La vida jurídica del Estado de los Altos fue relativamente corta: Desde 1837 y subsiste unos años. La capital del Estado fue Quetzaltenango. Pero la germinación del separatismo altense se da desde finales del Siglo XVIII cuando el mercado quetzalteco de compra y venta, así como la producción de bienes y servicios se expande un tanto al Norte, a Huehuetenango, pero principalmente al Sur, Mazatenango y Retalhuleu. Sin embargo, la independencia de 1821 posicionó una visión centralista del poder, proceso donde no se vieron integradas las ideas sobre el Estado de los Altos. Un grupo de criollos y ladinos de la Región de los Altos participaban ya en prácticas económicas comunes que les permitía reproducirlas por lo que requerían de las prácticas políticas para manejar esos mercados, cosa que percibían que no tenían porque el poder central no los atendía y se quedaba con sus impuestos. Había entonces prácticas culturales comunes entre criollos y ladinos permeadas por un racismo fuerte que marcó la vida de Quetzaltenango y la muerte del Estado de los Altos.
La Revolución liberal de 1871 fue el proceso de construcción del Estado-Nación en Guatemala. Esta fue una revolución integral con una visión de conformación de estados federados centroamericanos, tal como el Estado de los Altos se había concebido. Las transformaciones de la Revolución Liberal fueron económicas, políticas fundamentalmente y culturales. Ya en 1824 habían asesinado cruelmente al vicejefe de gobierno de Guatemala, Cirilo Flores, en Quetzaltenango una turba que lo acusaba de tratar de terminar con la Iglesia católica y de ser entonces hereje. Esta tragedia en Quetzaltenango marca una de las tensiones más fuertes, tan intensa, que fue retomada por Justo Rufino Barrios y Miguel García Granados en 1871, cuando establecieron una política intensa de educación laica, lo que llevó a la expulsión de los jesuitas y a la separación entre el Estado y la Iglesia para formar un Estado-Nación.
La relación entre el Estado de los Altos y la Revolución Liberal de 1871, especialmente en el contexto de sus efectos a la ciudad de Quetzaltenango es aún obscura para quien escribe. Lo cierto es que la consolidación de prácticas sociales económicas produjo un intenso cambio en la acumulación de capital, especialmente con el auge y venta internacional del café. Esta nueva economía habría de permitir la consolidación económica de criollos y ladinos. El nuevo modelo internacional obligaba a Guatemala a someterse a un régimen agro exportador donde el café jugó un papel fundamental. Hubo entonces una bonanza económica, mucha de la cual se concentra en la ciudad de Quetzaltenango. Pero esta nueva transformación económica requería otros cambios, esto es un nuevo tipo de Estado, más liberal, que permitiera la eliminación de los privilegios heredados de las élites coloniales, quienes tenían la legitimación de la iglesia católica y que sostenían el régimen conservador que no permitía la modernización de Guatemala.
Nos encontramos entonces con una independencia en 1821 que no logra mejorar las condiciones de la mayoría y solo consolida los privilegios de unos. Es una independencia de criollos conservadores. El Estado de los Altos tampoco buscaba el bienestar de todos, los indígenas fueron dejados fuera del proyecto liberador, por lo que también colapsa a mediados del Siglo XIX. La nueva economía requería de un mercado más libre y los liberales leyeron correctamente los tiempos históricos iniciando un proceso de construcción del nuevo Estado Nación, que, si bien considera a las élites quetzaltecas, no le da luz verde total al proyecto del Estado de los Altos, sino más bien los integra al proceso nacional de la revolución liberal. Pero entonces Quetzaltenango ya era un centro económico, político y cultural del país, por lo que García Granados genera proyectos de consolidación de esta élite cultural altense.
A finales del Siglo XIX Quetzaltenango se consolida como una ciudad que fue capaz, a pesar de su racismo, de integrar las varias culturas que se habían unidos desde la invasión de 1524. Pero la integración cultural no fue por decisión porque la ciudad multiétnica fuera abierta al respeto de las diversas culturas que la forman sino más bien porque ya tenía prácticas sociales económicas que exigían un mercado más libre, un sistema financiero más estable, una ideología que no mantuviera los privilegios católicos. La Iglesia como institución religiosa no era el problema básico sino más bien como defensora del status colonial conservador que no les permitía a los liberales construir un nuevo sistema económico financiero.
Los efectos de la Revolución Liberal de 1871 en Quetzaltenango, fueron, entre otros: La consolidación de un sistema financiero reflejado por la existencia de su propio banco, el Banco de Occidente. Los cafetaleros del Sur encontraron en Quetzaltenango la estabilidad económica que se requería. Para ello fue fundamental la expulsión de las órdenes religiosas católicas y la construcción de un sistema de educación laico. Se fundan entonces institutos nacionales, como el INVO y el INSO, Instituto Normal para Varones de Occidente e Instituto Normal para Señoritas de Occidente respectivamente, iconos de la identidad de la revolución liberal, pero también iconos de esta nueva Quetzaltenango. Estas instituciones de finales de siglo XIX reflejan un cambio sutil que hiciera la Revolución Liberal a las ideas del Estado de los Altos, y fue de transformar los proyectos separatistas de Los Altos a proyectos de «Occidente». Esto es, el Banco de Occidente, los institutos normales de Occidentes, la nueva Universidad de Occidente y así diluir las ideas separatistas de los Altos.
Al finalizar el Siglo XIX las prácticas culturales de los quetzaltecos se reflejaban en una música que por muchos siglos había existido sin ser documentada en los pueblos indígenas de la región y que había sido re descubierta por Jesús Castillo. Este trabajo antropológico musical de la música local se integrará a la música occidental junto con la invención de la marimba doble en la misma Quetzaltenango hecha por los hermanos Hurtado, quienes con la nueva forma de documentación musical de Jesús Castillo y los conciertos en los pueblos indígenas locales, logran introducir el «son», son como ritmo local desde un enfoque occidental capaz de integrarse, esto es, Sebastián Hurtado revolucionó la marimba al introducir una escala cromática hacia 1894 creando así la integración del instrumento al mundo occidental, la marimba. El instrumento y las nuevas partituras con la recuperación de los ritmos locales hizo de esta música el centro cultural de Quetzaltenango no solo para Los Altos, sino para el Mundo.
Desde lo alto del cerro del Baúl se observa el Teatro Municipal, fundado en 1897 como reflejo de la profunda transformación cultural que se genera en Quetzaltenango como producto de la Revolución Liberal de 1871 que recupera retazos del Estado de los Altos. Con su Parque Central que refleja un Banco de Occidente viendo la Casa de la Cultura y el Pasaje Enrique que observa en sus noches bohemias al edificio de piedra de la Municipalidad de Quetzaltenango, mediado por el monumento a la Revolución Liberal de 1871 y la esfinge de Justo Rufino Barrios, en honor a una revolución que no mató los ideales del Estado de los Altos pero que supo mediar el separatismo altense con la integración nacional, tensión que marca la vida de esta Quetzaltenango nuestra, hecha de contradicciones y encuentros, capaz de hacernos reír y hacernos llorar.