Luego del intento fallido del Estado de los Altos, el que fracasa por la visión racista de los criollos y ladinos que no integraron a los indígenas sino para cobrarles más impuestos para «defenderlos» del gobierno central de Guatemala, vino la Revolución Liberal. Si bien el gobierno central solicitaba impuestos estos no servían para el desarrollo de las poblaciones indígenas. Ni el gobierno central ni el Estado de los Altos apoyaban el desarrollo real de las poblaciones indígenas de mediados del Siglo XIX. Pero el Estado de los Altos era aún más explotador que el gobierno central y miraba a los indígenas como esclavos o en el mejor de los casos como entes que podrían defender la autonomía altense. En el discurso eso fue diferente. En la realidad la gran mayoría de indígenas no vieron en el Estado de los Altos una salida a la libertad sino más bien, un Estado más represor que el mismo gobierno central. No que el gobierno central fuera la maravilla para el desarrollo indígena. Las poblaciones indígenas estaban en el dilema de morir quemados, metafóricamente hablando, por un gobierno central insensible e indiferentes o morir ahogados por un gobierno del Estado de los Altos, racista y aún más explotador que el mismo gobierno central.
La Revolución Liberal de 1871 recuperó algunos ideales del Estado de los Altos, pero tenía su propia lógica, la lógica del mercado internacional del café entre otros productos de exportación de la nueva oligarquía, creada por un gobierno revolucionario liberal que de nuevo deja muchas deudas en materia de desarrollo real de las poblaciones más necesitadas. Como producto de esta bonanza económica de los cafetaleros y nuevos ricos, Quetzaltenango emerge como una ciudad cosmopolita. La nueva arquitectura de tendencias europeas construye un centro que comparte barrios coloniales y edificios clásicos que dan la bienvenida al Siglo XX. El teatro, la poesía, la pintura, la arquitectura, la música, la educación son prácticas sociales culturales que se asientan con fuerza en la ciudad altense, la que se convierte en centro cultural del Sur de México y de Centroamérica.
Entre 1870 y 1900 se dan cambios fundamentales en la vida económica, política y cultural de Quetzaltenango. Si bien los sistemas económicos se consolidan y a pesar de las divergencias con el poder central, la ciudad pudo establecerse como un centro cultural. Sin embargo, en 1897 los quetzaltecos nuevamente se levantan en armas debido a la decisión del entonces presidente José María Reina Barrios de extender su mandato y no llamar a elecciones. Quetzaltenango entonces se levantó en armas en lo que es llamada la Revolución Quetzalteca de 1897, la que no fue otro intento de proseguir con el Estado de los Altos, sino una protesta no pacífica en contra de otra tiranía. El levantamiento armado quetzalteco fue detenido por las tropas de Reina Barrios, pero marca nuevamente el carácter beligerante, contestatario e independiente de Quetzaltenango.
Mientras que en París se celebraba la Exposición Universal, centro del arte y la tecnología mundial, Quetzaltenango estrenaba un sistema de electricidad creado por la empresa alemana Cecilia. Esta empresa pasó a manos municipales a inicios del Siglo XX. Este ímpetu de electrificación temprana asociada con la emergencia de escuelas, institutos nacionales, funcionamiento de la Universidad de Occidente, inauguración del Teatro Municipal con sus eventos culturales asociados, emergencia de poetas, músicos y artistas hicieron que el Siglo XX también fuera recibido por una ciudad eminentemente cultural. El ejemplo del desarrollo musical de la marimba describe esta naturaleza esencial de Quetzaltenango.
La marimba doble fue inventada y transfigurada en Quetzaltenango a finales del Siglo XIX y con ello emerge una nueva música, unión sistémica de la música de los pueblos indígenas alrededor de Quetzaltenango, visitados ya por el músico Jesús Castillo quien realizara la primera antropología musical de la música quiché. Pero la transformación de la música indígena y su incorporación a la música ladina y viceversa hizo una simbiosis única en el mundo musical. Los hermanos Hurtado crearon un grupo musical que, con su marimba doble, con una escala cromática que transformó la música de marimba local, nacional y mundial reflejan la emergencia de Quetzaltenango como centro cultural y espacio de interacción de diferentes culturas que al final se concretizan en las prácticas culturales novedosas de inicios del Siglo XX. Eso no significa que fuese el único grupo musical de marimba. No. Ya existían grupos musicales, pero la creación de la marimba doble, la reinterpretación de la música de los poblados indígenas alrededor de Quetzaltenango, sus cientos, sino miles de visitas a las ferias locales hicieron de este grupo musical el ícono de la marimba de inicios del Siglo XX.
En 1902 el terremoto de San Perfecto en Quetzaltenango destruyó la ciudad. La melodía de Mariano Valverde: Noche de Luna Entre Ruina es una versión musical de dicho evento. Pero la música de los Hurtado reflejada en «sones» fue una integración de culturas que permitió la emergencia de un sonido que fue profundamente quetzalteco. Los hermanos Hurtado entonces viajaron por el mundo llevando la simbiosis de la música quetzalteca reflejada en sones. En 1915 fueron invitados a participar en la inauguración del Canal de Panamá. Luego tuvieron giras en Europa y varias en los Estados Unidos sin dejar de participar en ferias de los pueblos locales alrededor de Quetzaltenango, participación que construyó una identidad local. La integración de la marimba a la cultura occidental y viceversa permitió la emergencia de una música que fue adoptada por las familias quetzaltecas y que aún, en pleno Siglo XXI ameniza las diferentes celebraciones locales.
El desarrollo de la marimba, la emergencia de sones cuya raíz está en los pueblos indígenas interpretados en las partituras musicales de los Hermanos Hurtado, el inicio de los Juegos Florales, la emergencia de la poesía quetzalteca y la apertura a Centroamérica junto con el avance en las obras de infraestructura como el Ferrocarril de los Altos, la hidroeléctrica de Santa María, la consolidación de los estudios universitarios, la existencia de consulados de diferentes países hicieron del inicio del Siglo XX la base de la Quetzaltenango actual, que para entonces tenía los retos de integrarse mejor a sus raíces, de articularse a sus culturas locales para poder, como la marimba, cantarle al mundo.