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La evolución de la pobreza en Guatemala se debe fundamentalmente al aumento del grueso de la población que no encuentra oportunidades formales de empleo y a la multiplicación de la economía informal en las áreas urbanas y rurales del país.

Replanteando el debate sobre la política social del trabajo, entendemos que la verdadera acción para que las personas salgan de la pobreza extrema es el empleo formal y bien remunerado. Otro factor que incide de forma directa en el aumento de la pobreza consiste en el poco o nulo acceso a los servicios de salud, pues vemos a miles de personas de escasos recursos económicos requiriendo atención médica en los hospitales nacionales.

De hecho, tendremos otra vez en poco tiempo las reuniones que se realizan entre las autoridades gubernamentales y el sector privado para definir el salario para actividades agrícolas y no agrícolas denominado mínimo, pero que en realidad es el salario máximo (mínimo) al que pueden aspirar los trabajadores urbanos y rurales, el cual si fuera limosna se les regatea por la parte patronal.

La historia del salario mínimo en Guatemala inició en el año mil novecientos cincuenta y uno, durante el gobierno de Jacobo Árbenz Guzmán, en el cual se hizo la distinción entre salario urbano y rural, tres años después fue derogado; se reinstauró diez años después. El seis de octubre del año mil novecientos setenta se estableció el primer salario mínimo para un sector específico de la industria: trabajadores de la industria de la arcilla, cemento, arena, piedra, vidrio y otros materiales no metálicos.

Y desde el año dos mil ocho, los salarios mínimos se fijan anualmente mediante Acuerdos Gubernativos y se diferencian por sus actividades económicas, es decir, entre el departamento de Guatemala y el resto del país. 

La propuesta por un aumento digno que basado en la productividad y la voluntad empresarial no vendría a reducir los ingresos económicos de los grandes capitales y por el contrario, aumentaría la satisfacción de los trabajadores y por consecuencia una mejor productividad en sus labores diarias. Pero no, los actores empresariales amasan y amasan y amasan fortunas sin que una diezmillonésima parte de estas sea para beneficio de la clase trabajadora.

Un ingreso digno para una familia de cuatro personas, calculando que alcance para una canasta básica sería un factor decisivo para lograr una paz social inmediata.

El salario mínimo o máximo puede ser consensuado en una forma gradual, voluntaria y vinculada a ganancias de productividad; no se trata de imponerlo por decreto, es mejor construir consensos que incluyan incentivos fiscales para el capital; es un modelo que ha funcionado en países con economías muy inclusivas.

La economía guatemalteca gira fundamentalmente alrededor de la producción y exportación de productos agropecuarios tales como el café, algodón, azúcar, banano, cardamomo, carne y granos básicos; por esa razón durante los últimos cincuenta años la oligarquía terrateniente sigue siendo la fracción hegemónica del bloque de poder económico formado por la alianza con la burguesía industrial, comercial y financiera.

Esperemos que este año, las partes integrantes de la Comisión del Salario Mínimo logren un acuerdo sustancial para sus respectivos intereses. 

Fernando Mollinedo

mocajofer@gmail.com

Guatemalteco, Maestro de educación primaria, Profesor de segunda enseñanza, Periodista miembro de la Asociación de Periodistas de Guatemala, realizó estudios de leyes en la Universidad de San Carlos de Guatemala y de Historia en la Universidad Francisco Marroquín; columnista de Diario La Hora durante 26 años, aborda en sus temas aspectos históricos, educativos y de seguridad ciudadana. Su trabajo se distingue por manejar la palabra sencilla y coloquial, dando al lector la oportunidad de comprender de modo sencillo el universo que nos rodea. Analiza los difíciles problemas del país, con un criterio otorgado por su larga trayectoria.

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