La democracia guatemalteca está en una situación calamitosa, por no decir que se encuentra en trapos de cucaracha. Si bien la esperanza nuestra es que el presidente Bernardo Arévalo es un verdadero demócrata, en todo el sentido de la palabra, toda vez que primariamente se postula para mejorar las condiciones de vida de los y las guatemaltecas, especialmente de aquellos que se encuentran en situaciones vulnerables, la mayoría de los y las guatemaltecas. Es demócrata porque también respeta la Constitución de la República. Es demócrata porque respeta la independencia de poderes. Junto a eso es una persona honrada, honesta y entregado a un país que no parece importarle la democracia.
Los niños y las niñas guatemaltecas están en el abandono. Según UNICEF en el 2019 el 47% de la niñez menor de cinco años padecía de desnutrición crónica. ¡La mitad de toda la niñez guatemalteca! Eso llora sangre. ¿Pero sangre de quién? En efecto, del 2019 al 2023 el presidente Giammattei no intentó siquiera resolver este problema, su gobierno esencialmente corrupto profundizó la desnutrición infantil y destruyó los resabios democráticos que quedan en este país de papel. Lo que hizo Giammattei fue seguir el ciclo iniciado por el que creíamos era el peor presidente de Guatemala, Jimmy Morales, quien se enfocó en defender la corrupción, infiltrando al máximo el Estado de corruptos, grandes y pequeños, pacíficos y embusteros, defensores de la familia, de todo, el factor común era la corrupción.
Pero la vida en general y la vida social, en particular, se da en ciclos. Qué sería de la vida sin el ciclo del agua. Sería nada. Y la vida social también se da en ciclos, en ciclos grandes y pequeños. Ciclos enormes que se llevan siglos y ciclos pequeños, de minutos. Y el expresidente Morales decidió terminar con el ciclo de la CICIG, Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, un órgano de Naciones Unidas, que a solicitud del Gobierno de Guatemala desarrolló con éxito una serie de investigaciones en contra de la corrupción, identificando estructuras de poder organizadas efectivamente para robar, manipular y corromper los recursos públicos y con ello acrecentar los grandes problemas sociales, no digamos la desnutrición infantil. La CICIG había sido exitosa en identificar estructuras criminales en el Estado guatemalteco, desde el presidente Pérez y la vicepresidente Baldetti, quienes siguen en prisión, hasta el papel de la iniciativa privada, elemento clave para entender el rol de los malos empresarios en defraudar al Estado.
La CICIG venía haciendo un excelente trabajo en identificar la corrupción y llevar a juicio a los corruptos. Pero los empresarios, que han vivido desde siempre de esa corrupción, principalmente aquellos de las Cámaras Empresariales que suelen echarse baños de pureza, iniciaron una campaña nacional e internacional en contra de la CICIG y de forma abrupta, decidieron expulsarla. Para eso necesitan un monigote. Ese papel de monigote lo hizo Morales y lo consolidó Giammattei, pro familia, y su novio Miguel Martínez, elemento clave de la destrucción de los avances democráticos guatemaltecos. Con eso salimos del «ciclo» contra la corrupción y re empezamos el ciclo «pro» corrupción, disfrazado de la palabra soberanía. Los actores claves fueron los empresarios corruptos, estos millonarios a costa del estado y de la mala obra gris, estos mismos que pagaron para sacar a la CICIG y que retomaron el poder del ejecutivo, porque el legislativo nunca lo perdieron, y el judicial lo empezaban a cooptar. Aquí los errores se pagan caro porque la postulación de Thelma Aldana como candidata presidencial solamente aceleró los temores de los pro corrupción, los que tomaron el control del poder judicial al escoger a Consuelo Porras como fiscal general.
