Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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El Xelajú Mario Camposeco, Xelajú MC, es el equipo de fútbol de Quetzaltenango. Este equipo de fútbol forma parte de la compleja construcción identitaria de los y las quetzaltecas que durante cientos de años han establecido una compleja relación con el poder central del que han intentado liberarse una y otra vez. La identidad cultural de Quetzaltenango se refleja en el Estado de los Altos, el proyecto político de separación que fracasó por sus componentes racistas no entendidas en ese entonces, hace siglos ya. La lucha con el Poder se refleja en la historia de la Conquista española mexicana de 1543 cuando el Príncipe Quiché Tecún Umán defiende hasta la muerte su tierra, su pueblo, su cultura. Pasaron siglos de conquista inconclusa y fue el Siglo XX el que refleja con mayor intensidad la naturaleza cultural de Quetzaltenango.

Nace en Quetzaltenango la marimba doble, un invento tecnocultural de los hermanos Hurtado honrados en el billete de Q200, billetes escondidos ahora en las caletas de los corruptos. Fue Sebastián Hurtado, quien nace en un ambiente musical, no solamente de los hermanos Hurtado, quien inventó la marimba cromática doble en la misma época en que Jesús Castillo componía la hermosa música de Fiesta de Pájaros, el inmortal Jesús Castillo, autor de la primera antropología musical guatemalteca que identifica los patrones musicales de las fiestas comunitarias con los ritmos de los cantos de los pájaros locales. Jesús Castillo no solamente era un antropólogo musical, fue un compositor y escritor de música en la codificación actual. Era época de grandes. También nace, justo la noche del terremoto de San Perfecto, Quetzaltenango 1902, el hermoso vals quetzalteco Noche de Luna entre Ruinas, de Mariano Valverde.

Son tantos, pero tantos los y las artistas quetzaltecos que el mismo Teatro Municipal, inaugurado a finales del Siglo XIX se convierte en la imagen perfecta de la creación cultural quetzalteca, junto a sus Juegos Florales, espacio para poetas y escritores de América Latina para hacer de Quetzaltenango la Cuna de la Cultura. Como parte de este entretramado de manglares culturales quetzaltecos nace y muere en Quetzaltenango su Ferrocarril de los Altos hecho eterno no solamente por sus vagones de hierro y madera y sus complejos trazos descendiendo montañas, cruzando el Túnel de Santa María en el sentido opuesto en que se diera la trayectoria de la Conquista de Pedro de Alvarado, su ejército español y mexica que subieron esas montañas 500 años antes, ahora documentado en la hermosa melodía del otro compositor quetzalteco Domingo Bethancourt: Ferrocarril de los Altos.

Nace en 1940 la canción, el vals, el himno guatemalteco Luna de Xelajú. Y nace como todo gran nacimiento, llena de controversias, que si fue o no Paco Pérez. Pero la canción nace y se inserta en la construcción local de identidad y se convierte en la canción más popular de Guatemala con la muerte trágica de Paco Pérez, quien fallece en un accidente aéreo en 1951 en tierras del majestuoso y milenario Petén. Y como si fuera la imagen especular de otra historia grandiosa nace en Quetzaltenango el Club Social y Deportivo Xelajú en 1942. El club añade a su nombre el de Mario Camposeco, su jugador estrella, por su muerte trágica, ya que fallece en un accidente aéreo en 1951.

Pero tanto la Luna de Xelajú como el Xelajú Mario Camposeco traían ya la estrella del orgullo de ser quezaltecos. Ambos son los mecanismos antropológicos para construir y consolidar una cultura local propia, siempre en pugna con el poder central, no tanto por capricho si no por el abandono del centralismo y eso se observa con la permanente pelea entre los clubes de futbol capitalino y el Xelajú, por eso cuando se hace campeón en 1962 en un encuentro contra Comunicaciones fue contra todo pronóstico. Los tres goles de Chávez Lizano le dieron la remontada que el Xelajú necesitaba para ser Campeón.

Para hacer Campeón al Xelajú pasaron años, de 1942 a 1962. Se logra un equipo ejemplar de jugadores locales de altísima calidad como Chacatay López, Aníbal Herrera, Santos Valverde, Sergio Anaya, entre un grupo excelente de jugadores. Pero el legendario jugador Mario Camposeco ya había dejado una marca de entrega, coraje de un equipo aguerrido cuya función esencial no era solamente jugar al fútbol sino como la Luna de Xelajú y el Ferrocarril de los Altos, era crear identidad, esta identidad nuestra, esta lucha por la libertad, por la independencia, esa garra por renacer de las cenizas, desde la Conquista y antes, desde el terremoto de San Perfecto cuando la Noche de Luna entre Ruinas nos hizo renacer. Eso es el Xelajú Mario Camposeco, el constructo social de identidades por la libertad, el coraje y la garra.

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