El sistema de educación nacional, un no sistema, está cooptado hasta los tuétanos. La dirigencia no la tiene la nueva Ministra de Educación sino más bien la tiene Joviel Acevedo, ese personaje siniestro que lucha porque no hagan público el Pacto Colectivo, un documento que simplemente confirmará cómo los y las ministras anteriores han permitido que este capo, y su séquito, se llene de privilegios mal habidos, se haga millonario y al mismo tiempo destruya a la misma educación pública guatemalteca. Pero Joviel no está solo. La actual ministra no parece tener claras las prioridades de la educación guatemalteca, esto es, que pagamos impuestos para que nuestros hijos e hijas aprendan a leer y escribir, sepan matemática elemental para la vida cotidiana, tengan pensamiento crítico, aprendan a vivir en democracia como mínimo y esto solamente podrá hacerse si existen maestros con altas calidades didácticas y éticas. Ah no, pero la prioridad del Ministerio de Educación parece ser la alimentación escolar, un fracaso técnico y político que refleja un serio problema en las prioridades del gobierno.
Ciertamente hay un problema profundo de desnutrición en Guatemala, pero ese problema no debe ser afrontado por el Ministerio de Educación. Esto lo que hace es desviarlo de sus funciones prioritarias, sus objetivos, los aprendizajes estudiantiles, eso es lo esencial. El programa de dotar alimentos a los estudiantes requiere de un mejor entendimiento de las condiciones urbanas y rurales de los y las estudiantes guatemaltecas y sus familias. En efecto, el Ministerio de Educación ha optado por preparar la comida en cada centro educativo del país, lo que significa que cada escuela debe tener cocina, mobiliario para cocinar, refrigeradoras, utensilios para cocinar y servir la comida y personal que cocine, no digamos tener acceso a agua potable y electricidad, cosa que no sucede en muchas escuelas públicas guatemaltecas. De momento se reporta que la gran mayoría de escuelas, esto es, más del 85% no tienen cocina y menos las capacidades logísticas para preparar alimentos. ¡Esto es una locura!
Imagine el lector lo que significa que, en cada escuela, urbana o rural, se tengan que organizar a los maestros y a los padres y madres de familia para cocinar y tener preparada la comida para tres millones de estudiantes cada día. Esto lo que hace es poner una enorme carga en los padres de familia, principalmente la madre de familia que en las áreas urbanas tiende a trabajar fuera de casa. En las áreas rurales las tareas familiares recaen en la madre, bueno, también en las áreas urbanas. En todo caso, tanto en lo urbano como en lo rural, lo que esta política de alimentación escolar hace es que la escuela se enfoque en dar alimentos y que los padres se organicen para cumplir con esta política. No es que el objetivo de brindar alimentos sea errado, lo que es errado es lanzarse a un programa nacional para alimentar a los y las escolares sin tener las condiciones materiales, ni logísticas ni sociales para realizarlo.
Otro efecto secundario no deseado de esta errada política de alimentación escolar es que se debe contar con una directiva de padres de familia llamada OPF. Como hay un poco de dinero en juego para comprar alimentos, hay reportes que los directores se alían a miembros de la llamada OPF para manipular los precios de los insumos para la alimentación escolar y así seleccionan proveedores que alteran los precios para hacer esto, quedarse con dinero como producto de esta microcorrupción que a la larga es una macrocorrupción en todo el sistema educativo. Este es el reflejo de que no se han formado a los cuadros directivos de la escuela, en particular el o la directora no son gestores, no son administradores, no son maestros ejemplares, no han sido formados para dirigir una institución académica que se enfoque en los aprendizajes estudiantiles. No hay programas institucionalizados de formación de cuadros administrativos, llámese directores, por ejemplo, entonces, muchos se convierten en reflejos especulares de Joviel Acevedo, su verdadero jefe.
Las prioridades del sistema de educación guatemalteco están relacionadas por nuestras grandes falencias: 1) Aumentar la cobertura de la educación pública, principalmente en el nivel medio, 2) Aumentar la calidad de los aprendizajes estudiantiles, principalmente en matemática y lectura, 3) Mejorar la formación docente de los profesores en servicio, 4) Desarrollar un sistema permanente de formación de administradores, directores y supervisores educativos, 5) Mejorar la formación de profesores preservicio, 6) Construir un sistema de investigación educativa con las universidades locales y con apoyo internacional que permita desarrollar política educativa basada en evidencia y en investigación científica.
Sin embargo, estas prioridades no parecen ser las de la ministra actual, ni fueron las de la ministra anterior, ni las del ministro anterior, ni ningún ministro. El interés por mejorar los aprendizajes estudiantiles ha estado ausente. La formación de docentes sí se ha dado, pero no obedece a la investigación científica sobre cómo aprenden los maestros y menos, cómo aprenden los y las estudiantes. Mientras no se desarrolle una visión científica de la educación, esto es, donde generen datos sobre aprendizaje, enseñanza, condiciones sociales, condiciones materiales, existencia o no de recursos didácticos y tecnológicos y mientras no se invierta en formar administradores, principalmente directores de escuela, estos actuarán de forma empírica, muchas veces de forma arrogante y no entenderán que su principal función es la mejora sustantiva de los aprendizajes de los y las alumnas.
Ya estamos cansados de Joviel Acevedo. Ya estamos cansados de Consuelo Porras. Realmente, ya estamos cansados. ¿Entenderá el gobierno que le hemos electo para que tome decisiones fuertes para recuperar a esta endeble democracia?