La semana recién pasada, se supone que tuvo como fin esencial el recogimiento espiritual de la población; sin embargo, dicho tiempo fue aprovechado para viajar a distintos puntos del país e incluso al extranjero en busca de lugares familiares o turísticos que pudieran darle la oportunidad de un descanso; algunos se quedaron en la ciudad para participar o simplemente observar las diferentes procesiones que recorren anualmente el Centro Histórico de la capital guatemalteca.
De hecho, en algunos casos este tiempo fue aprovechado para hacer un recuento de los resultados de las diferentes acciones de trabajo, estudio, negocios, logros políticos, económicos, sociales y emocionales; dentro de esta temática, me propuse revisar las noticias periodísticas de los últimos quince días encontrándome con algunas sorpresas que dejan en muy mal predicado a quienes fueron protagonistas de estas y que trato de resumir en las siguientes líneas.
Los fallos de algunos jueces de primera y segunda instancia que dejan perpleja a la ciudadanía por su inconsistencia legal y humana, así como la aplicación de la aceptación de cargos como un mecanismo de impunidad; las nefastas noticias relacionadas con el pago exorbitante que debe hacer el Gobierno de Guatemala a empresas extranjeras que supuestamente lograron un fallo favorable con el arbitraje internacional que los abogados guatemaltecos no pudieron o no supieron litigar.
Los bloqueos en las arterias vehiculares del país; la implementación fallida de leyes; la eterna lucha del sindicato magisterial para convertirse en el rector de la educación nacional y mientras tanto el sistema educativo está condenado a la mediocridad y menos jóvenes acceden a educación secundaria; el deceso de dos relevantes guatemaltecos: el historiador Jorge Luján Muñoz y el arqueólogo Miguel Orrego fundador del Parque Arqueológico Takalik Abaj a quienes en forma etérea les decimos gracias por su contribución a la Historia de Guatemala.
La insolvencia de empresas petroleras extranjeras que aún no cumplen con pagar las deudas millonarias que le deben al Estado; el consumo de drogas sintéticas entre jóvenes y adolescentes estudiantes representa una amenaza creciente por su adicción; la falta de personal idóneo en la supervisión educativa y Direcciones Departamentales del Mineduc; la incompetencia de la mayoría de los alcaldes para realizar sus funciones.
La muerte sigue haciendo acto de presencia en las carreteras del país porque muchos pilotos del transporte de carga, buses extraurbanos y pilotos de autos abusan de la velocidad e imprudencia al igual que el creciente parque vehicular de motoristas; los supermercados aumentan periódicamente el precio de las mercancías y pareciera que no hay control gubernamental sobre esto; los barcos esperando turno para descargar sus productos en los puertos; la tortura de acudir a las citas médicas del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social y su carencia de medicinas; el comercio y la banca cobrando el ilegal redondeo, entre otros.
El cierre del Cementerio General debido a la falta de nichos y sus constantes derrumbes a la orilla del barranco; las procesiones y su cauda de problemas al romper cables y dejar volteados los semáforos provocando accidentes innecesarios; el sensible crecimiento de la economía informal; la constante alza en los precios de la canasta básica son y han sido la problemática eterna que no es nueva, es añeja, pero por más recogimiento espiritual que se diga, las personas tienen que comer y es un fenómeno que no dejará de existir en esta Guatemala que se supone moderna donde todo cambia para que nada cambie.