En las épocas navideñas, se supone que toda conducta esté orientada hacia los valores religiosos cristianos con todas sus denominaciones; y dentro de esa gama de conductas es posible apreciar en vivo y a todo color el amor de los padres y madres hacia los hijos con el obsequio de juguetes, prendas de vestir y algunos proporcionando viajes o excursiones a los denominados campamentos vacacionales.
Como padres y madres debemos educar a nuestros hijos lo mejor que podamos y sepamos para su bien; así tratamos de hacerlo durante los primeros quince años de su vida; posteriormente, cuando crecen aprenden a realizar su libertad algunas veces hasta el hartazgo; esa libertad que supuestamente emplearán para hacer el bien en su sociedad, o, por el contrario, para tomar un rumbo hacia el mal que ellos mismos eligen “a la carta” entre tanta variante de las conductas ilícitas.
Pudimos haber educado a nuestros hijos con principios y valores como la defensa del débil, verdad, justicia, puntualidad, limpieza, orden y otros más; sin embargo, serán ellos quienes elijan libremente sí asumen estos principios o por el contrario, eligen la bandera del egoísmo sectario y cavernícola emprendiendo una carrera desbocada en la que no dudarán en pisotear y pasar por encima de quienes se interpongan en su camino hacia la cumbre de su éxito mundano.
Entonces, en el caso que nuestros hijos salgan “torcidos” dedicándose a sembrar el infierno y el odio por donde pasan, llegaremos a la conclusión de que fuimos padres que no lograron su propósito: el de hacer, criar y educarlos para una vida de bien común; por algunas razones de tipo económico, social y en especial religioso, le echamos la culpa a Dios pensando: ¡que malo es Dios por qué permitió eso! ¡Dios tiene la culpa!
Otros padres y madres de familia utilizan la blasfemia, una interminable letanía de palabras gruesas construidas con una lógica tan absurda y falaz hacia determinados sectores económicos de la sociedad y en especial hacia los gobiernos anteriores por no haberles proporcionado las facilidades para construir de mejor manera su mundo real.
Paz, amor, felicidad, buenos deseos son las expresiones más frecuentes de los miembros de la sociedad con recursos económicos para disfrutar esta temporada de consumismo; pero, el sector desposeído económica y culturalmente pasará, vivirá o verá un día normal de carencia material y desigualdad sin festividad. Así es la vida para unos y otros; la triste Navidad de los migrantes esparcidos por el mundo sin poder acceder a la satisfacción de sus necesidades básicas como comida, regalos o abrigo, la Navidad para quienes están en la cruda realidad de la guerra, para ellos la Navidad será un día irrelevante para sobrevivir.
Para nosotros, los padres y madres de familia será esta Navidad la ocasión para recordar años y épocas pasadas, a los familiares ausentes, las anécdotas de estas fechas y, sobre todo, para ver con satisfacción a nuestros hijos vivos y con un futuro por delante o disfrutando de sus éxitos profesionales, comerciales y sociales.







