A partir de las declaraciones internacionales de la Pandemia, llamada COVID-19, un extraño nombre para este nuevo coronavirus, que nunca se supo si fue diseñado o si simplemente mutó de un murciélago, decían entonces, por las costumbres alimentarias chinas, comentaban. El mundo abruptamente se enfrentó a una de las alteraciones más severas en su historia y vivimos un fenómenos realmente global, más global no podía ser, más peligroso no podía ser, más urgente tampoco podía ser.
Me encontraba entonces en Montevideo y Uruguay anunciaba que cerraría sus fronteras, Centro América aun no lo había hecho. Así, como si fuesen dominós parados verticalmente, golpeados levemente, así fueron cerrando cada uno de los países sus fronteras. Empezamos a vivir entonces una pandemia en la vida real.
Los gobiernos en el mundo se organizaban para que el virus no entrara en sus territorios. Eso fue imposible, too late,…to little dijeron los gringos, muy tarde. Realmente la pandemia nos puso en condiciones jamás vividas por los seres humanos como Planeta, como un todo. Ha habido muchas pandemias, algunas de naturaleza global. Ciertamente la gripe española de inicios del Siglo XX afectó al mundo dejando 30 millones de muertos. ¡Imagínese Usted! El doble de lo que dejó el COVID. Estos cien años la biología molecular avanzó suficiente para desarrollar vacunas que fueron utilizadas a nivel mundial. Realmente los gobiernos del mundo querían reducir las muertes, querían reducir los efectos dañinos del COVID, todos los gobiernos menos uno, el de Alejandro Giammatei.
El mundo se reorganizaba para afrontar la Pandemia, mientras los científicos de todos lados, especialmente los especialistas en salud, en inmunología, en salud pública, en vacunas, en todas las áreas del conocimiento humano nos preparábamos para afrontar los efectos de la pandemia. En Guatemala también emergieron proyectos de ayuda, no liderados por Giammattei por supuesto, este antivacunas, este desperdicio humano que dirigía entonces a Guatemala solamente escuchó la voz de su novio quien le propuso el negocio del siglo, comprar falsamente vacunas a Rusia, sin contrato, sin control, con el silencio de la Contraloría y la ceguera sistemática de la fiscal. El autor intelectual fue Miguel Martínez, un perverso o perversa, no por su vida sexual distorsionada, sino porque fue capaz de anteponer su ambición monetaria por la vida de miles de miles de guatemaltecos.
El aberrante modo de robar de Alejandro Giammattei y de Miguel Martínez rayan con delitos de lesa humanidad. Pero lo triste, lo doloroso, lo aberrante, lo inhumano es que mientras los y las guatemaltecas afrontábamos la pandemia, buscábamos vacunas en un sistema de salud cuyos hospitales eran el resultado de la corrupción de la parejita de novios, Giammatte-Martinez, mientras otros trabajábamos en en jornadas de 18 horas, diseñando sistemas de apoyo respiratorio para pacientes COVID, con fondos nuestros, AIRE-USAC, salubristas, ingenieros, biomédicos, estos rateros, escoria de la humanidad se dedicaban a sus fiestas bacanales, aseguraban impunidad, traicionando todo lo moral existente. Eso son, Alejandro Giammattei, Miguel Martínez y su fiscal, tres seres del inframundo que han hecho un trato con el diablo para defender a muerte la corrupción y sus ganancias millonarias.
A juzgar por las enormes ganancias de la corrupción durante el COVID en el gobierno de Giammatei-Martinez, a juzgar por las millonarias ganancias del gobierno de Morales-Benito, en el robo de todo, infraestructura, salud, educación, de todo, no se moverá un dedo para investigar a estos maleantes psicóticos. Más bien harán que a sus allegados corruptos alcanzados por la Comisión Internacional Contra la Impunidad, CICIG, los liberen como pasa con decenas de casos de corrupción, desestimados. Pero el efecto de la corrupción acumulada y luego de la Pandemia COVID-19 retrasó al país varios años, especialmente en educación.
En el contexto educativo, las universidades primero, las escuelas después, optaron por clases virtuales. Ya teníamos alguna base en la Universidad de San Carlos de Guatemala, en la ciudad de Quetzaltenango donde en el 2005 iniciamos nuestro primer programa de maestría en educación ambiental virtual. Fue todo un reto. Ya luego en el 2010, disponíamos de una plataforma Moodle para realizar educación virtual asincrónica en ingeniería del centro universitario, CUNOC. Pero lo de la pandemia fue palabra mayor. Realmente la gran mayoría de profesores no estábamos preparado para tremendo reto. Pero de a «troche y moche» universidades y escuelas dimos clases virtuales sin mucha formación técnica, muchos con poca formación didáctica y otros sin nada de nada. Los y las alumnas también sufrieron esta improvisación y los resultados fueron un fuerte descenso en los aprendizajes, ya débiles, de los y las estudiantes.
Las 25,000, veinticinco mil victimas por COVID en Guatemala más aquellos que se quedaron con Long COVID y sus efectos cognitivos son parte de los millones de estudiantes cuyos aprendizajes descendieron notablemente. No que Giammattei o Martínez o el Curru sean responsables de los malos aprendizajes, estos tres son víctimas también de eso. Lo que si es cierto es que la corrupción sistemática, estratégica y satánica que ejercieron los gobiernos anteriores, no investigados por el Ministerio Público, sí fueron, son y serán culpables de la falta de atención médica, de la debilidad del sistema de salud y de la ausencia de investigación científica que nos permita atender estas crisis. La corrupción mata y por eso da cólera, rabia, tristeza y frustración que el sistema de justicia se obsesione en defender corruptos., especialmente a Alejandro Giammattei y a su novio Miguel Martínez.
La buena noticia es que la ministra de educación actual ya identificó este problema y propuso soluciones. Fue un gusto escuchar que en el 2024 formaron 50,000 profesores en servicio y están preparando un plan para nivelar estudiantes por los efectos del COVID. Los estudiantes de quinto grado no pueden leer ni escribir, parecen como estudiantes de cuarto. Lo mismo identificamos en la universidad y lo mismo a nivel latinoamericano. La tarea es de nuevo alcanzar los aprendizajes pertinentes y aun superar las deficiencias que la corrupción, la maldita corrupción, ha creado. Cambiemos eso ministra. Adelante. Si no es ahora, no será nunca.