El camino de la democracia no lo entendió Bernardo Arévalo, ni Samuel Pérez, ni Karin Herrera, ni semillero alguno. Llegaron al poder con todo y actuaron como si nada. Nunca leyeron la historia. Nunca entendieron de qué estaba hecho este país. No necesitaron años para perder el apoyo popular, en meses perdieron todo. Por supuesto que son honestos, de eso no me queda duda, pero quien quiere una democracia ineficiente, ¿quién? El país se hundía en sus escombros cuando en el 2023 apareció una esperanza, una luz. Han pasado décadas de estar atrapados en gobiernos autoritarios y corruptos, desde aquel bello 1944 cuando el señor padre de Arévalo, Juan José, entendió lo que había que hacer, se armó de valor y lo hizo, pero su hijo no. Bernardo Arévalo no entiende el papel histórico que juega su presidencia.
La metáfora de la Cosecha no fue la adecuada porque poco sembraron los semilleros en el 2024 para cosechar, poco. El 2024 pasó sin pena ni gloria y ahora que ya estamos en el tercer mes del nuevo año, 2025, el tiempo pasa con más pena que gloria. La batalla contra la corrupción solamente fue un decir. Inventaron otra comisión presidencial contra la corrupción que no cambia nada. El sistema sigue cooptado por corruptos en todas las áreas. La infraestructura, carreteras, puertos y aeropuertos estaban mal y siguen mal. El Presidente no tenía equipo para gobernar y a la fecha aun no tiene. En comunicaciones ya cambió a tres ministros y va de mal en peor. La ministra de la Vega era una buena opción, pero la cambió. Nunca dijo por qué. No han hecho mantenimiento ni han construido nada importante. Se quedaron atorados en el km 44 de la carretera Palín Escuintla y de ese agujero ya no salieron. Y ahora que iban a sacar a licitación más de 60 proyectos de infraestructura multimillonarios, que no, que cometieron un error en la licitación y la deben volver a hacer. ¡Qué barbaridad!
En salud parecía que habría mejoras, pero realmente poco estructural ha cambiado. Seguimos teniendo problemas aun con el convenio con UNOPS para medicinas. No nos han dicho cuánto realmente se gasta en asesorías internacionales de ese convenio. La desnutrición sigue campante. Los hospitales siguen siendo un caos, caso puntual el San Juan de Dios o el de Amatitlán que ni servicios de limpieza tiene. La desnutrición sigue igual o peor. Más de la mitad de nuestros niños tienen desnutrición crónica y no hay plan alguno para iniciar a resolver este terrible problema. Como en todo, Arévalo no tiene plan. No parece que tenga prioridades sino la calma, la parsimonia, la indiferencia a la realidad guatemalteca. Ciertamente el Ministerio Público se ha dedicado a atacar al Presidente y a sus aliados semilleros, pero él, el Presidente, sigue incólume. Arrestan a una y otra semillera y el no hace nada, ni siquiera dice nada, ni pío.
Sí, hay ministerios que caminan mejor que otros, el de educación y el de medio ambiente, dirigido por excelentes funcionarias. Hay avances en educación, pero aun no se tocan los graves problemas de ausencia de aprendizaje de matemática, por ejemplo. Solamente el 10% de los estudiantes que toman examen al final de la secundaria saben hacer operaciones básicas de sumar, restar, multiplicar y dividir. Pensamiento crítico no hay, ni en los profesores, menos en los alumnos. Los niños leen mal, casi no leen y no entienden a juzgar por los resultados anuales de las pruebas. En los exámenes internacionales como PISA, salimos tan bajos que ni siquiera aparecemos en los listados. O sea, los problemas estructurales de la formación docente, de la ausencia de investigación en aprendizaje siguen aquí.
En medio ambiente la nueva ministra ha hecho avances, pocos, pero ha avanzado al menos en separar los desechos. Pero no se miran proyectos piloto que ilustren cómo, cuándo y dónde se procesarán estos desechos. Ojalá ya empiecen a aparecer las plantas de tratamiento y los terribles basureros empiecen a ser transformados. En agua hicieron un gabinete que aún no hace nada. La supuesta ley de agua no avanza. Si bien la ley por sí sola no cambiará todo, es fundamental para que entendamos que el agua es de todos y por eso hay que cuidarla, volverla a usar, tratarla, meterla al ciclo social de nuestras comunidades. Eso requiere ejemplos, ciudades modelo, ciudades que reúsen el agua, ciudades que no tiren ni malgasten el agua, Ciudades Esponja (Sponge Cities) sistemas de tratamiento de aguas pertinentes a la cultura local, respeto y recuperación de las zonas rurales de recarga hídrica. Ese trabajo no emerge solamente con legislación.
De los otros ministerios ni hablar. La comunicación del Presidente con la población es pobre, ineficiente y confusa. Dejó que un señor de apellido Palomo dirija las reuniones de información de los lunes en el Palacio Nacional. Qué forma de perder la oportunidad de dirigir, de estar, de escuchar, de contestar y establecer una comunicación fluida, profunda y pedagógicamente coherente con la población. Pero no. Quizá hay cosas importantes que el gobierno está haciendo, quizás, pero esas no llegan a los oídos de nosotros los ciudadanos. Cierto, el Presidente está siendo acosado por el sistema de justicia cooptado, en especial por el Ministerio Público que pide y pide antejuicios por casos cada vez más y más ridículos. Pero el Presidente no se defiende y con ello no defiende nuestra débil democracia.
Así que aquella relación de esperanza rápidamente se ha convertido en una relación de desconfianza, cosa que aprovechan los netcenters pagados por los golpistas y los golpistas mismos. Estamos en una crisis delicada no solamente provocada por la corrupción, por la cooptación y por el abuso del uso del sistema de justicia politizado sino provocada por el mismo presidente. Hay una ruptura entre gobernantes y gobernados, en principio porque percibimos que el Presidente nuestro no gobierna, no transforma, solamente sobrevive.
Así que este domingo mientras observo cómo se sigue contaminando la cuenca del Atitlán, mientras Bernardo Arévalo se toma la foto diplomática con Yamandú Orsi en Montevideo y se presta a recordar su infancia en su caminata por el Río de la Plata, le pido encarecidamente que cambie la metáfora de su presidencia y mire que no es juego de ajedrez alguno ni fiesta diplomática, ni nada de eso. Es un país con pobreza extrema, con desnutrición, con agua contaminada, con corrupción, con ineficiencia en todo, un país que pide a gritos un verdadero presidente. Hágalo Presidente, aún hay tiempo. Nosotros, los guatemaltecos y guatemaltecas que queremos una democracia eficiente apoyaremos. Hagámoslo. Si no es ahora, no será nunca.