Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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Las universidades son subsistemas escolares que tienden a ser repetitivos, con contadas excepciones. Aún si se juzgan como subsistemas escolares, son ineficientes, tanto la pública como las privadas. La eficiencia terminal es bajísima, del orden del 10% o sea que 90% de los que ingresan, no se gradúan en el tiempo que dice el currículo, 6 años para el caso de la Universidad Nacional, la de San Carlos. Las licenciaturas en la mayoría de países, Estados Unidos, Canadá, México son de cuatro años. El tiempo promedio de graduación en derecho en la San Carlos es 17 años, ¡diez y siete! Aquí hay un enorme problema no solamente de ineficiencia del uso de los fondos públicos sino un problema de equidad y respeto. Si una institución de educación superior, como la San Carlos no da condiciones para aprendizajes pertinentes que permitan la graduación en tiempo razonable, es entonces un obstáculo para la sociedad, no un apoyo.

Si una de las funciones de las universidades es su función docente y esa es realmente un fracaso a juzgar por su eficiencia terminal, esto es, el bajísimo nivel de graduación en programas extremadamente largos que ofrecen licenciaturas eternas que en otros países duran un 50% menos, su otra función, la función de producción científica, la función de investigación científica y tecnológica parece diluirse con un 0.04% del PIB de inversión en ciencia y tecnología. Esta es la inversión más baja en América Latina. México invierte diez veces lo que nosotros invertimos en ciencia y tecnología y Corea del Sur, cien veces y por lo tanto cosechan ciencia y tecnología más en esas proporciones. Por eso se requiere una transformación profunda en las universidades guatemaltecas y en el sistema nacional de ciencia y tecnología dirigido por la SENACYT. Las universidades deben dejar de ser solamente un negocio, con eternas licenciaturas, deben proveer licenciaturas más cortas, más pertinentes y más eficientes. Junto a esto, urge que se generen sistemas de investigación para el profesorado universitario, oportunidades para que la docencia no sea solamente repetitiva, sino inspirada por la investigación científica.

Las autoconcepciones de las universidades distan mucho de la realidad. En su página web se encuentra la visión y misión de la Universidad Nacional, una mezcla entre elementos constitucionales y otros agregados propios: «La Universidad de San Carlos de Guatemala es la institución de educación superior estatal, autónoma, con cultura democrática, con enfoque multi e intercultural, vinculada y comprometida con el desarrollo científico, social, humanista y ambiental con una gestión actualizada, dinámica, efectiva y con recursos óptimamente utilizados para alcanzar sus fines y objetivos, formadora de profesionales con principios éticos y excelencia académica».

La realidad es que la Universidad Nacional la han convertido en: «Una institución no autónoma, que responde a intereses de politiqueros, cooptada por el Pacto de Corruptos, con una cultura antidemocrática, racista, clasista, desvinculada al desarrollo científico, social y humanista, con una gestión obsoleta y con recursos utilizados de forma ineficiente…».

A partir de hace unos cuatro rectorados, esto es, desde que Estuardo Gálvez construyera un refugio de poder universitario para influenciar el proceso de elección de las altas cortes y que estrenara la reelección universitaria como medio para mantener un enorme poder político en el país, seguido de Murphy Paiz, otro capo cooptador de la educación superior,  se hizo mucho más claro el valor político de la Universidad Pública lo que se transformó en un poder de cambio, cambio de favores, para asegurar impunidad y puestos públicos a costa del sacrificio de la honestidad. Si bien ya la Universidad de San Carlos se debilitaba académicamente en la rectoría de Paiz, el acabóse administrativo, político y académico vino con la llegada a la rectoría de Walter Mazariegos, un personaje siniestro que es capaz de negociar todo y a todos con tal de obtener poder, su droga favorita.

Con el descubrimiento del poder que tienen las facultades de derecho en la elección de altas cortes, emergen universidades privadas que logran aprobaciones exprés y que aun sin estudiantes de derecho son capaces de tener representación en las comisiones de postulación: Una tergiversación total de la Constitución. Sabiendo de ese poder, el presidente Alejandro Giammattei y su pareja, Miguel Martínez, se enfocan en cooptar a la Universidad de San Carlos y lo logran fácilmente con Walter Mazariegos. Eso explica la forma burda en que Mazariegos desarrolló un fraude descarado, apoyado por las fuerzas armadas que Giammattei le facilitó y la impunidad que hasta la fecha le ha brindado el Ministerio Público.

Las universidades como la Regional, donde uno de los dueños es Estuardo Gálvez, mantienen el poder ganado en la rectoría de la San Carlos para seguir manipulando al sistema de justicia. Y ahora, como si fuese una pesadilla o una historia macabra, el Consejo de la Enseñanza Privada Superior acaba de aprobar la universidad de Walter Mazariegos, el usurpador de la rectoría de la Universidad de San Carlos, el mismo y como si saliera del infierno de la novela de Dante de Alighieri, ha aprobado a la universidad llamada Juan José Arévalo Bermejo, un golpe a la dignidad de nuestro país y un atentado a la memoria del presidente Arévalo Bermejo, nuestro mejor presidente. ¡Vaya cinismo de estos corruptos!

Si esta nueva universidad privada guatemalteca sigue la historia de las últimas universidades aprobadas, entonces tiene una función que dista mucho de ser una universidad académica, ¿Qué de académico se le puede pedir al usurpador de rector, Walter Mazariegos? ¿Qué? ¡Por las barbas de Neptuno! Nos encontramos en la fase de un Estado cooptado, cínico hasta sus entrañas que juega con todo, con los valores de un pueblo, con la historia de un país democrático de la Revolución de Octubre liderada por el presidente Arévalo Bermejo, con la memoria de la lucha armada de un pueblo sacrificado por asesinos donde doscientos mil guatemaltecos, 200,000 dieron sus vidas por un país mejor y no para que este grupúsculo de corruptos venga a atentar con nuestra dignidad.

El camino de la recuperación del país lo debemos construir nosotros, los que queremos un país más justo, que dé oportunidades honestas a todos y todas. La recuperación de la Universidad pública también es el camino de la recuperación del país. El replanteamiento de la educación superior es urgente. Vamos Guatemala. Si no es ahora, no será nunca.

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