Hace un año el Pacto de Corruptos, casi derrotado, hacía las alianzas para que Arévalo no tomara posesión y con ello violentar la decisión del Soberano, del Pueblo. Ya se sabía entonces que dichas sanguijuelas, los del Pacto, que le sacan hasta el último centavo a nuestros recursos públicos, se habían propuesto dar un Golpe de Estado que no lograron concretar. A Cambio se contentaron con mantener el poder judicial del país por medio de prostituir al Ministerio Público para ponerle como tarea su ilegal involucramiento en el Tribunal Supremo Electoral a través de una ley que fue hecha para grupos criminales, la Ley Contra el Crimen Organizado. Pero dicha ley fue aplicada a sabor y antojo al ámbito electoral, una aberración de fiscales distorsionados y de un juececito de séptima categoría que amasa una fortuna, guardada en Panamá.

Teníamos entonces fe, la creencia, la esperanza de que Arévalo tomaría posesión y que iniciaría con una limpieza total. No fue así. Fue la fiscal general que como una fiera se lanzó contra el presidente cooptando totalmente al sistema de justicia. Conforme pasaron los meses nos dimos cuenta que la fiscal es de lo más descarado en la historia guatemalteca, por lo que nuestros objetivos debieron modularse y adaptarse a la parsimonia de un presidente hecho para otro país. Respetuoso, sí. Democrático, sí. Honesto, también. Diplomático, demasiado, eso ha caracterizado a un presidente que lo percibimos como timorato y con falta de prioridades. No es el estadista que esperábamos. No era el hombre fuerte que rompería el orden constitucional y mandaría a la fiscal a prisión, prisión perpetua como mínimo. No. Realmente Arévalo es un presidente democrático de transición. Nuestras expectativas de él y su equipo se excedieron y por eso vino la desilusión.

Ahora debemos aprender la lección, la de siempre. Una sola golondrina no hace verano. No podemos creer en un Mesías que vendrá como el personaje de Rambo a salvarnos de los malos. Ese trabajo es de todos. Para ello debemos aprender a plantearnos objetivos realizables, con los recursos disponibles en la condiciones en las que estamos. Así que debemos identificar los problemas esenciales, que sabemos son estructurales, problemas que no nos han dejado salir del subdesarrollo inducido por los corruptos y también por nuestra indiferencia, inducida también. Desde el punto de vista político la forma en que elegimos diputados debe cambiarse o seguiremos siendo esclavos de estos comerciantes, traficantes y manipuladores del poder. No más elección de maleantes, ni de hijos de maleantes, ni de pseudo constructores, ni de elecciones en listados, no. La otra prioridad es cambiar la forma de elegir magistrados de altas cortes y de salas de apelaciones. Para empezar, las universidades politiqueras, todas, no deben estar en dichas comisiones de postulación.

Luego de la ampliación presupuestaria y del abusivo incremento salarial de los diputados y los del Ministerio Público, como mínimo debemos pedirles que trabajen respetando la ley. Bueno. Ese es un imposible. Pero debemos exigirle al presidente Arévalo que se plantee prioridades puntuales de gobierno para el 2025. No puede seguir la desnutrición infantil con esa desatención crónica que le da el gobierno, hay que reducir a ese 60% de niños y niñas desnutridas. ¡Que barbaridad! Prioridad no puede ser comprarse un par de camionetas nuevas blindadas. Prioridad es la desnutrición presidente. No podemos seguir sin trabajos decentes. Para eso hay que trabajar con los empresarios decentes, no los de las grandes Cámaras Empresariales, aliados y miembros del Pacto de Corruptos, no. Con gente innovadora, con gente decente, con empresarios visionarios.

Ahora, no podemos seguir dilapidando a nuestro medio ambiente. Para el 2025 es urgente hacer un cronograma, una línea de tiempo para discutir de la Ley de Agua, una tarea multidisciplinaria, no de un gabinete, sino de muchos grupos, no solamente los terratenientes que desvían ríos, ni las mineras que los contaminan, ni los pseudo empresarios del cartel de la caña, no, el agua es de todos y la ley será de todos. Urge que las municipalidades revisen los permisos a las minas y que el mismo ministerio de ambiente revise a quienes destruyen nuestro medio ambiente. Ya basta de agujeros visibles que decapitan millones de arboles para sacar disque materiales. Esa se llama prioridad presidente.

Ciertamente remozar once mil escuelas es un logro. Dar alimentos a los alumnos es otro logro. Pero el Ministerio de Educación no es un ministerio de construcción ni una oficina de alimentos, es un ente que debe encargarse de los aprendizajes estudiantiles y no de la infraestructura escolar. Para eso hay otro ministerio. Lo que urge es que nuestros niños y niñas aprendan matemática, no de memoria, no, que la aprendan para la vida. Que aprendan a leer y escribir es prioritario. Por eso el Ministerio de Educación debe plantearse metas concretas para mejorar los aprendizajes estudiantiles, docentes y administrativos para que al fin podamos salir de este subdesarrollo educativo.

La educación pública superior también debe mejorar y debe ser prioridad del gobierno generar una discusión sobre la pertinencia o no de una universidad nacional cooptada por un destazador de mala muerte, que solamente aprendió a decapitar coches mientras disque estudió pedagogía en un programa fantasma de fin de semana, donde no aprendió ni a leer, ni a escribir y seguramente no a entender. Este tipejo que robó la elección a rector de la Universidad de San Carlos debe ser reducido al orden y eso también es tarea de usted presidente, aunque diga que no es de su competencia. Lo mismo con el sicario de la educación guatemalteca, el eterno presidente del sindicato que no quiere hacer público el pacto colectivo por los privilegios que le otorga. Hay una deuda con la educación a todo nivel y su pago debe ser un propósito del 2025.

Ingresamos al 2025 sabiendo que hay un enorme déficit de salud física y poca, o nula, atención a la salud mental para los y las guatemaltecas. Hace falta aprender a amarnos, a respetarnos, a saber perdonarnos, a trabajar para ser mejores, aprender a ser honestos, a no mentir ni mentirnos. Hay que fortalecer nuestra identidad y no claudiquemos en nuestra lucha por un mejor país, por un país con más justicia, con oportunidades para más, para que las familias no tengan que destruirse porque el papá o la mamá se tiene que ir a trabajar a los Estados Unidos. Ya basta de eso. Así que nuestros objetivos debemos modularlos alrededor de nuestras grandes aspiraciones. Eso requiere capacidad de trabajar, capacidad de amar y capacidad de aprender. No le tengamos miedo al futuro, al final este lo estamos construyendo. No dejemos que el Pacto de Corruptos nos lo construya destruyendo oportunidades. Para eso es la democracia, para que vivamos todos mejor, no unos pocos. Por eso, luchemos por nuestra democracia. Hagámoslo ahora en el 2025. Si no es ahora, no será nunca.

Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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