Abordo un tema con relación a la supuesta “normalidad” que es vista desde aspecto tan particular por sus respectivos intereses. En relación con el tema agrario, la élite económica del país clamó, gritó y manifestó desde siempre su interés por seguir en la normalidad, que a ellos les interesa; es decir en pocas palabras continuar con el proceso de explotación que hasta hoy se mantiene en el área rural y que solamente les permite a los campesinos subsistir.
¿Cómo pretender una normalidad en el sector agrario cuando no hay condiciones nuevas que se diferencien de la anterior? Sigue la explotación del trabajo a cambio de un salario que no satisface las necesidades vitales de los campesinos, quienes con los salarios regateados no reciben el salario mínimo, pues se convierte en un salario máximo; el cual al presentarse como un requerimiento legal ante las autoridades y patronos lo consideran como limosna a la hora de la cancelación de prestaciones laborales. ¿Esa es la normalidad que desean seguir utilizando los dueños de la tierra? Y ¿para qué?, sí es la misma normalidad de siempre.
En realidad, EL SECTOR AGRARIO SI DESEA UNA NUEVA NORMALIDAD CONSISTENTE EN: 1) La creación por parte del Organismo Legislativo de los Juzgados Agrarios como parte de la normalidad, para dirimir asuntos de conflictividad de la tierra, 2) Creación de un Código Agrario que contemple derechos y obligaciones de los propietarios, poseedores y usufructuarios de la tierra, 3) Creación de una Fiscalía especializada en temas agrarios, y mientras tanto, 4) Fijación de un salario mínimo adecuado a la realidad económica del agro.
Esa sería una verdadera normalidad que daría certeza jurídica a todos los actores del sector agrario, desde campesinos hasta terratenientes, con lo cual se lograría un clima de respeto hacia los fallos judiciales, circunstancia que, en definitiva, derivaría en la tan ansiada paz.
Envío un respetuoso saludo a los pobladores del municipio de IXCAN por haber cumplido en el mes de agosto pasado cuarenta años de haber sido creado por medio del Decreto 722-85 asignándole una extensión de 1,574 kilómetros cuadrados. En dicho territorio persiste un alto grado de pobreza en el sector campesino, aunque hay que reconocer que ahora su cabecera municipal denominada Playa Grande es un centro comercial de mucha importancia.
Las secuelas de la guerra aún persisten en dicho territorio, la pobreza de la mayoría de la población es evidente, la carretera de acceso al municipio se mantiene en mal estado, la creación de centros educativos de educación primaria e Institutos de educación media con orientación industrial es urgente, así como terminar la construcción del hospital regional de Playa Grande.
Por este medio aprovecho la oportunidad para presentar las debidas condolencias a los familiares de la señora Paulina Pascual Antonio, quien falleció el jueves pasado; en vida, fue esposa del señor Juan Juárez, ambos con otras familias campesinas formaron las cooperativas que dieron inicio al poblamiento de la región Ixcaneca y coadyuvaron activamente en el proceso de retorno de la población guatemalteca refugiada en territorio mexicano por los horrores de la guerra interna.