La cabeza de Consuelo Porras está llena de temores, obsesiones y sin-sentidos. Una mujer que llega a donde está a pura trampa, manipulación y mentira no puede sino reproducir su triste circunstancia. Alentada por un grupito de golpistas corruptos que ven cómo se les escapa la gallina de los huevos de oro a la cual han usufructuado año tras año, llamada Guatemala; la fiscal general y jefa del Ministerio Público prepara su ataque final. Curruchiche no es más que un operario de bajo nivel, bajísimo nivel, tanto en la escala del usufructo como en la escala moral que adolece la fiscal, puesta e impuesta nada más y nada menos que por otro corrupto de pocas conexiones neuronales, Jimmy Morales, un aprendiz de payaso que saltó a presidente por puros azares del Pacto de Corrupto y que se la pasó borracho toda su gestión. Esto, llegar a la presidencia; lo hizo Morales en el 2015 cuando la Plaza tenia claro que «bajo estas condiciones, no queremos elecciones». Pero la insistencia del Pacto de Corruptos pudo más que el incipiente movimiento social anti corrupción.
Lo que el Pacto de Corruptos no pudo ver, porque no entienden de procesos sociales históricos, menos de dialéctica, es que este pueblo nuestro, tan sufrido; también construye su propia historia y esa historia no nace en mayo del 2023, sino nació desde que nos hicimos Guatemala, con sus raíces mayas y su profunda identidad multicultural y multi étnica, somos capaces de ver un mundo cambiante y ya no creemos falsas dicotomías escritas y publicitadas por un Pacto de Corruptos que tiene a otro operario de mayor escala en la figura distorsionada de Méndez Ruiz, otro bipolar mono neuronal cuya capacidad intelectual sólo alcanza para pensar en golpes de Estado, cuartelazos. Si bien ya habíamos intentado independizarnos desde hace siglos, en 1944 se marca un hito importante en nuestra historia, para entonces escribimos nuestro futuro. Quizá los revolucionarios se sintieron traicionados por la contra revolución de los mismos, esto es, el Pacto de Corruptos de los años cincuenta del siglo pasado, esos mismos de hoy, con sus hijos y nietos defendiendo privilegios porque se sienten superiores al resto de los guatemaltecos ahora apoyados por los narcotraficantes que quitan y ponen alcaldes y aceitan la máquina de la corrupción.
El proceso histórico de 1821, 1838, 1873, 1944, 1996 y 2015 nos ha hecho crecer emocionalmente. La Plaza no fracasó, nos dejó como legado a SEMILLA, un movimiento político que se convierte en un movimiento social. En el 2023 los guatemaltecos nos dimos cuenta de la injerencia del Tribunal Supremo Electoral, TSE, que quiso pasarse de listo y convertirse en un tribunal celestial al quitar a candidatos que parecían ya ser un peligro para el Pacto de Corruptos. Luego de la primera vuelta, cuando todas las encuestas mostraron su fracaso en carne y hueso, el Pacto de Corruptos se juntó para hacer un plan de emergencia para evitar que Arévalo llegara a la Segunda Vuelta. Pero el numerito salió al revés. O como dice un colega militar, el tiro les salió por la culata. Aún así, insistieron en seguir con su Golpe de Estado, el cual conceptualizaron y están desarrollando en Cámara Lenta, como lo ha acuñado el analista político Aquiles Fallace.
El Pacto de Corruptos tiene claro el panorama, están perdidos. Lo que les queda es crear en el imaginario del guatemalteco que Semilla cometió fraude, que el partido político se inscribió mal, que Arévalo es comunista y que es además uruguayo, que hay firmas falsas y que siete difuntos se inscribieron para fundar a Semilla (¡ah! Curruchiche aumentó a doce el número de muertos que firmaron por Semilla). Ese discurso no cala en grupos sociales que leen y analizan. Ya perdidos, la única neurona disponible de Porras o la otra de Méndez Ruiz dijo que fueron los digitadores los que le dieron el triunfo a Semilla, de la primera y segunda vuelta. ¿No lo cree? Esta ridícula proposición es falsa, pero es lo que tiene el Pacto de Corruptos como caballito de batalla. Y ahora montan el ataque de quitarle la inmunidad a los magistrados del TSE. Todo dicho en voz alta desde el silencio de Sandra Torres y el financiamiento de Manuel Baldizón.
Cada día que pasa Consuelo Porras, la operadora de Giammatei y de los empresarios corruptos, no todos los empresarios guatemaltecos son corruptos, hay que aclarar; pierde grados de libertad. Esto es, cada vez más le queda menos espacios de maniobra. Si utilizamos el símil de una pelea de boxeo, ella está a punto de ser noqueada por el pueblo de Guatemala. Pero como en el boxeo, no se puede cantar victoria sino hasta que se gane. Por eso, la señora Porras se prepara para obedecer como fiel sirviente al Pacto de Corruptos en su ataque final, el golpe letal a Semilla, según ella. Pero ese golpe no se lo dará a Semilla, se lo dará el pueblo de Guatemala. Por eso es que fracasará.
Así las cosas, aún nos encontramos en una fase del Golpe de Estado en Cámara Lenta, pero con menos grados de libertad, con menos maniobra. A diferencia de aquellos analistas que disponen de una bola de cristal y que son en sí el Oráculo viviente, porque son iluminados y pregonan que esto es un cambio de «época» o de «ciclo», yo vivo y analizo el presente sin desprenderme de mi naturaleza histórica y con la humildad que da la ciencia social. Esto que vivimos es parte de nuestro proceso histórico, el mismo que hemos construido por cientos de años pero que ahora podemos consolidar si conjugamos el verbo participar en presente, si luchamos, si participamos, si escribimos, si nos amamos tanto, pero tanto, que no permitamos que nuevamente vuelvan a manipularnos y atemorizarnos.
Esta es, realmente; la crónica de una muerte anunciada del Pacto de Corruptos.