De nuevo vienen los diputados a hablar sobre la Ley de Aguas, en particular Samuel Pérez. Uno no sabe ya si quieren crear un artefacto mediático para que nos olvidemos del ridículo y abusivo incremento salarial del que dicen que no son parte, pero que cobran. Así que no sabemos si sus intenciones son genuinas o si es solo para olvidar el último accidente de tránsito, de los ya comunes en el diputado, cuya arrogancia nunca ha podido esconder, menos manejar.

Al mismo tiempo, el Ejecutivo saca un cronograma sobre la Ley de Aguas, en plural, similar al que ya una vez sacó el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, MARN en el 2024, el cual no cumplieron. Así como la cantaleta del Gabinete del agua, que funcionó bien como gabinete porque engavetó la famosa Ley de Agua, en singular. Uno no sabe si quieren crear un artefacto mediático para que nos olvidemos de la ridícula peleíta entre el Presidente y la Vicepresidenta sobre sus salarios o si realmente tienen intenciones genuinas de mejorar algo en el país a través de una pertinente Ley del Agua.

Los países que respetan las leyes tienen Ley de Agua, para respetarla, para que las personas que viven en dichos países puedan tener agua suficiente para sus necesidades básicas y las empresas de dichos países puedan realizar sus actividades económicas sin depredar el agua, sin contaminarla, sin sobreusar sus aguas subterráneas, sin usar los ríos como basureros. Para eso primero se requiere un entendimiento sistémico del ciclo natural del agua, ciclo hidrológico, ciclo que mal aprendimos en la escuela primaria y que si no lo entendemos podríamos cometer errores graves en la formulación de la Ley del Agua.

Pero lo más importante es entender el ciclo social del agua, la forma en que comunidades específicas hemos transformado el ciclo natural, utilizando el agua, contaminando agua, desviando ríos, formando nuevos cauces, explotando inadecuadamente los acuíferos, desperdiciando el agua.

En el documento público que comparte el MARN llamado Proceso Nacional del Agua, UNA OPORTUNIDAD PARA TODOS, se identifican someramente algunos de los problemas que vivimos los guatemaltecos: 1) Deforestación, lo que produce erosión de suelos, pero produce mucho más no mencionado, 2) Contaminación del agua (sin decir cómo se contamina y cuáles son los principales problemas de contaminación. La minería no se menciona siquiera, 3) Sobreexplotación de aguas subterráneas (sin decir si tienen estudios hidrogeológicos para decir esto) y 4) Efectos del cambio climático.

Ciertamente faltan más problemas, como las concepciones culturales que hacen que comunidades no quieran pagar por servicios de transporte y tratamiento de agua, los enormes problemas que tienen las municipalidades para entender el ciclo social del agua, los concejos municipales que son analfabetos funcionales del agua, de la ciencia, de la tecnología y de todo.

Además, hay otro problema: La ausencia de entendimiento sobre aprendizajes del agua, el entendimiento de la conservación de la materia, concepciones sobre fases de agua, entendimiento sobre formas de descontaminar el agua, nula concepción de la conservación de la energía. Por eso el proceso de elaboración de la Ley del Agua debe fundamentarse, guiarse y realizarse desde la ciencia, la tecnología, la sociología, la antropología del agua de comunidades específicas. Esto es, investigación científica, tecnológica, social y humanística sobre el agua. En ese sentido creo que este proceso debe ser guiado desde instituciones académicas de investigación con visiones de que el agua es un bien público.

Si el nuevo llamado del Ejecutivo para la elaboración de la Ley de Aguas es genuino y no solamente un artefacto mediático, debe partir de los avances previos, principalmente de los Diálogos del Agua de la Universidad de San Carlos de Guatemala, diálogos fundamentales porque tienen una visión de diferentes comunidades y pueden ilustrar características de la ley además de que pueden incorporar los resultados y procesos de investigación científica, tecnológica, humanística, social, antropológica, económica de las diferentes instituciones de investigación guatemalteca y del mundo que hemos sostenido la importancia de ver al agua como un bien público y no como una mercancía.

La etapa de intercambio y diálogo ciudadano es importante, pero debe ser una etapa de diálogo guiada por el Programa Científico-Técnico que aparece en otro documento del Ejecutivo. En otras palabras, el Programa Científico-Técnico no debe ser reducido a la hidrología, hidrogeología, ciencia y tecnología del agua, sino también debe incluir sociología, antropología, economía del agua y rescatar las investigaciones existentes en las diferentes regiones del país.

Debe incluir la investigación existente sobre cómo es que las personas aprendemos sobre el agua, cuáles son los errores comunes que cometemos al tratar de entender los procesos de cambio de fase, de descontaminación, de conservación del agua, investigaciones que existen en Guatemala y en el mundo y las cuales pueden iluminar mejor el proceso de construcción de la Ley de Aguas.

El Programa Científico-Técnico no puede ser un anexo, un agregado o un documento para justificar una ley sino al revés, la ley debe nacer de los diagnósticos, de los diálogos dados con anterioridad, de la investigación ya realizada, del reconocimiento de donde se encuentran los vacíos de investigación para poder legislar mejor y de forma perfectible el agua o las aguas como dice el Ejecutivo.

Es el momento de avanzar con una Ley de Agua que rescate la naturaleza pública del agua. De cuidarse de los grandes monopolios que se creen dueños de este país y lo tratan como una finca.

A pesar de que la justicia está cooptada por un Ministerio Público que solamente distorsiona el sagrado significado de la justicia, la lucha por la construcción de una legislación pertinente sobre el agua puede motivarnos para construir una verdadera democracia y no este simulacro que solamente le da poder a los corruptos y a monigotes que quieren jugar de presidentes y vicepresidentas para no hacer nada. En un momento tan difícil donde el Pacto de Corruptos lucha por destruir la justicia, debemos aprovechar cada oportunidad para regresar la justicia a este lastimado pueblo. Ojalá que la ministra Orantes pueda dirigir este proceso y llevarlo a feliz término.

Defendamos el agua guatemaltecos, defendamos el agua tanto como la justicia porque sin agua no hay vida y sin justicia no hay dignidad. Hagámoslo ahora. Si no es ahora, no será nunca y no tendremos país que defender.

 

 

Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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