Esta semana llovió por fin en Quetzaltenango. La lluvia deja un aroma a tierra mojada que es único para cada región, porque el olor de la tierra mojada no es realmente de la tierra, es el aroma que sueltan bacterias específicas para esa tierra específica. Hasta el olor a tierra mojada está situado socialmente. Por eso, cuando llueve luego de un tiempo de sequía y estamos en nuestra tierra, recordamos nuestra infancia, nuestra niñez. En el ciclo natural del agua, las nubes forman sus gotas y:
Se siente en el ambiente
que la lluvia viene
los azaguanes surcan el cielo de mi tierra
un flujo de vapor de los Cuchumatanes
se estaciona en alguna nube blanca
y la hace obscura
de a poco la presión cambia
la temperatura también
para formar pequeñas gotas
gotas
redondas como el sol
gotas
que se juntan con otras gotas
para caer en Xelajú,
la antigua Culahá.
Pero los bellos recuerdos de las lluvias de la infancia se ven mezclados con las pesadillas de las inundaciones cotidianas de Quetzaltenango, la antigua Cualahá de los mames, la Garganta de Agua reclama el espacio que le ha quitado la urbanización, junto a la decapitación de los bosques. Las montañas del Palajunoj y el Siete Orejas ahora son una zona de minería de material de construcción que va dejando a Quetzaltenango sin zonas de recarga hídrica y el ciclo natural del agua se transforma en el ciclo social del agua, la manipulación del ser humano a la forma en que el agua se evapora, se condensa y se refleja en lluvia que ya no es absorbida, sino que inunda dramáticamente zonas urbanas de la ciudad, una y otra vez porque hemos visto el agua como un problema, como algo de lo que debemos deshacernos rápidamente.
Mientras tengamos esta concepción de agua como problema y no pongamos el agua a circular, el agua a regar, el agua a infiltrar a los lastimados mantos freáticos ya contaminados, mientras no pongamos zonas de acumulación controlada de agua, lagunas, mientras no hagamos de nuestras ciudades, ciudades «esponjas», Sponge Cities, esto es, capaces de hacer fluir lo más naturalmente el agua, mientras eso no pase, tendremos inundaciones catastróficas.
Pero las inundaciones urbanas son un fenómeno mundial como nos lo recuerda tristemente las enormes inundaciones en la comunidad de Valencia, en España. A pesar de que en España existe un sistema de protección civil ante desastres como las inundaciones, el fenómeno fue tan intenso que dicho sistema de protección temprana no funcionó. Estos fenómenos de intensas inundaciones urbanas requieren, llaman, exigen un replanteamiento sobre la forma en que manejamos el agua. Sigue siendo fundamental el estudio científico de los flujos del agua, del ciclo natural del agua y del ciclo social del agua y su interacción. Sin este trabajo hidrológico, hidrogeológico, antropológico, no será posible conocer la forma en que el agua se mueve en la ciudad y no será posible prepararnos para las futuras inundaciones. Afortunadamente la Universidad de San Carlos en Quetzaltenango ha avanzado estos estudios, pero se requieren más, más investigadores, más estudios, más universidades estudiando y proponiendo soluciones.
La municipalidad de Quetzaltenango debe actuar de urgencia con apoyo de la Universidad de San Carlos, Centro Universitario de Occidente considerando los estudios previos sobre inundaciones ya realizados para actualizarlos, eso significa al menos:
- Conocer las zonas de inundaciones urbanas y la forma en que se dan, lo que quiere decir estudiar las zonas de recarga hídrica, entender la cuenca natural y social del agua, el Siete Orejas, las montañas de Olintepeque, las mismas zonas de recarga del Cerro Quemado y el Baúl deben ser conocidas para saber sobre los verdaderos flujos de agua que van o irán hacia la parte baja de la ciudad. Aunque ya se tiene un estudio hidrogeológico de Quetzaltenango, este debe actualizarse.
- Iniciar urgentemente un proceso de reforestaciones en las zonas prioritarias de recarga hídrica junto con la limpieza de los cauces, así como limpieza de drenajes dentro de la ciudad, especialmente los antiguos zanjones y el conocido río Seco donde existe infraestructura que obstruye el flujo y provoca inundaciones locales. Esto incluye evaluar la pertinencia de colocar una laguna de inundación controlada en lo que ahora es el Chirriez de al menos una hectárea con capacidad de ser ampliada para recolectar agua previo a que produzca inundaciones en la zona 2 de la ciudad de Quetzaltenango.
Lo que se dice para Quetzaltenango es para cualquier ciudad moderna, esto es, la urgencia de que la ciencia y la tecnología interaccione con el gobierno municipal para tomar decisiones. Las primeras lluvias nos recuerdan que hay mucho por hacer en materia del entendimiento del ciclo natural y social del agua, mucho para aprender a construir ciudades amigables con el medio ambiente y no solamente bloques de concreto armado y calles pavimentadas que no ayudan a la recarga hídrica y menos a reducir inundaciones. Las primeras lluvias nos ayudan a reflexionar y a actuar. Debemos hacerlo y pedir a los responsables a que lo hagan. Hagámoslo. Si no es ahora, no será nunca.
Madrid 11 de abril, 2025.