Nos encontramos en una encrucijada. Hemos electo un gobierno democrático, que defendimos de muchas formas ante la amenaza latente de un golpe de Estado. Este gobierno para llegar al poder debió superar muchos obstáculos por lo que tuvo ayuda del Pueblo, de grupos indígenas, de grupos rurales, de grupos urbanos en diferentes ciudades y un intenso apoyo internacional sin precedente en la región. Estábamos ilusionados con que con tanto apoyo la presidencia de Bernardo Arévalo haría cambios fundamentales en el país: Afrontaría la corrupción, sacaría a la fiscal general, atacaría la desnutrición, mejoraría la infraestructura, mejoraría la educación, mejoraría los hospitales y el abandonado sistema de salud, tendríamos vacunas, reorganizaría el gobierno para mejorar la calidad de vida de las personas, tendría apoyo internacional para transformar la economía y establecería una comunicación abierta y clara con la ciudadanía. No pasó. No ha pasado y ahora dudamos de que pase.
Apenas la semana pasada tuvimos una intensa crisis producto de una decisión del Ejecutivo de implementar el seguro vehicular, crisis que refleja improvisación y una preocupante molestia de los guatemaltecos con el gobierno. Ciertamente la crisis fue manipulada por grupos politiqueros que inmediatamente vieron una oportunidad de ser visibilizados y acudieron a sus conocidas tácticas de compra de apoyo. Otros intensificaron en sus redes sociales su oposición a lo del seguro, pero en el fondo no les interesa ni el seguro, ni la seguridad ciudadana sino más bien les interesa posicionarse prematuramente en la mente del electorado para seguir este ciclo vicioso de elegir corruptos, ciclo que fue cortado por el gobierno de Arévalo.
Pero la crisis del seguro vehicular refleja una enorme incapacidad del gobierno para comunicar, para planificar, para ejecutar y una enorme capacidad para hacerse de problemas. Ante el desconcierto de la crisis yo solamente pude pensar que esta decisión gubernamental fue creada para intentar apagar el incendio político creado por el aumento descarado del sueldo de los diputados. No he encontrado otra explicación porque tanto nivel de improvisación, tal aceleración, tal incapacidad, tal ingenuidad solamente puede ser explicada por una mente diabólica paralela que metió a Arévalo en este combo, en este baile donde no tenía que estar el gobierno. De momento creo que fue ingenuidad del gobierno, pero también fue un error que por poco lo paga más caro.
Mientras el sistema de justicia sigue cooptado, con un Ministerio Público que investiga lo ridículo, que deja libre a ladrones confesos, poniendo en el olvido total el mayor caso de evasión fiscal B-410, defendiendo claramente a expresidentes que dejaron comprada su impunidad, la nueva presidencia del Organismo Judicial, OJ, proveniente de las cortes «equilibradas», se dedica a repartir pescado metafórico como mecanismo populista en lugar de afrontar la enorme crisis de justicia del país. El Congreso se ha recetado un incremento descarado del que todos, menos uno, fueron parte, con la venia de la mayoría de diputados. Ahora muchos diputados intentan desmarcarse del aumento disque cediendo el mismo a los bomberos u otras formas de devolución. Sin embargo, la única salida decente que tienen ahora es dar marcha atrás al decreto del incremento salarial, ojalá se dé. Mientras no se dé, se incrementa más la brecha entre los diputados y el pueblo, otro reflejo de la crisis de la democracia.
Así que asistimos a una pérdida de confianza en las instituciones que creemos democráticas. Lo preocupante es que esa desconfianza nace de la destrucción de la democracia, destrucción que se ha vuelto sistémica y en muchas instituciones. En la Universidad de San Carlos imponen rector violando todas las leyes y ahora ya en el poder manejan a diestra y siniestra las nuevas elecciones de decanos y directores, violando cuanta ley puedan y se preparan para otro fraude rectoral. En la municipalidad de Quetzaltenango sacan, expulsan a concejales electos de Sacándole Brillo a Xela, SBX, con el apoyo de un sistema de justicia que aplica leyes a su antojo y un Tribunal Supremo Electoral que dejó de ser supremo. De forma cínica el alcalde municipal aparece de aliado con Sandra Torres del partido Unión de la Esperanza Nacional, como si no supiera que ese es un pacto con el diablo.
La crisis de la democracia en estos momentos es porque nuestras expectativas del gobierno de Bernardo Arévalo eran muy grandes junto con un gobierno que no ha podido quitarse el lastre de un sistema de justicia que lo asfixia y con ello nos asfixia a nosotros los ciudadanos de a pie. Pero eso no justifica la ineficiencia y la ausencia de una comunicación clara de parte del presidente quien insiste en delegar este delicado tema en la figura de su secretario de comunicación, un error garrafal. El gobierno es un gobierno honesto en las altas esferas, pero el sistema, las instituciones están cooptadas y eso hace que sea difícil ejecutar sin corrupción. Pero ya es tiempo que ejecuten el presupuesto de forma eficiente. Pero por vida suya, presidente, hay que hacer las cosas bien y no hay que hacer cosas buenas que parecen malas, no. Usted y su gobierno tienen una enorme responsabilidad con este pueblo que esperanzado lo puso de presidente. A la fecha Usted ya tiene una deuda con la población guatemalteca por ir de error en error. Es hora de redirigir la nave, de darle la dirección adecuada. Inicie el proceso de reconstrucción del Estado para convertirlo en el promotor del desarrollo, como dice su plan de gobierno en la página 18. Haga ya eso presidente porque si no es ahora, no será nunca.