La educación es la práctica social que nos permite hacernos y rehacernos, construirnos y volvernos a construir, es la base del futuro, es la columna del presente, la identidad cultural de quienes fuimos, quienes somos, quienes queremos ser y quienes iremos a ser. Ciertamente debemos aprender a leer y a escribir para comunicarnos. Pero leer y escribir es más que comunicarnos, es también diseñarnos, elaborarnos, construirnos, evaluarnos, transformarnos. Debemos aprender a contar, contar números y contar historias, contar funciones, contar conjuntos, aunque no todos los conjuntos son contables, esto es, no todos los conjuntos tienen cardinalidad. La práctica social de la matemática es fundamental para poder describir, modelar, ordenar, por eso la matemática escolar debe permitirnos participar en sociedad como personas críticas, proactivas, pensantes.
La ciencia escolar debe permitirnos describir y explicar fenómenos, pero fundamentalmente entender el universo en el que vivimos. No debería existir una diferencia esencial entre la ciencia de los expertos y la ciencia escolar. Ambas deben promover la curiosidad, ambas deben generar el pensamiento crítico tan importante para nuestra sociedad. Pero si la educación está en manos de rufianes, extorsionistas y manipuladores, como lo está el Sindicato de Trabajadores de la Educación de Guatemala (STEG), entonces hay que reconstruir esto también. Si un dirigente de un sindicato que más es un mafioso que en lugar de defender los verdaderos intereses de la educación y las expectativas, deseos y sueños de verdaderos maestros se apodera por años y años y años de un sindicato de una historia honorable y fundamental para la sociedad guatemalteca, entonces hay que reconstruir no solamente el sindicato, hay que reformular la formación de docentes porque algo malo está pasando.
Durante las últimas cuatro décadas ha habido una revolución mundial de nuestro conocimiento sobre el aprendizaje de la ciencia, la matemática, la tecnología, la sociología, no solamente como prácticas científicas sino también como materias escolares. Sabemos más sobre cómo los niños y niñas aprenden los números, las fracciones, las funciones, las gráficas, cómo modelan fenómenos de su vida cotidiana y al saber esto también sabemos más cómo es que los docentes aprenden a ser maestros. Ciertamente aun está el debate si ser docente es un «llamado» (call), esto es, una vocación o si es algo que se puede aprender cognitivamente. Ahora sabemos más sobre cómo aprenden los buenos profesores a ser profesores a través de los trabajos pioneros de Lee Shulman en la Universidad Estatal de Michigan, mi alma mater, desarrollados a finales del Siglo pasado. Este trabajo dio por resultado una amplia y profunda línea de investigación que documentó que los profesores poseen conocimientos pedagógicos generales, pero también han creado su propio conocimiento específico del contenido particular, representaciones, modelos, analogías, que es propio de la materia particular que imparten y que es el corazón de su didáctica. La conjunción entre los resultados de la investigación en aprendizaje de los estudiantes y de la investigación sobre los conocimientos de los docentes en acción, tanto de Lee Shulman como de Donald Shön, otro científico que desentrañó la naturaleza de la práctica reflexiva de los profesionales, entre ellas la de los profesores en acción.
Esta investigación científica de las nuevas ciencias del aprendizaje, de las nuevas didácticas de la ciencia, la matemática, la tecnología, de los estudios sociales debe ser parte integral, si no la columna vertebral de verdaderos programas de formación docente que deben cambiar profundamente cómo es que los profesores se forman. Es urgente hacer una revisión de la forma en que las universidades están formando a los docentes porque más parece que los están deformando y como no si no mire Usted quien ha dirigido la formación en la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos, otro manipulador compulsivo, un tipo que no sabe sino destazar cerdos, y no porque destazar cerdos sea un trabajo indigno, pero es muy diferente ser destazador que decano de la facultad que forma profesores y peor, ser rector de la universidad que forma profesores. ¡Qué barbaridad! Por eso estamos como estamos, mal.
Es importante que la dirigencia sindical no esté en manos de gente corrupta y manipuladora, por el bien de los maestros y principalmente por el bien de los y las estudiantes. Por eso la urgencia de la reconstrucción del sistema de formación docente para que los profesores, de todos los niveles, puedan tener oportunidades de crear pensamiento crítico, didácticas pertinentes y pedagogías que nos liberen, no que nos esclavicen. Urge crear ambientes de reflexión didáctica y principalmente ética sobre la importancia que tienen los maestros y maestras para modelar prácticas docentes de liberación y de construcción de pensamiento crítico. Ya basta de secretos de un pacto colectivo que se oculta por los intereses de pocos, para robar por supuesto y para quedarse eternamente en cargos sindicales. Estos no son maestros, son asesinos de las ilusiones de los y las estudiantes guatemaltecas. Es hora de reconstruir la educación pública guatemalteca desde las bases, esto es, desde la formación docente. Hagámoslo. Esta es la oportunidad porque si no es ahora, no será nunca.