocidos como las fallas de: Jalpatagua, Mixco, Santa Catarina y otras. Posiblemente fue la falla de Jalpatagua en Jutiapa la que se activó y sus efectos han sido localizados en la Ciudad de Guatemala, Mixco, Sacatepéquez, Villanueva, Palín Escuintla principalmente.

Según Sergio Osegueda de La Hora del 8 de julio 2025: «Los registros del Insivumeh, refieren que en 1861 es la primera actividad registrada con daños considerables tras temblores ocurridos el 27 de agosto, un año después, la falla registró un sismo de 8.1 grados con una duración de dos minutos, provocando daños extensos y réplicas que terminaron en finales de enero de 1863″. O sea que esta falla tiene una historia de producción de sismos y de enjambres sísmicos.

Un evento como el de hoy, 8 de julio 2025, nos debe ayudar a reflexionar sobre los posibles avances que hemos tenido desde el terremoto de 1976 y las tareas pendientes. Realmente se ha avanzado en materiales de construcción, pero de nuevo se pueden observar fallas debido a la enorme aceleración reportada en el terremoto de hoy de 20%g, esto es, 20% de la aceleración de la gravedad, g, que es de 9.8 metros por segundo cuadrado, 9.8 m/s2, por lo que la aceleración del sismo de hoy ronda por los 2 metros por segundo cuadrado, 2 m/s2, una enorme aceleración que produjo daños estructurales en casas de adobe y algunas casas de concreto, que probablemente no estaban bien diseñadas.

Sin duda que luego del terremoto de 1976 se tomó conciencia sobre los diseños estructurales, procesos de construcción y materiales de construcción a través de la nueva normativa para la construcción, mucha de ella sugerida por la Asociación Guatemalteca Estructural y Sísmica, AGIES, una entidad que promueve la investigación y divulgación de conocimientos científicos y tecnológicos en el campo de las estructuras y la sismología, fundada por el reconocido ingeniero Héctor Monzón, orgullo de la Universidad de San Carlos de Guatemala, USAC. A pesar de esto, hace falta mucho trabajo en la mejora de los diseños estructurales porque siguen haciéndose de forma empírica. Los maestros de obras siguen construyendo sin apoyo de conocimiento preciso de ingeniería civil ni de sismología ni de ingeniería estructural.

Las universidades guatemaltecas siguen obsesionadas en formar profesionales en derecho, en humanidades y realmente hacen pocos esfuerzos en tener programas de formación en ingeniería con laboratorios modernos, actualizados, con sistemas de modelación de sismos y mecanismos para comprobar empíricamente nuevos diseños estructurales. Hay realmente poca profundidad en los estudios de sismología de las universidades y no se ha logrado consolidar agendas de investigación que permitan tener impacto en la forma en que construimos en un país asentado sobre placas tectónicas, en un país con más de 35 volcanes y con universidades que no ofrecen la carrera de sismología y menos de vulcanología. ¡Válgame Dios!

Ciertamente hay oferta a nivel de postgrado, no de licenciatura, de maestrías en ingeniería estructural de la Universidad de San Carlos, la Universidad del Valle de Guatemala, la maestría en ingeniería de la construcción de la Universidad Mariano Gálvez y principalmente la maestría de ingeniería estructural y sismo resistente del Centro Universitario de Occidente, CUNOC, de la USAC, con sede en Quetzaltenango. Habrá que ver el nivel de equipamiento, de laboratorios, de convenios de cooperación internacional y de interacción tanto con el Insivumeh como con los sistemas de construcción del país, con las normas de construcción local de las municipalidades para conocer su pertinencia.

Poco podemos avanzar si no invertimos en investigación en ciencia, tecnología e ingeniería, poco. Como país invertimos el 0.03% del Producto Interno Bruto, PIB, la inversión más baja de América Latina. Así no avanzaremos ni en ingeniería, menos en ingeniería estructural, menos en sismología y nada en vulcanología. Poco avanzaremos con un programa de becas de educación superior que se gasta millones de quetzales sin priorizar la ciencia, la tecnología y menos la ingeniería. Poco avanzaremos con una universidad pública que se especializa en la politiquería y la corrupción, dirigida por un manipulador compulsivo que no sabe nada de ciencia, ni de tecnología y menos de ingeniería. Todo eso lo debemos cambiar para que cuando tiemble no suframos tanto, para que tengamos casas sismorresistentes, diseñadas por ingenieras e ingenieros conocedores de la realidad guatemalteca.

Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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