El secuestro del Padrón Electoral es la noticia que convive con la noticia de haber ganado la primera medalla olímpica de oro y la segunda de bronce. Esta alegría que no nos la pueden robar, que no nos la pueden quitar, nadie, ni la derecha ni la izquierda. Nadie. Adriana Ruano, una nutricionista, deportista que nos hizo llorar, es llanto que hace país, esas lágrimas que también Jean Pierre Brol nos hizo derramar entre nuestro desconocimiento del deporte de tiro y que solamente se reflejaba en los memes del tiro al blanco en la feria del pueblo. Lo que Adriana y Jean Pierre han hecho, con tanta disciplina, años de esfuerzo, luchas secretas, derrotas muchas, ganancias, pocas, en un país cooptado por la mafia, lo que han hecho estos dos guatemaltecos es permitirnos eso, sentirnos ser guatemaltecos.
Mientras el deporte federado sigue cooptado de muchas formas porque a el llegaron dirigentes cuyo objetivo no era mejorar el deporte ni apoyar a los deportistas, era, tristemente, robar los fondos estatales y ganar privilegios y tener acceso a poder y control. Y esto de que los atletas guatemaltecos participen en las olimpiadas con su bandera y con su himno es realmente el resultado de la gestión del presidente Bernardo Arévalo. Ciertamente los politiqueros, de izquierda o derecha, de todos lados, politiqueros, quieren llevar agua a su molino. Aquí el éxito y los aplausos son para los atletas, ella y él se han sacrificado, ellos, sus entrenadores, su familia sacrificada, los dirigentes que, si apoyaron, no todos han sido un desastre y a pesar de la cooptación del deporte federado que es parte de la cooptación del Estado y de la justicia, a pesar de eso, los y las deportistas brillan a nivel mundial.
Los éxitos particulares de Jean Pierre y Adriana son los éxitos de toda la delegación deportiva olímpica guatemalteca. El deporte es una práctica social que requiere mucho apoyo, mucha disciplina, mucho amor y es, y ha sido, el pegamento social que nos une. Y cómo no si el arma con la que ganó el oro Adriana llevaba pegado un país entero, lleno de dolor, lleno de todo, pero que, por fin, por fin, se llenó de luz cuando justo respira, apunta y logra el oro y el récord olímpico. A lo lejos aparece el mapa de este país nuestro que se une, que se emociona y que reconoce que es al final la cultura el elemento crucial de integración. El deporte como cultura. Son entonces las prácticas culturales, la música, la literatura, la danza, la poesía, el arte y la educación lo que nos hace y hará salir del agujero oscuro en que los corruptos decidieron hundirnos.
Mientras tanto en la realidad cotidiana guatemalteca el Ministerio Público insiste en su, ya ridículo, golpe de Estado. Cada vez más interviene más al Tribunal Supremo Electoral. Ahora piden, cómo no han de pedir, información que contiene el padrón electoral y sus algoritmos, información que constitucionalmente pertenece solamente al tribunal electoral. Esto es parte de la interpretación particular que hace la fiscal general de sus funciones, donde ella ha dicho abiertamente que está para defender la democracia, tarea que no le corresponde. En ese sentido su carrera política al frente del Ministerio Público ha degradado al extremo la investigación penal, porque se ha convertido en investigación selectiva con ánimo de revancha.
Así este país nuestro que brilla en el medallero olímpico como resultado del enorme esfuerzo de sus atletas, cae en el pozo de la arrogancia y de la arbitrariedad porque mientras el Ministerio Público interpreta la Constitución a su sabor y antojo de tal forma que el Artículo 1 de nuestra Constitución dice: «El Estado de Guatemala se organiza para proteger a la persona y a la familia; su fin supremo es la realización del bien común», la fiscal general, y su falso doctorado y el mismo sistema de justicia cooptado lo leen como que el Estado se organiza para proteger a unas personas y sus allegados y su fin supremo es lograr impunidad para estos ladrones, cuyos nombres y apellidos conocemos. Para muestra el cinismo de Manuel Baldizón, luego de que el sistema de justicia cerrara el caso de Odebrech y Baldizón comentara con total arrogancia, presumiendo de su falso doctorado y sin tener lógica en sus declaraciones: «este es un golpe para el sistema de justicia». ¡Vaya forma de concebir y hacer justicia!
Mientras el Ministerio Público sigue liberando delincuentes y procurando impunidad a esos pocos corruptos como Miguel Martínez, responsable de la debacle en el Comité Olímpico guatemalteco, mientras el sistema de justicia sigue en contra de la verdadera democratización de Guatemala, mientras se secuestra no solamente el padrón electoral, siendo ya esto un delito como muchos cometidos por el ente investigador, mientras un grupito de corruptos quiere proteger sus privilegios, la mayoría de guatemaltecos reconocen en los éxitos de nuestros medallistas olímpicos el enorme esfuerzo de luchar contra la corriente.
Mientras Jean Pierre y Adriana abrazan sus medallas olímpicas y derraman lágrimas con todos y todas las guatemaltecas que queremos un país de verdad, se perciben las sonrisas de sus padres fallecidos en la tierra y vivos en el cielo. En este encuentro espontáneo de nacionalidad todos sabemos que muchos más deportistas gritan por oportunidades, millones de niños y niñas que sueñan no tienen condiciones básicas para vivir. Este país tiene talentos y puede tener muchos más artistas, muchos más científicos, hombres y mujeres, ingenieras, matemáticas, antropólogas, sociólogas, artesanos, poetas y astronautas entre miles de destinos posibles si logramos recuperar la democracia, la democracia nuestra, no la democracia de politiqueros y usureros, la democracia que se construye como proyecto de todos y de todas, proyecto nuestro, que nos una, como nos une el llanto de alegría de los logros olímpicos. Para eso hay que superar el secuestro del Estado y procurar el Encuentro nuestro. Hagámoslo, recuperemos este país nuestro. ¡Si no es ahora, no será nunca Guatemala!