La lucha contra la corrupción fue y es la punta de lanza del gobierno de Bernardo Arévalo. Sin reducir la corrupción no será posible que la mayoría de nuestros fondos, nuestros impuestos, lleguen a la población en forma de: Hospitales medianamente dignos, al menos con electricidad y agua, medicinas, personal médico y sanitario; carreteras más o menos decentes, que no estén sobrevaloradas en un 50% y que al mismo tiempo no sirvan, sistemas de transporte público decente, recuperación de los puertos y aduanas; fuentes de agua limpias, sin heces, sin basura, sistemas de tratamiento de agua, sistemas de riego por goteo eficiente, recuperación de manantiales, cuidado del agua subterránea y mapeos dinámicos hidrogeológicos, programas intensos de reforestación; reducción de emergencia de la desnutrición infantil; mejora sustantiva de los aprendizajes estudiantiles y docentes al menos en matemática, lenguaje y pensamiento crítico y un largo etcétera. ¡Vaya tarea para el gobierno de Arévalo!
A esa lista se puede agregar mucho más debido a que este país no país, esta finca que nace de las profundas contradicciones racistas, machistas, clasistas aun no logra encontrarse a sí misma para convertirse en país para todos y todas, lugar de oportunidades para muchos y no solamente para pocos, poquísimos. Pero no se puede tragar ansias ni vivir eterna y únicamente peleando contra los corruptos. Paralelamente hay que hacer otras cosas prioritarias para el país. Es urgente una estrategia. Estrategia significa hacer selecciones de lo que se va a hacer y de lo que no se va a hacer. No se puede hacer todo y de todo y para todos. Hacer de todo significa no ser estratégico y en el fondo es hacer nada. Pero ser estratégico en un país tan cooptado, usurpado, mancillado, robado, cooptado y donde todo parece ser una urgencia es un enorme reto. Es el reto del presidente Arévalo, pero también es un reto para los y las ciudadanas que queremos un país de verdad.
El gobierno del presidente Arévalo ha venido a transformar la forma en que la práctica social de la corrupción venía funcionando. Desde el 14 de enero ya los corruptos no han tenido forma de negociar con la cabeza del ejecutivo. En contraste aún tenemos un grupo de diputados, no todos, un grupo de empresarios, no todos, y miembros del sistema de justicia, jueces, operadores de justicia, fiscales, no todos, que solían trabajar en función de los intereses corruptos del presidente de turno. Ahora bien, en el interior del ejecutivo, en todos los ministerios, en las secretarías de Estado, en todas el cáncer de la corrupción ha calado profundo. ¿Qué estrategia se puede seguir para trabajar, lograr objetivos y paralelamente luchar contra la corrupción?
La estrategia para salir del subdesarrollo es algo más que eliminar la corrupción, pero hay que salir de la corrupción. Debemos, nosotros, el pueblo, recuperar la Justicia. No es posible que una persona se ponga al frente, usurpe y tergiverse al sistema de justicia de forma corrupta, sin tener las competencias ni las credenciales, porque las falsificó y nos ponga en jaque. Este no es un problema solamente del presidente Arévalo. Él es nuestro representante y este es nuestro problema, la cooptación del sistema de justicia, su politización y su uso para mantener a los corruptos en el poder real. El poder está en el pueblo. La soberanía está en el pueblo.
En Guatemala sabemos cómo salir del subdesarrollo: Hay que hacer una estrategia para que la producción de bienes y servicios no sea solamente la venta de la materia prima. Si bien la venta de bananos, dígase, o de mangos, deja ganancia y produce trabajos, la transformación de estos productos a través de ciencia, tecnología e innovación es realmente el corazón de un nuevo sistema industrial guatemalteco, no un sistema neoliberal, no un sistema industrial miope que intente desarrollarse sin equidad. Ante los retos del cambio climático, sabemos que la próxima transformación industrial guatemalteca debe tener por objetivo el bienestar de todos y todas las guatemaltecas, especialmente los más vulnerables, aquellos que por mucho tiempo han sido marginados del escaso desarrollo nacional.
Salir de este subdesarrollo no es un problema fácil, requiere visión, requiere estrategia. Sin duda que la corrupción es un lastre para este proceso, pero para eso debe existir la estrategia. Se requiere de un plan dinámico que nos visualice fuera del subdesarrollo en la próxima década, esto a través de: 1) Inversión eficiente en ciencia, tecnología e innovación y en programas pertinentes de educación técnica, innovadores y no repetitiva; 2) Reconstruir una base empresarial innovadora y no una que viva de la corrupción; y 3) La ampliación estratégica de los mercados (China por ejemplo es prioridad para Guatemala no los corruptos gobiernos de Taiwán que tanto daño nos han hecho).
La inversión eficiente en ciencia, tecnología e innovación requiere un replanteamiento de la Secretaría de Ciencia y Tecnología, SENACYT, recuperarla de las manos de la corrupción, así como de los sistemas de investigación universitaria, en particular de la Universidad Nacional, por lo que es urgente recuperarla de la cooptación del pseudo rector y de un consejo universitario ilegal. ¡Vaya tarea! La transformación del empresariado se está dando de a poco, pero debe ser un proceso intencionado, desde las cámaras empresariales, AGEXPORT y otros entes que demandan innovación, pero para eso hay que superar al CACIF golpista, de donde ha venido el financiamiento para mantener la impunidad. Finalmente, esto no se logrará si no se tiene una política internacional de apertura y búsqueda de mercados, dándole prioridad a China y otros socios que no vengan a obsequiar corrupción, como Taiwán.
Alguien dirá: la estrategia está en el plan, esto es, que eso llamado estrategia se encuentra en el Plan de Gobierno de Semilla, el que ofreció el presidente Arévalo en campaña. Pero no. Eso no se encuentra en dicho plan porque el plan tiene el «qué» y a veces el «porqué», hace falta el cómo, esto es la estrategia. Eso era muy difícil de escribirla antes en dicho plan, pero hay que tenerla clara, aunque no nos la comunique con antelación por razones estratégicas también presidente Arévalo. Por eso es prudente sumarse a la pregunta que hace la poeta, escritora y defensora de derechos humanos Carolina Escobar Sarti: Señor presidente, ¿qué sigue? https://bit.ly/3Vgfkvh