El maquiavélico plan de los anti CICIG al escoger a Consuelo Porras era capturar al poder judicial, cosa que lograron a juzgar por la forma en que el sistema de justicia, pero principalmente el ministerio público ha venido desarrollando investigaciones para socavar la democracia, con el apoyo de ciertos jueces y la corte suprema de justicia y hasta la misma corte de constitucionalidad que está en manos de corruptos. Durante los gobiernos de Morales y Giammattei el Ministerio Público se ha convertido en el defensor de la impunidad. Y si esto no fuera suficiente, cuando los resultados electorales del 2023 no les salieron como ellos quería, esto es de que ganara el impresentable Manuel Conde, entonces arremetieron en contra del Partido Político Movimiento Semilla, planificando y ejecutando, en conjunto con Giammattei, un golpe de Estado, el cual fue ampliamente documentado. El ataque a Semilla y al presidente Arévalo ha sido feroz. Si el golpe de Estado no se dio fue porque la ciudadanía valientemente participó, pero el golpe de Estado fue su objetivo, es su objetivo, será su objetivo. El Pacto de Corruptos, los pro corrupción, esto es, esta élite corrupta de empresarios y politiqueros, son esencialmente antidemocráticos y autoritarios.
El Pacto de Corruptos, la Élite Depredadora, los Pro Corrupción han manipulado todo cuanto pueden; primero para no permitir que Arévalo tomara posesión, segundo para bloquear toda su gestión, tercero, para continuar su golpe de Estado hasta que lo den. Para ello siguen repitiendo la misma narrativa de que hubo fraude en la elección presidencial pasada. Mientras atacan en los tribunales de justicia ordinarios, con jueces ordinarios y tratan de ventilar asuntos electorales, que no se ventilan ahí según nuestra Constitución, suspenden y pronto eliminarán a Semilla como partido político para venirnos a decir que hubo fraude porque no existirá, jurídicamente, Semilla. ¡Válgame Dios! Paralelamente construyen un poder paralelo, un gobierno paralelo e imponen a una presidente paralela, la mismísima Consuelo Porras quien como si fuese presidente, auto proclamada defensora de la democracia, realiza sus actividades de fiscal con pompa y poderío, construyendo para si una imagen presidenciable. Y como si esto no fuera suficiente, genera toda una campaña internacional para asistir a Estados Unidos a defender lo indefendible, enviando a su embajador, Calito, a hacer el ridículo con los congresistas de derecha norteafricana.
De todos los golpes que el Ministerio Público le ha dado a la democracia débil nuestra, el más fuerte, el más vil es la usurpación que ha hecho el mismo MP de los asuntos electorales. El Tribunal Supremo Electoral es supremo y es independiente. Pero el MP se metió en los procesos electorales, hizo una alaraca del proceso, llegaba con gente armada y cubierta de la cara con pasa montañas para secuestrar documentos, violando lo más básico de la democracia, la independencia del proceso electoral. Por supuesto que los jueces Engels, los fiscales Engels, todos tenían, tienen y tendrán como objetivo deslegitimizar al Movimiento Semilla y construir la narrativa del fraude electoral. La estrategia del MP es trasladar el caso de Semilla a sus juececitos Engels, como el juez Orellana, quien violenta el Estado de derecho usurpando funciones del Tribunal Supremo Electoral. La pieza jurídica clave es el (mal) uso de la Ley Contra la Delincuencia Organizada a un partido político que no, que no, que nunca se organizó para delinquir. Este es un golpe enorme no solamente a Semilla, es un golpe casi de muerte a la democracia guatemalteca. Esto lo hace el juez Orellana justo ahora, seis meses después de la toma de posesión, ahora, en nuestro silencio le da el tiro de gracia a la democracia.
Así mientras el país de papel se hunde por las lluvias de la temporada, y la corrupción asociada, y por las tormentas tropicales asociadas al Cambio Climático, la democracia de papel se dobla, se arruga y eventualmente la tirarán al canasto de la basura con la cantaleta de que la democracia no sirve. Este retroceso democrático es paradójico teniendo nosotros en el poder a un presidente fundamentalmente democrático. Pero un presidente democrático requiere de un país democrático, de gente democrática y de instituciones democráticas y eso no lo tenemos y no se si lo queremos construir. De momento, la democracia nuestra es solamente de papel. Si no reaccionamos ahora, no será nunca.