Mientras observo un presidente presentando su informe, atendiendo preguntas, contestando con claridad, reconociendo cuando no sabe, también percibo a guatemaltecos que no reconocen las características de la democracia, del respeto, de la transparencia o simplemente de los tiempos que llevan los procesos sociales de transformación, los cambios. Como si hubiesen sido afectados por el Síndrome de Estocolmo estos conciudadanos atacan al presidente sin tener evidencia alguna, en las redes sociales lo tildan de misógino, de inepto, de corrupto, de incapaz atrapados en ese terrible síntoma de querer tener de regreso en la presidencia a quienes sí violentaron, a quienes sí robaron, a quienes sí asesinaron, esto es, estos críticos de Arévalo desean de regreso a sus propios verdugos.
Pero no todos atacan sin sentido, también hay un porcentaje de gente a quien se le paga para atacar. Así tenemos las enormes tendencias de pseudo periodistas, de netcenteros, de gente contratada por el Pacto de Corruptos con el objetivo de atacar y dar una imagen falsa del gobierno actual. Además, y más importante, también hay gente que critica con razón y con sentido, a veces con evidencia, a veces sin ella, pero se percibe una crítica sana, de la que necesita el gobierno para mejorar, porque la mejora nos ayuda a todos. No podemos ni debemos ser defensores de oficio del gobierno de turno. Para mejorar hay que identificar los errores y por eso es importante la crítica.
La metáfora de la Cosecha parece prematura porque hoy lo que realmente cosechamos es el resultado de una élite empresarial y una élite politiquera que hicieron chinchilete con el país, no solamente al robar cuanto pudieron, en evadir impuestos cuanto pudieron, en pagar lo menos posible cuanto pudieron sino muchos de ellos en aliarse con las fuerzas obscuras del narcotráfico internacional produciendo un narco Estado y penetrando con la corrupción a todas las instituciones. Esa es la verdadera cosecha. El trabajo del nuevo gobierno es cambiar la dirección de ese barco que iba directo a la destrucción. Pero muchos creen que en un año el gobierno tenía que construir una Suiza o una Finlandia, lugares que ni conocen, pero han oído que en ese paraíso se vive bien. Pero no saben que en esos «paraísos» todos viven bien porque hay una democracia funcional, con gobiernos funcionales, con empresarios que sí pagan sus impuestos, con sistemas de justicia que funcionan, con economías que, aunque hace siglos vivían de cortar madera ahora diseñan tecnologías y sus sistemas económicos están basados en ciencia y tecnología moderna.
Además de su entrega del informe, el presidente se ha presentado en distintos medios de comunicación en Ciudad de Guatemala y en la Ciudad de Quetzaltenango. Está claro que hay progreso en Salud porque se logró tener abastecimiento en los hospitales en más del 90%, excelente, pero nuevamente no tocó el tema central de la desnutrición. En Quetzaltenango tuvo más claridad sobre educación e indicó que se van a construir al menos ocho institutos tecnológicos para el país y eso está muy bien, pero lo que falta es la misma política de la educación técnica nacional, esa es una ausencia fundamental. Sin una política nacional de educación técnica no podremos salir del subdesarrollo aunque construyan cien institutos técnicos.
Una crítica común al presidente y a los diputados de Semilla es que han invertido mucho tiempo en tratar de recuperar su partido, la veo como una crítica injusta o al menos exagerada. El presidente no diseñó un plan para sacar a la Fiscal y la defensa que se hizo del partido Semilla es lo mínimo que se esperaba para un partido al cual le inventaron cargos, pruebas. El Ministerio Público durante el 2024 se la pasó atacando cualquier cosa que el nuevo gobierno quería hacer, buscándole tres pies al gato. Para muestra un botón, Samuel Pérez le rompe una carta al diputado Beqeer Chocooj y el Ministerio Público actúa de una forma urgente, rápida y ridículamente eficaz, mientras la mayoría de denuncias de casos reales e importantes duermen en Gerona. Esta forma discrecional de buscar delitos donde no hay y esta forma sistemática, mal intencionada, mal diligenciada, de borrar delitos donde si hay, liberando criminales confesos juega un papel importante en la ineficiencia total del gobierno porque produce impunidad y motiva la corrupción. No hay certeza jurídica.
El caso más grande de corrupción de la historia de Guatemala, de la historia conocida, es el B 410, un caso emblemático que desató la reacción del Ministerio Público, pero en contra de quien lo identificó. Esa es una cosecha importante que se mantiene como el mejor secreto del pueblo quizá para no incomodar a la fiscal. Este caso es tan importante que puede dar pie para despedirla de una vez por todas, pero no. El presidente insiste en su agenda diplomática. Lo del Ministerio de Comunicaciones es un hazmerreír. Cierto, heredó una infraestructura sin mantenimiento y se dio el caso fortuito del kilómetro 44, pero realmente no se afrontó correctamente el problema, ni del Nahualate, ni de los despojos de carreteras que dejaron gobiernos anteriores que se embolsaron los fondos. Porque un puente Nahualate fue pagado. ¿Qué pasó? ¿Será este otro caso del silencioso B-410 que debería ser la bandera nacional para los movimientos de anticorrupción?
Ciertamente hay logros en el gobierno del presidente Bernardo Arévalo en especial que ya no nos dirigimos al abismo de la corrupción a donde nos llevaba Alfonso Portillo, Álvaro Colom o más bien Sandra Torres, Otto Pérez, Jimmy Morales, Alejandro Giammattei o más bien Miguel Martínez, esos sí fueron, son y serán los verdugos de Guatemala mientras la justicia real no los alcance. Tenemos un gobierno honesto que debe mejorar su eficiencia, pero es un gobierno que no es de corruptos, ni de manipuladores, ni de psicóticos, ni de asesinos, no, es un gobierno democrático. Este es el momento para que renovemos nuestro esfuerzo por reconstruir la democracia que merecemos, una democracia real, eficiente y transparente. Vamos Guatemala. Si no es ahora, no será nunca.