Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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El renacimiento democrático guatemalteco aún no viene. Vino una chispa cuando los 48 Cantones lideraron. Entonces, los guatemaltecos de las áreas urbanas y rurales mostraron su oposición a la corrupción. Lo hemos hecho varias veces, pero debemos ahora hacerlo con más fuerza, con más valor, con más organización, nos urge retomar la resistencia. Para eso se requiere que tengamos toda la claridad del mundo para entender que estamos al borde del precipicio social como nunca hemos estado. El único momento que se parece a la actual crisis fue aquella triste intervención norteamericana de 1954 cuando las elites locales aliadas con la psicosis gringa de ver comunistas en todos lados. En aquel entonces no solamente perdimos la oportunidad de modernizar nuestro país, de consolidar la democracia, sino que se inició una cruente guerra, basada en espantos, en mentiras, en dicotomías falsas, en eso murieron más de 200,000 guatemaltecos. 

La muerte, asesinato, de doscientos mil guatemaltecos, 200,000 no fue todo el precio que pagamos por esta débil democracia, también hemos pagado con el retraso total del desarrollo. Todos los indicadores sociales, nutrición, educación, libertad, inversión en ciencia y tecnología, inversión en agua y saneamiento, todo, todo apunta a que vamos de mal en peor. Los pocos momentos de luz: La firma de los Acuerdos de Paz, la lucha contra la corrupción del la Comisión contra la Impunidad de Naciones Unidas, CICIG, todos estos avances parecen irse al precipicio junto con nuestra democracia. De hecho, vivimos de coletazo en coletazo, esto es una reacción pendular que oscila de un movimiento de la libertad hacia una reacción autoritaria. Un primer coletazo se dio en 1954. Otro coletazo fue el del 2015, es el coletazo que vivimos ahora. 

Este coletazo, que inicia con la expulsión de la CICIG, coletazo de los grupos obscuros que han cooptado el Estado es el más fuerte, el más intenso y el más peligroso. Es el más fuerte porque la cooptación de los poderes del estado es total, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial están cooptados hasta los dientes, sepultaron ya al tribunal electoral. Es el más intenso porque estos caciferitos anti CICIG se han alineado y aunque usted no lo crea estos nuevos dirigentes empresariales perdieron su liderazgo político y fueron reemplazados literalmente por Miguel Martínez. Es el más peligroso porque nos retrocede en estos pocos avances, pero importantes, en materia democrática. Definitivamente con la cooptación total del estado guatemalteco en manos del pacto de corruptos nos encontramos al borde del abismo, estamos a milímetros de caernos. 

Si no despertamos ahora, nos caeremos. 

Seremos presa de nuestra indiferencia. Si los 48 Cantones no se levantan de una vez por todas, esto está perdido. Si nuestros compatriotas del Petén y el resto del norte no se levantan, estamos mal. Si los grupos urbanos no se levantan, como se levantó la Betania, tenemos poco futuro de mantenernos de pie.  Perderemos todo si los profesores, desde la primaria hasta la universidad no se levantan y defienden, con la Constitución en la mano, esta democracia. Si la gente libertaria del oriente, de Chiquimula, de Zacapa, de Jutiapa y otros bellos parajes de donde nace el sol, no se levantan, perderemos esta democracia. Si los trabajadores de los mercados, los que hacen posible que la comida llegue a nuestra mesa, no se levantan, tenemos poca esperanza. Si los zapateros, los artesanos, los periodistas, los mecánicos, las científicas, los poetas no se levantan ahora, mañana será tarde. 

Si la gente del sur, de Palín, de Escuintla y los otros lugares del sur no se levantan y defienden esta frágil democracia, poco nos quedará de futuro, poco. Si la gente del occidente, desde San Marcos hasta Sololá, pasando por Quiché y Huehuetenango, incluyendo la combativa Quetzaltenango, no se levanta ahora, nos quedaremos sin la libertad y la esperanza que da la democracia. Por eso, defendamos con todo, esta democracia, frágil. Si todos, hombres, mujeres, estudiantes, trabajadores, todos nos levantamos con el amparo de la Constitución, salvaremos este país nuestro. 

Si el mismo presidente electo, Bernardo Arévalo, no reconoce que debe ser el líder de esta transformación, de esta defensa nuestra de la Constitución, si no muestra su liderazgo ahora, mañana será muy tarde. Lidere esto presidente Arévalo, lidere. Concluyo este llamado a la unidad con el canto con el que nos levantaba mi papá: Horacio Cajas Cantoral todas las mañanas: «Arriba Tecún Valiente, no temáis al enemigo, recordad que estoy contigo, que soy Wuitizil Sunum». 

O es ahora o no será nunca Guatemala.

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