No sólo en las épocas navideñas suceden graves accidentes de tránsito en el país, también ocurren en la vida diaria en los centros urbanos y en las distintas carreteras; no importa si éstas están asfaltadas, pavimentadas, de terracería e incluso en los caminos vecinales; lo anterior trae como consecuencia la pérdida de vidas humanas, materiales, luto y dolor a cientos de familias que pierden a sus seres queridos y amistades.
Guatemala es un país muy “elástico” en cuanto a la aplicación de las leyes, reglamentos y normas relacionadas con el tránsito de vehículos automotores de dos, tres, cuatro, seis, catorce, dieciséis o dieciocho ruedas; léase, bicicletas, motocicletas, tuc tuc, cuatrimotos, tractores, autobuses urbanos y escolares, camiones de diferentes toneladas, tráileres, las denominadas jaulas en las que transportan la producción de cañas, ganado y otros más.
A mi parecer, a la elasticidad de las leyes se les podría llamar corrupción, pues el obviar requisitos mediante la gratificación ilegal a los empleados que ejercen sus cargos con un poco de poder de decisión, además que, según ellos redondean su sueldo o salario porque el Estado no les paga suficiente como para vivir una vida digna.
Por supuesto, toda regla tiene su excepción y así como se encuentran corruptos en todas las esferas del Estado, así también hay personal correcto, decente y cumplidor de sus tareas como tal en la administración pública, léase Gobierno, municipalidades, entidades descentralizadas y autónomas donde hasta los policías o guardianes actúan en forma prepotente y abusiva con el público que necesita de sus servicios.
Las carreteras del país en un gran porcentaje están deterioradas, lo cual produce un pequeño porcentaje de accidentes a los vehículos que por ellas circulan; entendiéndose que, los conductores de los mismos lo hacen en su sano juicio, es decir, con la normalidad en su estado de salud; pero la mayor parte de los accidentes serios son producidos porque los conductores lo hacen embriagados, bajo los efectos de fármacos o sustancias estimulantes para potenciar artificialmente el rendimiento de su organismo. Ejemplo de lo anterior, el resultado médico del conductor en el accidente del sábado anterior que dejó como cauda diecisiete fallecidos.
Pareciera que las autoridades de tránsito en el país no existieran porque por ningún lado se les ve ordenando el tránsito, controlando la velocidad de los automotores en general, estado físico de los conductores, capacidad de carga y circulación restringida en algunos tramos; aquí en Guatemala vivimos casi en una anarquía vial al estilo de algunos países asiáticos.
Durante los últimos diez años, la población ha visto que los conductores de autobuses extraurbanos son conducidos por personas relativamente jóvenes quienes en la mayoría de los accidentes conocidos no poseen licencia profesional para conducir vehículos de transporte colectivo de pasajeros o de carga, lo cual incide en la gran posibilidad de producir accidentes graves con cauda mortífera.
En el Oriente del territorio nacional, algunos pandilleros de El Salvador se fincaron en el oriente del país y son los pilotos de esa área, muchísimos autobuses de transporte colectivo de pasajeros son conducidos por personas tatuadas, prepotentes, abusivas e incluso armadas y cuando algún pasajero les llama la atención por conducir a excesiva velocidad responden con la amenaza de bajarlo del autobús a golpes.
En el Sur y Occidente, la mayoría de los conductores aprendieron a manejar después de haber sido ayudantes de carga; es decir que, no tienen una cultura o educación vial y sólo van para adelante jugando a las carreras con el objeto de conseguir más pasajeros o simplemente por el ego de que sus rivales comerciales no les ganen en llegar primero a su destino.
En los centros urbanos, la nueva plaga que aflige a los conductores son los motociclistas quienes no respetan absolutamente las señales de tránsito mucho menos el orden natural para conducirse. Realmente, es necesario que esta Guatemala moribunda de valores en relación al tránsito vehicular nombren a alguien que de verdad sepa algo de tránsito y se principie a poner orden en todos los sentidos. La sociedad merece orden y respeto especialmente en los controles antes referidos, porque para eso paga sus impuestos.







