El cooptado Ministerio Público, la cooptada Corte de Constitucionalidad, el cooptado Organismo Judicial, en fin, el cooptado sistema de justicia de Guatemala de forma violenta, abusiva, racista y clasista ahora ha hecho un cambio de estrategia en su ya acostumbrada criminalización à la carte, esto es, se criminaliza a comunidades indígenas, como si la criminalización individual que han hecho no fue suficiente, ahora la criminalización es comunitaria. Y los delitos también van en aumento, ahora incluyen el delito de terrorismo. Terrorismo en esta época post CICIG es defender esta raquítica democracia, esto es, que al menos respeten el voto. Paralelamente mandan a pedir el «nombramiento» del presidente Arévalo al Congreso, un nombramiento que no existe cuyo único objetivo es crear miedo, zozobra para producir silencio. Les urge crear las condiciones para dar un Golpe de Estado, pero ya no saben ni por donde atacar.
Estos ataques son la extensión de la venganza iniciada con la expulsión de la Comisión Internacional Contra la Impunidad, CICIG. Y como no si la CICIG develó cómo la corrupción tenía cooptada a las instituciones públicas, el Ministerio de Comunicaciones, el Ministerio de Ambiente, el Ministerio de Educación, todos los ministerios fueron cooptados no por corruptos externos, sino que fueron cooptados desde adentro por los más altos funcionarios: Presidentes, vicepresidentes, ministros, diputados, alcaldes, jueces o sea que las personas que deberían defender la democracia, que deberían ser honestos, que deberían ser ejemplo eran todo lo contrario.
Esa terrible realidad documentada por la CICIG nunca fue aceptada por ciertas elites empresariales, corruptas, que fueron obligadas a pedir disculpas públicas, lo que al final, entre regañadientes hicieron, pero sus egos fueron tocados de tal forma que iniciaron toda una campaña para sacar a la CICIG. La CICIG marca un antes y un después en la historia judicial guatemalteca. Sabíamos que había corrupción, pero no sabíamos ni la intensidad, ni la profundidad ni la forma en que estas estructuras criminales se organizan desde el mismo gobierno de turno a tal extremo que han trastocado al Estado porque la cooptación es institucional, esto es, existe como práctica social institucionalizada que no es externa, es interna.
Por eso tenemos un Estado cooptado. Ciertamente los criminales externos han contribuido. Los narcos han financiado campañas políticas, la del mismo Álvaro Colom, por ejemplo, no digamos la de Otto Pérez, Jimmy Morales o Alejandro Giamattei. El cambio se da con Bernardo Arévalo, cuando por fin tenemos un presidente honesto. Por eso las huestes del mal se organizan de mil maneras no solamente para impedir que el presidente Arévalo gobierne, sino para asegurar impunidad y la permanencia de la corrupción. Han hecho de todo para que los corruptos sigan gobernando: Inventar casos falsos, que las firmas falsas, que el financiamiento ilícito, mentira tras mentira cuyo único objetivo era que Arévalo no tomara posesión para mantener la corrupción y la impunidad. No lo han logrado.
El Pacto de Corruptos tiene cooptado al Estado, exceptuando al Ejecutivo y por eso insiste en inventar casos espurios para derrocar al presidente. No lo han dejado gobernar y ahora se encaminan a darle continuidad a su Golpe de Estado, un sueño permanente de los corruptos, los golpistas que, organizados en el Congreso, donde ya no reciben las enormes coimas por el Listado de Obras hacen de todo para incrementar sus ingresos. No les fue suficiente el descarado incremento salarial y quieren regresar a su época de oro cuando por voto cobraban al presidente de turno millonarias cantidades, así como a empresarios corruptos por aprobar leyes adhoc. Ese es el estado de cosas que queremos cambiar.
Guatemala vive en una democracia a la tortrix, de mentiras. Tenemos un Congreso acostumbrado a distribuirse las obras del listado nacional, donde llegan diputados que literalmente compraron su escaño y que ahora vieron sus ingresos fuertemente reducidos ante un Ejecutivo que no los compra. Mientras tanto, los guatemaltecos seguimos a la espera de que se resuelvan o que al menos se enfrenten nuestros problemas básicos: Desnutrición, falta de empleo, inseguridad, falta de agua potable, malas carreteras y tantos. Estas expectativas genuinas sobre el mejoramiento de las condiciones de vida las debe atender el Estado, pero el Estado no es solamente el presidente y menos un presidente que es debilitado por todos lados.
La recuperación de Guatemala pasa por la misma participación política nuestra, de las personas, de los ciudadanos. Está claro que los partidos políticos guatemaltecos no nos representan porque muchos miembros de dichos partidos solamente tienen el interés de cooptar fondos estatales y ganar privilegios particulares para ellos, sus familias, sus amantes, sus amigos. Se creen reyes o princesas que desean vivir de nuestros impuestos y de sus coimas sin trabajar. Exigen reverencia estos rateros. Por eso urge la participación nuestra. El silencio no es opción. La apatía no es opción. Se entiende que no queramos opinar en un ambiente tan polarizado donde participar puede conducir a cargos de terrorismo. Esa justamente es la estrategia: Dominarnos a través del miedo para evitar la participación, de asegurar que no participemos en política y que no seamos políticos porque todo lo que es político, dicen, huele a suciedad. Pero las cosas no cambiarán con nuestro silencio ni con nuestra apatía, no cambiarán.
La política, la verdadera política, esto es el manejo del poder, ha sido capturada por usurpadores, por politiqueros que han mal entendido la política y la confunden con negociación, con negocio, con la búsqueda de sus intereses y no los intereses de la sociedad. No sé si hay culpables en este denigrante proceso, pero si los hay hemos sido nosotros, principalmente los intelectuales que nos hemos quedado carentes de ideas políticas, carentes de discusión académica, carentes de propuestas de prácticas honestas, pertinentes y eficientes para transformar este país. Ciertamente tenemos sociólogos, economistas, antropólogos, politicólogos y tantos, pero para qué si no impactan en la verdadera política. Todos pedimos un mejor país desde la comodidad de un sofá, desde la pantalla de un celular, hasta el Ministerio Público tiene su netcenter que participa en política de esa forma, a la twitter.
Todos queremos una democracia sin arriesgarnos, sin hablar, en silencio, en secreto, otros ya se sienten cansados, dicen que ya no, son viejitos mentales, son jóvenes, pero viejitos porque hace tiempo que no producen ideas nuevas. Así que no digamos solamente que el sistema de justicia está cooptado, está cooptada la academia, pero en el fondo somos nosotros los que nos hemos dado por cooptados (helpless). Tenemos el país que merecemos si no aprovechamos este pequeño respiro en el Ejecutivo para hacer cambios mínimos que permitan tener un mejor país. Ya no echemos culpas. Para eso hay que hablar, conversar, de verdad, no a través de mensajitos emojis. No podemos cansarnos si la meta es tener un país de verdad, no un país sin problemas, no un país sin retos. Vamos guatemaltecos. Participemos. Que no nos callen, que no nos cansen. Hagámoslo. Si no es ahora, no será nunca.