En el proceso de la construcción de la democracia guatemalteca hemos encontrado enormes barreras, dificultades. La construcción política de la llamada independencia de Guatemala fue un show, una separación de criollos de España para mantener el estado de cosas. Así que realmente no cuenta lo de 1821. El Estado de los Altos fue otro intento de separación, pero las élites racistas de entonces no entendieron que solamente si se construía un movimiento genuino entre ladinos e indígenas de la época se podía construir un Estado más representativo que el que pretendieron. El Estado de los Altos fracasó por su racismo y con ello los intentos de construir un Estado centroamericano. El movimiento del Oriente de mediados del Siglo XIX también fue exterminado. La Revolución Quetzalteca de 1897 también fue una escaramuza. Debimos esperar a 1944 donde realmente si logramos transformaciones fundamentales, desde el seguro social, la autonomía universitaria, la reforma agraria y todo lo que, a los amantes del mercado, neoliberales ahora, no les gusta.
La guerra civil posrevolucionaria que duró 30 años y que dejó a 200,000 guatemaltecos muertos, no fue suficiente para lograr la democracia. El invento de 1986 con Vinicio Cerezo estuvo amarrado a las élites militares, que fueron y siguen siendo los perros guardianes de la oligarquía. Esa guerra nos marcó posgeneracionalmente porque nos dejó con miedo a la participación política en general y política partidaria en particular. Vinieron los acuerdos de paz liderados nada menos y nada más por el defensor del neoliberalismo, Álvaro Arzú, quien privatizó hasta la bandera. El resultado de los diálogos de paz fue una jura a la bandera, la bandera privatizada. No había modo de construir democracia en Guatemala en el Siglo XX. Cuando llega Portillo se da cuenta de esto, pero es atrapado en la vorágine de la corrupción. Sin embargo, Portillo pide a Naciones Unidas que intervenga con el pretexto de eliminar a los aparatos paraestatales. A la venida de la CICIG, Comisión Internacional Contra la Impunidad, Castresana avanzó poco pero ya se perfilaban los grandes grupos de poder y corrupción. Los avances de la CICIG vinieron con Iván Velásquez quien identifica estructuras criminales que le robaban al Estado, entre ellos La Línea, el caso emblemático de corrupción en las aduanas que llevó a Otto Pérez y Roxana Baldetti a la cárcel.
Con el encarcelamiento de Pérez y Baldetti la corrupción no se detuvo. Ya había estructuras criminales insertadas en el Estado desde la época en que los militares manejaban las aduanas, tal el caso del grupo llamado La Cofradía. Pero la CICIG tocó los intereses de los grandes empresarios que han venido defraudando desde siempre al Estado. Esta corrupción se encuentra plenamente documentada en varios trabajos, entre ellos: Paraíso Desigual. Pero la salida de la CICIG no solamente fue para evitar más investigaciones sino para reinstalar un régimen antidemocrático, mafioso, cleptocrático, esto es, estamos ante condiciones que nos retroceden décadas de lucha prodemocracia.
De la Cofradía al Pacto de Corruptos ha habido cambios fundamentales en Guatemala. La corrupción ya no solamente la manejan los militares, ni solamente los empresarios oligarcas, ni solamente los diputados, ni solamente los politiqueros, ni solamente los alcaldes y sus síndicos, sino que esta está permeada por el narcotráfico. Esta compleja situación hace que en el contexto internacional este país de tránsito y ahora consumo de droga tenga un especial interés. Los guatemaltecos de a pie, a quienes apenas les alcanza el tiempo para trabajar, dieron en el 2023 días enteros a la lucha por la democracia. Y no lo hicieron por Semilla, lo hicieron por el país.
El gobierno de Bernardo Arévalo es una excepción democrática en el largo camino guatemalteco. El problema es que solamente él es democrático en un ambiente antidemocrático. ¿Qué hacer entonces? Desde mi punto de vista, la lucha del gobierno no debe ser jugar el juego pseudodemocrático que le invitan a jugar las instituciones cooptadas del país. La lucha debe ser frontal en contra de las profundas estructuras que sostienen instituciones corruptas. El juego democrático del presidente Arévalo es ridículo ante estas mafias. ¿Cómo? Hay tantas formas de hacer un rescate directo de la democracia, ninguna sencilla. Pero hay una que se presenta casi en bandeja para que el presidente dirija el movimiento anticorrupción más grande de la historia de Guatemala: El Caso B 410.
El Caso B 410 de defraudación fiscal no nace de una investigación criminal del Ministerio Público, MP, como en el caso de La Línea. Nace de una investigación ejemplar de la SAT, Superintendencia de Administración Tributaria luego de una minuciosa investigación. Una verdadera cátedra para el MP, quienes no tienen ni idea de qué es una teoría, ni de qué es una hipótesis, ni de qué es evidencia porque en el MP actual todo lo inventan. Esta estructura de defraudación tributaria asumió que tendrían impunidad total si cualquier investigación se diera. Un caso así solamente puede nacer de la mente diabólica de Miguel Martínez, con la venia de Giammattei. De hecho, aun creen que tendrán impunidad, pero el caso es muy grande para que este MP se haga el ciego.
La Línea era un caso de defraudación de 30 millones de quetzales. El B 410 como mínimo es un caso de defraudación de 300 millones, 10 veces lo de la Línea. Pero hay expertos que estiman que realmente este caso tiene una defraudación de 9,000 millones de quetzales, si, nueve mil, una cifra astronómica que serian 300 casos de La Línea. ¡Imagínese eso! Estamos enfrente de un caso espeluznante de defraudación que debe ser investigado. Esta es la prueba de fuego para el MP que se ha especializado en desinvestigar, esto es, hacer pseudoinvestigaciones, crear evidencia, culpar inocentes, asustar con el petate del muerto para mantener en el poder real al Pacto de Corruptos. En esta situación, la ciudadanía juega un papel importantísimo. Ya sé, estamos cansados de tanta corrupción, cansados de tanta lucha aparentemente infructuosa y de pocos resultados, pero la corrupción está profundamente arraigada no solamente en los corruptos sino en las instituciones y hasta en la vida cotidiana de las personas que la ven como normal.
Para que el caso B 410 sea el punto de quiebre entre el antes y el mañana el presidente Arévalo debe realmente tomar el liderazgo y llamar a la población para que se manifieste democráticamente pidiendo la investigación objetiva del MP según el Artículo 33 de la Constitución, pidiendo resultados. Amparados por la Constitución nuestra, esta es la oportunidad de cambiar las cosas. Ciertamente podemos tener miedo, entendible con esta historia de traumas de décadas de guerra y siglos de autoritarismos. El miedo nos paraliza. Pero hemos demostrado anteriormente que podemos expresarnos. Así que manifestémonos guatemaltecos y guatemaltecas. Rescatemos esta democracia nuestra presidente. Si no es ahora, no será nunca.