Cuando aprendimos el ciclo del agua, seguramente que vimos los tradicionales diagramas: Aquellos dibujos coloreados de primaria que quedaron en nuestras mentes, con hermosos ríos de aguas azules, cielos claros con nubes blancas y montañas verdes cuyos prados no se reconocían en nuestra tierra rebelde a la simetría, como dice el poeta quetzalteco Víctor Villagrán Amaya. Pero los diagramas del ciclo del agua escolar tienen un problema mayor, en ellos no aparecen seres humanos, ni se indica que el agua se contamina y ni se menciona al agua subterránea. Este ciclo hidrológico escolar está sobresimplificado por razones didácticas, un proceso llamado transposición didáctica, pero esta sobresimplificación parece que marca la realidad de millones de personas en el mundo que perciben una falsa seguridad hídrica.
Un estudio reportado en la Revista Geo Nature de casi quinientos diagramas del ciclo del agua mostraban que los diagramas del ciclo del agua escolares daban falsas imágenes a los estudiantes: Un 95% mostraban una sola cuenca, un 98% no mostraban contaminación alguna y el cambio climático era ausente en esas figuras. A veces pienso que los alcaldes y los concejos municipales tienen esa visión escolarizada y errónea del ciclo del agua y creen que el agua es un recurso infinito, que siempre tendrán agua y que si esta se contamina no hay problema. Desde esa visión tierra planicie del ciclo del agua, no se requieren sistemas de tratamiento, no se sabe que es muy difícil, pero posible, tratar el agua, no se acepta que hay que reciclar el agua, ni siquiera se reconoce que es una urgencia municipal no desperdiciar el agua.
Este modelo extractivista del agua se parece mucho a los modelos que utilizan las empresas mineras, solamente que estas en lugar de extraer agua extraen oro, plata, zinc, plomo, hierro, cobre, mercurio, arena, piedrín y otros. En Guatemala hay enormes problemas ambientales producidos por minas, no solamente las minas de materiales como arena o piedra sino minas a cielo abierto con daños significativos al medio ambiente como la mina Marlin en el departamento de San Marcos, El Escobal en Santa Rosa, El Tambor en Guatemala, la mina Cerro Blanco entre Guatemala y El Salvador, la mina San Rafael, etc. El mapa de Guatemala está permeado y marcado por minas de metales que tienen un enorme efecto negativo en nuestros ecosistemas principalmente en la calidad y cantidad de agua que utilizan y contaminan. Empresas mineras internacionales, especialmente canadienses, han encontrado en Guatemala un paraíso para la minería por sus débiles controles ambientales y fiscales.
Pero no solamente las minas de oro y de metales son las que le hacen un terrible daño a nuestros ecosistemas si estas no tienen controles ambientales, también las minas de piedra, piedrín o el denominado «selecto» que cada vez prolifera más. En Quetzaltenango, las minas a cielo abierto que extraen materiales de construcción, dicen, si no es que extraen algo más que no nos dicen, siguen talando árboles, botando montañas y apoderándose de las áreas de recarga hídrica para convertirlas en espantosos agujeros, con cortes perpendiculares que lo único que producirán al venir las lluvias son enormes escorrentías, inundaciones y en el futuro nuevamente escasez de agua.
Durante el 2024 cualquier observador de las montañas al suroccidente de la ciudad de Quetzaltenango, tanto en el Valle del Palajunoj como ahora en el mismo Cerro Siete Orejas, que colinda con la urbanización conocida como Ciudad de los Altos notará una enorme devastación. Estas minas «aprobadas» por la municipalidad de Quetzaltenango ponen en riesgo a la población quetzalteca la que transcurre sus días en silencio al respecto. A esto los y las quetzaltecas deben ponerle un fin, un hasta aquí. Hay que pedir los estudios de impacto ambiental para ver si realmente los están cumpliendo.
Las minas, tanto de metales como de otros materiales, como las minas que se perforan en los alrededores de la Ciudad de Quetzaltenango, principalmente en el Valle del Palajunoj, tierra sagrada para la historia nuestra, cambian fundamentalmente el ciclo del agua: La tala de árboles de enormes secciones de las montañas sin control municipal alguno, sin control del ministerio de Medio Ambiente, los enormes cortes perpendiculares para el caso de las minas alrededor de la Ciudad de Quetzaltenango que producirán escorrentías que incrementarán las inundaciones de la zona urbana quetzalteca, una zona ya vulnerable a inundaciones.
Aunque el ministerio de Medio Ambiente ha suspendido la licencia de un par de minas en el 2024, el trabajo de la ministra Orantes debe continuar. Debe hacerse mucho más de lo que se hizo en este año, debe seguir revisándose cada licencia de extracción de licencias mineras de metales y de minas de materiales para construcción, como las minas que ya se observan en las montañas de la Ciudad de Quetzaltenango. Las minas mal manejadas hacen una transformación negativa al medio ambiente, degeneran el ciclo del agua, son una bomba de tiempo para nuestro medio ambiente. No podemos dejar que las empresas mineras, ya sea de metales o de materiales de construcción, termine con nuestros bosques, nuestros ríos, nuestra agua subterránea y degenere el ciclo del agua de forma irreversible. Es urgente la ley de agua como urgente es la recuperación de conciencia ambiental. Hagámoslo, sino es ahora, no será nunca guatemaltecos.