El agua es un compuesto químico cuya abundancia nos hace pensar que nunca tendremos una crisis de agua. Pero el agua no es solamente Hidrógeno y Oxígeno, es un compuesto cuyas características físicas y químicas permiten usarla de muchas formas, como transportador de nutrientes, como disolvente, como medio de transporte, como refrigerante, como elemento fundamental de los semiconductores, etcétera, un largo etcétera. De hecho, el agua más pura del Universo está en nuestro planeta, es un agua ultrapurificada para ser usada en los semiconductores electrónicos, chips. Nuestras computadoras y teléfonos inteligentes tienen agua ultraprocesada y purísima. Que lejos quedaron aquellos 12,000 millones de años cuando en las cercanías del Big Bang por primera vez se unía un átomo de Oxígeno y dos de Hidrógeno para formar una nuevas sustancia, el agua. Y así, cometas de hielo vagaron en el Universo hasta encontrar un planeta que se formaría esencialmente de agua, la Tierra.
Tenemos acceso a experiencias con el agua desde que fuimos engendrados y luego vivimos nueve meses en el vientre acuífero de nuestra madre. Pero la educación en agua estuvo abandonada mucho tiempo hasta que vinieron las primeras reformas de educación científica y últimamente de educación ambiental con énfasis en sostenibilidad. En la escuela desde los primeros años hay contenidos sobre el agua, pero el currículo actual se enfoca en contenidos fríos, muertos, que producen aprendizajes deficientes sobre el agua y su ciclo. El ciclo social del agua ni se toca. La poca investigación existente sobre aprendizaje del agua refleja que en las etapas iniciales y medias habitualmente los alumnos y alumnas no conciben el agua como algo dinámico ni cíclico y no visualizan la conexión entre el agua de una ubicación y de otras. Los estudiantes de primaria de la ciudad de Quetzaltenango difícilmente saben que mucha del agua de la ciudad altense viene de Varsovia y Monrovia, dos aldeas con pobreza y sin agua de un municipio vecino, San Juan Ostuncalco. Lo mismo sucede con estudiantes de centros urbanos no solamente en Quetzaltenango, este es un problema global: Ausencia de una concepción dinámica del agua, ausencia del entendimiento del ciclo social del agua.
En las escuelas, y a veces en la misma universidad, el ciclo del agua se esquematiza independientemente de los alumnos y los profesores, esto es, independiente de los seres que lo afectan, especialmente los seres humanos. Casi siempre se presenta escolarmente como un sistema (no se dice que es cerrado y por lo tanto se conserva la materia), un sistema con entradas, como las precipitaciones. Se explica, usando ilustraciones didácticas, que una parte del agua circula en la superficie como ríos y lagos o va hacia el subsuelo o que va al mar. Luego, debido al sol se produce la evaporación del agua desde el suelo. Se reconoce en estos esquemas que hay precipitación, evaporación y condensación, eso sería el ciclo del agua. Pero lo sencillo de esta ilustración oculta que en todas las etapas del ciclo se producen procesos de retorno del agua a la atmosfera por efecto de la temperatura y la misma transpiración asociada a la vegetación, arboles, por ejemplo, que transpiran agua y que en raras ocasiones son visitados por los alumnos.
Pero el gran ausente de este ciclo hidrológico es el ser humano, los niños y niñas de la escuela que no se ven en las figuras y por lo tanto no se sienten parte del ciclo. Nosotros transpiramos, tomamos agua, la expulsamos, la usamos para la agricultura, para la industria, para la recreación, decidimos de donde tomar agua, cómo usarla, cuanto usar y este es el ciclo social del agua, el gran ausente escolar y social porque muchas veces las personas no conocen dicho ciclo en sus comunidades. Eso produce enormes problemas. Uno de ellos es que no se reconoce el territorio de referencia para entender el ciclo social del agua que nos afecta. Esto es, en realidad el ciclo del agua ocurre a nivel de la cuenca hidrográfica, unidad natural del territorio.
Al analizar el ciclo del agua independientemente de los seres humanos y de la cuenca, entonces realmente no hay referentes para el aprendizaje. Así, los niños y niñas de la ciudad de Quetzaltenango no entenderán la cuenca del rio Xequijel en el que se encuentran, la forma en que las montañas y los arboles «capturan» el agua, lo que sucede cuando llueve y la forma en que la cuenca capta el agua de precipitación que converge hacia un único punto de salida. Es en la cuenca que debe enfocarse el entendimiento del ciclo social del agua para entender nuestras sequias e inundaciones y la forma en que las aguas subterráneas funcionan en ese territorio.
La educación científica es fundamental para la construcción de nuestra democracia. El entendimiento del ciclo social del agua es algo que todos y todas deberíamos tener, un entendimiento mínimo que nos permita participar como ciudadanos en el futuro del agua en un contexto de calentamiento global que agrega enormes retos pues los procesos de evaporación cambiarán, tendremos sequías e inundaciones más intensas. Es decir, nuestro futuro depende del agua. Pero el agua no es solamente un recurso, ni es solamente un compuesto químico, es también un conector social, un elemento que permea nuestras culturas y nuestras identidades. Por eso es fundamental hablar sobre ella, entender sus procesos, conocer nuestras cuencas, saber cómo se limpian, cómo se cuida para que ella, el agua, nos limpie, nos cure y nos ayude a reconstruir nuestras identidades. Esto urge. Hagámoslo. Si no es ahora, no será nunca.
*Artículo inspirado en el Primer Congreso Virtual de Calentamiento Global y Gestión Integral del Agua organizado por Munik’at e Ingeniería del Centro Universitario de Occidente de la Universidad de San Carlos que se realizará del 25 al 29 de noviembre del 2024. https://www.munikat.org/inscripciones-congreso-cambio-climatico-y-agua/