Las universidades guatemaltecas, todas, la pública y las privadas, viven una anarquía a la conveniencia de intereses politiqueros y pseudomercantilistas. Se han convertido en instituciones burocratizadas sin vida académica. Son negocios de baja calidad con la excepción de una, una o dos que, sí son verdaderas universidades, el resto son escuelas, colegios de bajo nivel académico con nula investigación científica, ausencia de calidad educativa que se autorregulan para beneficio de sus dueños o de sus captores. La universidad pública guatemalteca, la de San Carlos, obedece a un modelo universitario caduco. Por buenas razones, quizá, los revolucionarios de 1944 la pensaron como la fuente de ´la vida académica nacional, una institución que debería encargarse de la educación pública superior del Estado, cosa que nunca ha hecho porque nunca se creó un sistema de educación pública superior. Ahora explico.

Tanto los constituyentes revolucionarios de 1944 como los de 1985 le dieron a la USAC poderes sobrehumanos de ser la ÚNICA universidad pública, lo cual quizá fue comprensible en 1944 pero ya no era prudente en 1985 y menos lo es en este 2025. No es posible tener una sola universidad pública en un país de 20 millones de habitantes. No es posible que dicha universidad tenga un mecanismo elitista, racista y clasista de selección de posibles estudiantes universitarios. En el 2023, por ejemplo, aplicaron 70,000 candidatos para ingresar a la USAC, esto es, aquellos que se presentaron a hacer las pruebas de admisión, pero de ellos apenas el 15% ingresó. Eso es una barbaridad. Pero eso no es tan grave como la eficiencia terminal de los programas. Derecho no supera el 5% de eficiencia terminal, esto es, de cada 100 estudiantes que ingresan apenas 5 terminan la licenciatura en el tiempo que dice el currículo, los otros en promedio duran más de 10 años en graduarse. Pero el problema de la baja eficiencia terminal no es solamente en Derecho, es en todas las carreras.

Bueno, la Universidad Nacional no es la única dueña de los problemas universitarios en el país, las universidades privadas también son problemáticas. A la mala calidad académica, al exceso de ofertas de licenciaturas impertinentes, a la baja tasa de graduación hay que agregar la extrema politización porque hay universidades que fueron creadas para ser parte de las Comisiones de Postulación de altas cortes, otro error garrafal de la Constitución vigente, la de 1985. Ciertamente en cada universidad hay algunos programas buenos y otros ejemplares, pero la norma es la ineficiencia, la impertinencia y la ausencia de un sistema de educación superior de tal forma que se crean universidades dependiendo de cuello, de coimas, de intereses particulares y no en función del bienestar del país. La moda ahora es que ex rectores corruptos de la USAC o rectores en funciones de usurpación, ya tienen sus universidades. ¡Válgame Dios! ¿Quiénes habrán sido los diseñadores de esas universidades politiqueras? Bueno, los mismos que han diseñado la corrupción en la educación pública guatemalteca.

Lo que es urgente para resolver este crónico problema es crear un Sistema de Educación Superior, un sistema que tenga un ente regulador de la educación superior donde se incluyan a las universidades del país, a todas. No es posible que exista una sola universidad pública porque el país requiere otras universidades públicas de acuerdo a las necesidades de los diferentes territorios. En principio, podría crearse la Universidad de Occidente, la Universidad del Oriente, la Universidad Norte y la Universidad del Sur para construir un primer subsistema de universidades públicas que se enfoquen en las necesidades territoriales específicas tal el caso de las necesidades de la zona de las Verapaces y el Petén que tienen culturas y particularidades que demandan una educación superior situada. También el Oriente de Guatemala, aunque ha desarrollado algunos centros universitarios, requiere un replanteamiento integral de la oferta de educación superior, no solamente licenciaturas. Así pasa con el Sur de Guatemala con su vocación agro industrial no digamos el Occidente que ya tiene una larga tradición universitaria pero ningún sistema que integre a la educación superior.

Hasta hace poco, 1990, en Panamá solamente existía la Universidad de Panamá, la única universidad pública. Los panameños en la década de los noventa del siglo pasado decidieron abrir dos universidades nacionales, la primera fue la Universidad de Chiriquí que funcionaba como centro universitario de la Universidad de Panamá en David y que fue la base de la nueva Universidad de Chiriquí, un modelo descentralizado universitario que resultó más pertinente y eficiente. Paralelamente se crea la Universidad Tecnológica al descentralizar la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Panamá lo que ha resultado en una oferta pertinente y eficiente de carreras técnicas que no dependen ya de la Universidad de Panamá sino de la nueva Universidad Tecnológica que en tres décadas ha mejorado ostensiblemente la calidad de la educación técnica, tecnológica y de ingeniería en el país canalero.

Como parte de la apertura universitaria de los años noventa Panamá también creo la Universidad Marítima Internacional. Luego de una larga historia náutica, desde la creación del Canal de Panamá y de la formación de técnicos náuticos a través de la escuela de marinería de Panamá a inicios del Siglo pasado, Panamá en 1995 crea la universidad estatal Marítima, una propuesta de ingenierías náuticas para el desarrollo de capacidades de construcción, instalación, operación, manejo de barcos. Pero no solamente forman licenciados en ingeniería marítima, no tienen esa enfermedad llamada licenciatitis, sino también forman técnicos, técnicos de alto nivel. Esto ejemplifica lo situado que debe estar un proyecto universitario.

Panamá tiene 4.5 millones de habitantes y tiene ya seis, 6, universidades públicas. Costa Rica tiene 5 millones de habitantes y tiene cinco, 5, universidades públicas gobernadas por un consejo de rectores. En ambos casos existió una sola universidad pública a mediados del Siglo pasado, pero eso ha sido superado. La nueva oferta panameña de educación superior, costarricense y en general mundial no depende de una sola universidad pública con poderes sobre humanos, con rectores corruptos, no. Las universidades tienen funciones fundamentales en la construcción de sociedades innovadoras, creativas, capaces de integrar ciencia y tecnología en los problemas sociales. Las universidades no son centros de poder politiquero, ni espacios dirigidos por enanos intelectuales, como el caso de la San Carlos, que fue capturada por un verdadero capo de la educación superior, como Joviel Acevedo es capo de la educación pública.

Es el momento de iniciar un intenso proceso de reconceptualización de las universidades guatemaltecas, públicas y privadas, para que sean centros de innovación cultural y de producción de ciencia y tecnología para solución de problemas sociales. El presidente y la vicepresidente no pueden seguir en ese silencio autista sobre la USAC solamente porque fueron criminalizados falsamente, no, deben levantar la voz y replantear las funciones universitarias para crear un sistema de educación superior integrador que supere las visiones miopes de las universidades actuales. El Programa de Becas Por Nuestro Futuro es un excelente paso, pero de nada servirá sino existe oferta de educación superior pertinente. No podemos seguir con instituciones ancladas en una visión del conocimiento, epistemología, del Siglo XIX cuando ya vivimos en el Siglo XXI. Esa es tarea de todos, pero principalmente de académicos universitarios capaces de replantear el futuro de forma pertinente y esperanzadora. Hagámoslo. Si no es ahora, no será nunca.

San José, Costa Rica,  18 de mayo, 2025.

Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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